Je ne suis pas Nisman (15ene2015)
"Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quién es quién" termina diciendo el Pájaro Salinas en su último post dedicado al fiscal Nisman. Y digo "último" porque el Pájaro le dedicó varios. Nisman desde hace años tiene a su cargo la causa AMIA, sin haber logrado en tanto tiempo ningún avance de la investigación. Por el contrario, está sospechado de obstruir cualquier avance.
jueves, 15 de enero de 2015
Ayer Nisman lanzó una escandalosa operación, acusando directamente a la Presidenta y al canciller Timerman de encubrir al terrorismo iraní en el atentado de la AMIA. Obviamente la acusación fue inmediatamente recogida y asumida como propia por Clarín y La Nación, que intentarán dejar en sus primeras planas el nombre de Cristina asociado a la palabra "terrorismo" por todo el tiempo que puedan. Que la derecha tenga que ponerse detrás de un tipo tan sospechado como Nisman también habla de su falta de recursos legítimamente políticos para cuestionar al gobierno.
La denuncia del fiscal es gravísima si se la toma en serio, a pesar de que aún no presentó ninguna prueba consistente que respalde sus acusaciones. En cambio, da la impresión de tratarse de un intento por criminalizar una política de estado, como si los tribunales tuvieran derecho a penalizar los actos de gobierno. La acusación del fiscal que paralizó la causa AMIA es curiosa, porque su rol lo hizo tan mal que es uno de los responsables de que el acto terrorista pueda quedar impune, además de suponer de manera falaz que ya se ha demostrado quiénes son los autores del atentado, cuando esto es justamente lo que él debería haber logrado y no hizo. Un artífice de la impunidad que quiere acusar de eso mismo a otros para tratar de zafar.
Lo que sí hizo Nisman es empiojar la causa poniéndola al servicio de la estrategia bélica de EEUU e Israel en Medio Oriente. A Nisman le interesa algo muy distinto de encontrar a los autores del atentado: quiere sobreactuar su servilismo con la embajada de los EEUU e impulsar las directivas de la CIA y el Mossad, organismos de inteligencia extranjeros que impusieron a la investigación un rumbo único, excluyente y no probado, la pista iraní, desechando otras posibilidades, como la pista siria que se barajó inmediatamente de producida la masacre. Nisman también congeló el avance de la causa por encubrimiento, y por su propia culpa todos los imputados resultaron absueltos. Dejó caer esa investigación por orden de la propia embajada norteamericana en Buenos Aires, como consta en varios cables de Wikileaks.
En el acto de julio pasado frente a los Tribunales, donde se conmemoraba el 20 aniversario del atentado a la mutual judía, la organización Memoria Activa (familiares de las víctimas de la AMIA enfrentados a las entidades comunitarias oficiales, que están alineadas con el gobierno derechista de Israel), pidió que se apartara a Nisman de la causa. Su referente, Diana Malamud, dijo: “Exigimos la remoción del fiscal especial Alberto Nisman, por su total incapacidad. Será una fiscalía especial porque es especialmente inepta”.
Nisman había aparecido hace un par de años en los Wikileaks como un operador obediente de las directivas de la embajada norteamericana en Buenos Aires que intentó desviar la investigación en favor de los intereses bélicos de ese país. Durante unos años EEUU e Israel estuvieron alentando una escalada bélica contra Irán, por lo que les servía que quedara instalada la idea de que es un estado que propicia el terrorismo (como si los propios EEUU e Israel no incurrieran en bombardeos a poblaciones civiles, torturas de prisioneros, masacres y otras horrendas violaciones a los derechos humanos tan repudiables como la voladura de la AMIA). Por eso, les resultaba funcional acusar a Irán por el atentado y que se desestimaran otras líneas de investigación. Nisman, en su fabuladora denuncia de ayer dice que la orden de Cristina era imputar a algunos "fachos locales" por el acto terrorista. En sus años como presidenta y antes, como integrante de la comisión bicameral que investigó los atentados, Cristina jamás propició desviar la investigación hacia lugar alguno, pero la preocupación de Nisman porque se acuse a fachos locales quizás sea un indicio de sus propias amistades.
El gobierno kirchnerista durante casi 12 años logró construir un delicado equilibrio para no ceder a las presiones de ninguna de las partes que sostienen el conflicto en Medio Oriente: ni con EEUU e Israel, ni con Irán, ni con los otros actores de aquella complicada región. Esta posición de autonomía y no alineamiento se materializó en muchos discursos de Néstor y Cristina en las Naciones Unidas, exigiéndole a Irán que colabore en el esclarecimiento del atentado y luego intentando descongelar la causa con el Memorandum de Entetendimiento para interrogar a los iraníes a los que que el propio Nisman imputa. El Memorandum fue fuertemente resistido por sectores de la Secretaría de Inteligencia del estado que fueron removidos hace poco y a los que Nisman también reporta (en especial se menciona a Jaime Stiuso).
Dice el Pájaro Salinas:
Durante casi una década, desde que reemplazó al prevaricador ex juez Juan José Galeano al frente de la (des)investigación, y usufructuando un presupuesto mensual millonario, Nisman fue el garante -en cumplimiento de los acuerdos establecidos entre los servicios de inteligencia locales con los de Estados Unidos e Israel- de que no se avanzara un milímetro en la dirección de establecer quienes demolieron la AMIA, mataron a 85 personas e hirieron de gravedad a más de un centenar.
(...) En épocas recientes, la Presidenta (que conoce muy bien la causa AMIA ya que fue miembro de la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Investigaciones de ambos atentados, primero como senadora y luego como diputada), percibiendo que el presidente Obama busca descongelar las relaciones con Irán a fin de que este país oficie como dique de contención de los extremistas suníes financiados por Arabia Saudi, Qatar, Kuwait y Turquía, tomo la iniciativa de llegar a un acuerdo con Irán para que la justicia argentina pudiera interrogar a los altos funcionarios iraníes que tan livianamente acusa Nisman.
La firma del memorandum con Irán provocó una insurrección generalizada dentro de una Secretaria de Inteligencia liderada por “Jaime” Stiuso o Stiusso, colonizada a gusto tanto por el Mossad como por la CIA desde hace décadas. A partir de entonces, la SI, ex SIDE, trabajó decididamente para los enemigos del Gobierno, excepto una ínfima minoría que decidió privilegiar su fidelidad al Poder Ejecutivo por sobre sus lazos con Estados Unidos e Israel, tal como todo indica hizo desde un primer momento -por las razones que sea- el general Cesar Milani… lo que explica los virulentos ataques que recibe de parte de una oposición, lidera por “la corpo” mediática a la que los crímenes de lesa humanidad les importan un bledo.
En este contexto, el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia y la jubilación compulsiva de Stiuso o Stiusso no podía dejar de tener remezones y “vueltos”. Nisman no es más que su espada vengadora. (Completo acá)
Hace apenas unos días, antes de que se produjera la masacre de Charlie Hebdo, en este mismo blog yo escribía: "...la Amia y la DAIA defienden de modo dogmático la tesis impuesta por el MOSSAD y la CÍA sobre la investigación de los atentados terroristas perpetrados contra la Embajada Israelí y la AMIA en los 90. Cualquiera que cuestione esas tesis (altamente cuestionables) que en nuestro país lleva a cabo el fiscal Nisman, con la colaboración de miembros de la SIDE, ahora al parecer removidos, que tuercen la investigación hacia lo que a EEUU e Israel les interesa, es acusado de connivencia con el terrorismo islámico, Por supuesto, los que hablan así reivindican in toto el terrorismo norteamericano e israelí".
¿Se acoplarán ahora estas entidades a la temeraria movida de Nisman para embarrar la cancha? ¿Prevalecerá entre las entidades un mínimo de sensatez para no involucrarse en una maniobra golpista?
"Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quién es quién".
Todo esto lo escribí apenas horas antes de que la masacre en la revista Charlie Hebdo en París hiciera escalar un clima de guerra contra el Islam que ahora involucra fuertemente a las potencias europeas. La máquina bélica occidental ya no marca a Irán o a Hezbollah como los enemigos más peligrosos. Ahora señalan a Al Qaeda y el Estado Islámico (a pesar de que ellos aparezcan enfrentados entre sí). "Je suis Charlie" fue la pancarta oportunista tras la cual se alinearon los líderes europeos el domingo en París, que conducen estados que no buscan la paz sino que promueven la guerra.
Je suis Charlie es una consigna sentimental y simpática para alinear a millones de franceses con Merkel, Cameron, Netanyahu, Rajoy y otros masters of war. Europa está en problemas políticos y económicos, se acercan las elecciones en Grecia, donde podría ganar la izquierda antiajuste. En España crece Podemos. Se trata de intentos de tramitar la crisis por la vía política, que incluso siguen con atención a las experiencias latinoamericanas denominadas populistas. Se hace política, es decir: se apela al poder del pueblo movilizado; o se hace terrorismo, es decir: se apela a la psicosis del televidente que apoye el exterminio del mal absoluto. Por eso en Europa crece la islamofobia, algo que en Sudamérica no tiene ninguna chance de prosperar. Por eso los actos terroristas son completamente funcionales a los intereses de la máquina bélica de occidente, como lo demostró la secuencia 9/11, invasión de Itak en busca de armas masivas que nunca se hallaron y posterior show de "ajusticiamiento" y desaparición del cadáver de Osama Bin Laden, con puntos tan oscuros como es oscura la película Zero dark thirty, que pretende hacernos empatizar con los comandos yanquis que llevan a cabo estas "misiones especiales", donde los terroristas jamás son apresados sino siempre muertos fuera de campo. No vaya a ser cosa de que digan que alguna vez fueron agentes norteamericanos.
Como pocas veces puede verse, en la denuncia de Nisman se alínean los intereses desestabilizadores de las potencias extranjeras y la derecha local. "Si me llega a pasar algo, no miren a Oriente, miren al Norte", advirtió hace poco Cristina. ¿Nisman vendrá respaldado por el Norte o se manda por las suyas? "Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quién es quién".
A pesar de su pésimo desempeño como fiscal de la causa, los medios golpistas argentinos otorgan inmediato crédito a este personaje que venía muy cuestionado. Les sirve para intentar manchar a Cristina con los peores estigmas: fue loca, violenta, intolerante, autista, farsante, ladrona... ahora quieren hacerla terrorista. Es el precio a pagar por ser una líder democrática que no se doblegó ante los poderes fácticos que tuvieron en vilo a todos los gobiernos civiles del siglo xx o que directamente impusieron los gobiernos militares para que hagan la tarea sucia de defender sus intereses permanentes. El kirchnerismo también fue original en su política de no alineamiento internacional y de multipolaridad. Esa autonomía nacional también se castiga. En estos tiempos memorables gobierna el país un movimiento que sostiene la autonomía de la política para lidiar contra la prepotencia de las corporaciones. Recordemos esto porque en pocos meses habrá otra persona sentada en la Casa Rosada y tendremos un parámetro con que medirla.
La denuncia de Nisman viene después de que su mandante Jaime Stiuso fue expulsado de la SI. Los familiares de las víctimas hace rato sospechan de su desempeño, cuando no directamente lo repudian. Otro factor a tener en cuenta es el enfrentamiento de una parte de la corporación judicial contra el gobierno democrático. El ex fiscal general federal de Bahía Blanca, Hugo Cañón, un luchador férreo por la vigencia de los derechos humanos y contra la impunidad, que renunció hace pocos meses a su cargo de presidente de la Comisión Provincial por la Memoria afirmó por estas horas acerca de Nisman: "Está probada su dependencia de la CIA. No es una movida menor. Quienes mueven las piezas en el tablero mundial están dando un jaque evidente. Ya son varios los países afectados, y el nuestro está siendo colocado en ese sitio de desestabilización. No hay que restarle importancia y hay que estar preparados".
Como dice el Pájaro Salinas, "Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quien es quien". En las próximas horas se verá si la jueza Servini de Cubría hace lugar al pedido de indagatoria de Nisman. En ese caso, se podrá evaluar si esta maniobra desestabilizadora se limita a un acto desesperado de Nisman por haberse quedado solo o si forma parte de un juego más vasto y peligroso.
http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2015/01/je-ne-suis-pas-nisman.html
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Juan José Salinas17/01/2015AMIA, Atentados, Embajada de Israel, Investigación, Oriente Medio, Periodismo, Política internacional, Política nacionalAlberto Nisman, AMIA, Antonio Horacio Stiusso, CIA, Irán, Medios, Mossad, SI, SIDE, Terrorismo
Los riesgos de ir a la batalla con generales mercenarios nisman
El “manotazo de ahogado” del fiscal Nisman (el “chirolita” de “Jaime” Stiuso que citó a indagatoria a la Presidenta y a su Canciller por –supuestamente- encubrir la –supuesta- responsabilidad de Irán en el atentado) es una arremetida del eje judicial-corporativo que encuentra al Gobierno sin un solo medio importante en el que pueda confiar pues los que le son supuestamente afectos responden directa o indirectamente al sionismo encubridor. La maniobra debería ser obvia si se repara en que, si Irán practicara el terrorismo como ISIS -ese invento de la CIA que se descontroló- Nisman no se atrevería a semejante bufonada.
POR JUAN SALINAS / PÁJARO ROJO
Desarmar públicamente las absurdas acusaciones del fiscal Alberto Nisman contra la Presidenta de la República y su Canciller por haber supuestamente desviado o entorpecido la hace muchos años paralizada investigación del atentado a la AMIA sería muy fácil si el Gobierno tuviera en esta materia algunos medios fieles.
Bastaría con poner bajo los focos y ante las cámaras de TV a Nisman y obligarlo a explicar en qué fundamenta sus acusaciones contra, por ejemplo, quien era al momento de las voladuras de la Embajada de Israel y de la AMIA el presidente de Irán, el ayatolá Akbar Hashemí Rafsanjani.
Lo veríamos entonces tartamudear, citar “papers” de varios servicios de inteligencia y los incongruentes dichos de algún iraní que para aquellas fechas ya vivía en Alemania y asesoraba a los servicios teutones, como el meneado “Testigo C”.
Lo mismo puede decirse respecto del demonizado Moshen Rabbani, ex agregado cultural de la Embajada de Irán. La prueba de que no hay nada contra él es obvia: en vez de detenérselo, se lo expulsó del país aprovechando su regreso de vacaciones. Vale decir: se espero a que saliera del país para luego no dejarlo regresar.
Todo los que Nisman apila en infinitas fojas son puros dimes y diretes. Hasta el punto que, de ejecutarse el memorandum de entendimiento argentino-iraní, no podría viajar a Teherán a cumplir aquellas diligencias sin hundirse en el más abyecto ridículo.
Desgraciadamente, ha sido este sitio, prácticamente en solitario, el que ha venido batallando a los largo de muchos años contra los embustes de Nisman, como puede verificarse aquí y aquí, siendo las dos últimas notas que escribí hace unos pocos días, ésta y ésta.
Durante casi una década, desde que reemplazó al prevaricador ex juez Juan José Galeano al frente de la (des)investigación, y usufructuando un presupuesto mensual millonario, Nisman fue el garante -en cumplimiento de los acuerdos establecidos entre los servicios de inteligencia locales con los de Estados Unidos e Israel- de que no se avanzara un milímetro en la dirección de establecer quienes demolieron la AMIA, mataron a 85 personas e hirieron de gravedad a más de un centenar.
Nisman veló porque nada ni nadie pusiera en entredicho la piedra basal de aquel pacto, suscripto también por los principales diarios, los que determinan la agenda: que el ataque a la AMIA -como antes a la Embajada de Israel- habría sido perpetrado por un suicida del Hezbolá libanés que estrelló una camioneta-bomba contra su puerta.
Así, con la ayuda de los grandes diarios capitalinos, pudo pasarse por alto como si fueran meros detalles sin importancia cosas tan evidentes y relevantes como que:
– Las acusaciones contra Irán fueron hechas incluso previamente a los estallidos, y obviamente por los propios terroristas.
– Hezbolá nunca protagonizó ataques de ningún tipo fuera de Medio Oriente.
– Nunca hubo ataques con vehículos-bombas en los que los restos de estos no fueran claramente visibles e identificables, tal como sucedió en Buenos Aires en ambas oportunidades.
– Las pericias hechas por expertos ingenieros independientes determinaron en ambos casos que las explosiones (o, si se quiere, las explosiones principales) se produjeron adentro de los edificios demolidos.
Sucede que en ambos atentados, fueron israelíes (el jefe de seguridad de la Embajada de Israel, Roni Gorni, el general Zeev Livne, jefe de la misión de rescatistas que actuaron entre los escombros en el caso de la mutual) los que impusieron que, en contra de todas las evidencias, se acusara a Irán en base y se diera por probada la existencia de vehículos-bomba (¡y choferes suicidas!) que ningún testigo vio (repito: que ningún testigo vio, ni en el caso de la Embajada de Israel ni en el de la AMIA, dónde una enfermera mintió ostensiblemente aleccionada por un oficial de los bomberos de la PFA) en base a algunos pocos pedazos de camioneta (Ford F-100 en el caso de la Embajada, Renault Trafic en el caso de la AMIA) colectadas por policías federales en las inmediaciones de los edificios demolidos.
En el caso de la AMIA, está claro además que esta versión falsa le fue impuesta al presidente Carlos Menem por un enviado de Israel (tal como probó Horacio Verbitsky hace una década en en su nota La InfAMIA).
El acuerdo tripartito entre los gobiernos y los servicios de inteligencia fue seguido al milímetro por el juez Galeano y Clarín y La Nación (Daniel Santoro, por ejemplo, que hoy salió a respaldar a Nisman, también defendió al juez inicuo hasta que fue destituido) y también (con alguna contradicción, ya que intervinieron muchos periodistas) por Página/12 (Tiempo Argentino no existía entonces, pero desde que apareció se sumó a la corriente).
La caída de Galeano aparejó el triunfo por K.O. del sector de la SIDE dirigido por el ingeniero Antonio Horacio Stiuso (o Stiusso), alías “Jaime” sobre sus rivales de la “Sala Patria”, encabezada por el mayor (R) Alejandro Brousson (fallecido en 2007), que se habían prestado al pago de 400 mil dólares a Carlos Telleldín para que acusara falsamente a una banda de policias bonaerenses liderada por el mayor recaudador de la repartición, el comisario Juan José Ribelli.
A partir de entonces, Nisman suplantó a Galeano como guardián de aquel acuerdo, no sin antes verificar que su esposa, Sandra Arroyo, fuera nombrada jueza federal de San Isidro.
Nisman (al que sus detractores suelen llamar “el fiscal israelí en comisión” por los frecuentes viajes que realiza invitado por organizaciones sionistas) se ciñó al guión preestablecido hasta el punto de que -según los cables de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires publicadas por Wikileaks- cuando quiso inmiscuirse en el encubrimiento liderado por el ex ministro Carlos Corach- desde dicha legación dipomática se le ordenó que se limitara a “la conexión internacional”, esto es, a culpar a Irán.
En épocas recientes, la Presidenta (que conoce muy bien la causa AMIA ya que fue miembro de la Comisión Bicameneral de Seguimiento de las Investigaciones de ambos atentados, primero como senadora y luego como diputada), percibiendo que el presidente Obama busca descongelar las relaciones con Irán a fin de que este país oficie como dique de contención de los extremistas suníes financiados por Arabia Saudi, Qatar, Kuwait y Turquía, tomo la iniciativa de llegar a un acuerdo con Irán para que la justicia argentina pudiera interrogar a los altos funcionarios iraníes que tan livianamente acusa Nisman.
La firma del memorandum con Irán provocó una insurrección generalizada dentro de una Secretaria de Inteligencia liderada por “Jaime” Stiuso o Stiusso, colonizada a gusto tanto por el Mossad como por la CIA desde hace décadas. A partir de entonces, la SI, ex SIDE, trabajó decididamente para los enemigos del Gobierno, excepto una ínfima minoría que decidió privilegiar su fidelidad al Poder Ejecutivo por sobre sus lazos con Estados Unidos e Israel, tal como todo indica hizo desde un primer momento -por las razones que sea- el general Cesar Milani… lo que explica los virulentos ataques que recibe de parte de una oposición, lidera por “la corpo” mediática a la que los crímenes de lesa humanidad les importan un bledo.
En este contexto, el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia y la jubilación compulsiva de Stiuso o Stiusso no podía dejar de tener remezones y “vueltos”. Nisman no es más que su espada vengadora.
El Gobierno afronta ahora tres problemas. El primero, menor, es que Cristina firmó alguna vez un documento de la Comisión Bicameral que dio por acreditado el bluff del coche-bomba con conductor suicida. Yo también, al escribir mi libro “AMIA, El Atentado, quienes fueron los autores y por qué no están presos” (Planeta, 1997) no alcancé a impugnar completamente su falsa existencia (hubo, como parte de la operación terrorista, una Trafic fantasma, una Trafic señuelo… pero no estuvo en el lugar de la explosión). De sabios es rectificar.
Los otros dos son más graves: Uno es -como resulta evidente- que la oposición, carente de propuestas políticas, encontró como agredir al Gobierno a través de la judicialización de la política a través de magistrados cuya catadura moral es inefable. Con los ataques de los Bonadío, los Canicoba Corral, los Lijo y tantos otros magistrados inicuos -a quienes ningún amigo mío le confiaría sus niños, ni siquiera por unas horas- el Gobierno paga sus culpas por haber sostenido a otros impresentables, como el juez Norberto Oyarbide. Que la mayor parte de esos jueces respalden a Nisman y se apoyen en “la corpo” mediática y en legisladoras como Laura Alonso y Patricia Bullrich, ostensiblemente financiadas por la CIA y los “fondos buitres”, no puede sorprender a nadie.
Dos: Afronta esta batalla desigual sin tener un solo medio en el que pueda confiar que no lo traicionará. En lo que también le cabe una importante responsabilidad, porque no se puede ir a la batalla confiando en el talento de generales mercenarios o de pacotilla.
A pesar ofrecer tanto hándicap gratuito, es posible que el Gobierno gane esta batalla porque la acusación de Nisman es sencillamente descabellada. Pero, ni aún así, el resultado stá dado de antemano. Por lo pronto, sus enemigos consiguieron hace tiempo que la Sala I de la Cámara Federal porteña declara inconstitucional el memorándum con Irán.
Y, reducida a su mínima expresión, ya sin Raúl Zaffaroni, no puede confiarse en que la Corte vaya a arreglar ese desaguisado.
Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quien es quien.
http://pajarorojo.com.ar/?p=12404
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Juan José Salinas17/01/2015AMIA, Atentados, Embajada de Israel, Oriente Medio, Periodismo, Política internacional, Política nacionalA;IA, Alberto Nisman, DAIA, Irán, Jorge Lanata
Recibí este interesante material del lujanense José Petrosino:
A propósito del exabrupto jurídico/político del delincuente Nisman, fiscal israelí en comisión en la Procuración General de la Nación y che pibe de la Embajada de Estados Unidos, y el artículo de La Nación “El presidente de la DAIA dijo que ‘la causa AMIA no se canjea, no se negocia, no se vende’ ” le remití al diario de los Mitre y los Saguier el comentario que transcribo abajo.
Los que tengan dudas acerca de lo que afirmo lo pueden corroborar con el propio Nisman, que como servidor público tiene la obligación de evacuar las inquietudes de los ciudadanos. Nisman opera desde las lujosas oficinas que la gilada contribuyente le pagamos para que se rasque a dos manos, junto a sus numerosos y muy bien pagos colaboradores en: Hipólito Yrigoyen 460, 7° piso,
Tels.: (011) 4342-0106 / 2826 / 2665 / 2739 / 2768 / 2637 – mail: ufi-amia .
Careteo sionista al palo
La DAIA, convertida en la vocería de Israel, ha sido el factotum del encubrimiento de los dos atentados cometidos en Buenos Aires. A través de Rubén Beraja, Carlos Corach y el embajador Avirán manipularon y le impusieron al juez Juan José Galeano las falsas acusaciones a Carlos Telleldín y al comisario Juan José Ribelli y Cía, tal como quedó expuesto en el juicio llamado “de la conexión local AMIA”, el más largo y de bochornoso final de la historia penal planentaria.
Y luego en 2003 con “el informe secreto” del Mossad/Jaimito Stiuso, le impusieron la de los funcionarios iraníes que luego Nisman refritó y que son las que ahora están en el tapete.
Nisman debería haber sido procesado con sus ex-secuaces Eamon Mullen, José Barbaccia y Galeano por fabricar las falsas acusaciones del juicio oral, a las que secundó en un todo, pero DAIA lo impuso para que quedara al frente del encubrimiento en dónde, a lo largo de 10 años superó ampliamente a aquellos, para terminar en la ridícula “denuncia” del miércoles pasado.
Sobre la falsa acusación a los iraníes de fines de 2006 que ha terminado en este exabrupto jurídico/político, escuchar lo que dijo Jorge Lanata cuando se la dio a conocer, en:
https://www.youtube.com/watch?v=6FefrIvDSu4 ; https://www.youtube.com/watch?v=C_ORX-2IzDw ,https://www.youtube.com/watch?v=306zx-elmbA , son 15 minutos que no tienen desperdicios.
Lanata conoce el paño porque investigó el bombazo AMIA junto al periodista norteamericano radicado en nuestro país Joe Goldman y en 1995 ambos publicaron un libro con sus hallazgos: “Cortinas de humo”, en el cual, además de probar la falacia del coche-bomba (la explosión fue interior) probó también que Galeano en lugar de investigar, encubría para instalar las falsas hipótesis que Israel y USA le habían impuesto a Menem.
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15/01/2015 | Actualidad
El día que Lanata expuso las contradicciones de Nisman
Hace casi diez años, en noviembre de 2006, Jorge Lanata escribió una columna de investigación en diario Perfil bajo el título “Tócala de nuevo, Nisman”. Allí, reveló todas las contradicciones y falacias de la investigación del atentado a la AMIA. Vale la pena releerla hoy mismo:
La causa AMIA suma hoy 113.600 fojas. Son 568 expedientes de doscientas fojas cada uno, a los que deben sumarse 400 legajos de “Investigación”, 1.000 paquetes de siete a ocho legajos, cada uno con intervenciones telefónicas, y 1.500 carpetas con información de la SIDE. En esas 113.600 fojas, 568 expedientes, 400 legajos, 1.000 paquetes y 1.500 carpetas no hay nada. Si nos dedicáramos a hacer un tótem judicial con esa cantidad absurda de papel, podríamos llenar varios cuartos en una casa. Varios cuartos llenos de nada.
En verdad, y para ser exactos, no se trata de Nada Absoluta: hay operaciones de los servicios e inteligencia, de la Policía, de gobiernos extranjeros, estupidez de jueces y fiscales, corrupción, gestos miserables y después nada. La misma nada presente en las ochocientas y una páginas del dictamen del fiscal Nisman, nada ratificada por el juez federal Canicoba Corral.
Pero la Nada, como nos enseñó Michael Ende en La historia interminable, no es neutral. En la pelea de Bastian y Atreyu la Nada es una especie de representación de todos los pensamientos oscuros del hombre, que destruyen su deseo de soñar. “Todos los personajes de Fantasía que caen dentro de la Nada se convierten en mentiras al pasar al mundo real”, escribe Ende. La negra y viscosa Nada de la AMIA sepulta en la injusticia y el olvido la muerte de ochenta y cinco personas.
El fiscal Alberto Nisman tiene serios problemas de memoria; hace algunos días volvió a repetir lo mismo que el año pasado: anunció avances en la investigación presentando sólo información vieja. El año pasado lo hizo con el espectacular descubrimiento del conductor suicida Ibrahim Berro, quien luego se convirtió en radicheta. Este año repitió su modus operandi solicitando la captura de ocho iraníes por los que él mismo había pedido en 2003, y sin aportar un solo nuevo dato. El 21 de febrero de 2003 el fiscal detective Nisman solicitó junto al ahora ex fiscal José Barbaccia al destituido juez Juan José Galeano la captura de 22 iraníes basándose en información aportada a la causa por el espía Jaime Stiusso. Vale la pena recordar que Barbaccia renunció luego de haber sido apartado de la causa en la que se le reprochan, entre varias irregularidades, el haber practicado filmaciones ilegales en la fiscalía a su cargo, haber filtrado información a la prensa en su viaje a Alemania en diciembre de 2003, cuando recibió la declaración del Testigo “C”, Abolga-shem Mesbahi, disidente del régimen iraní, tergiversando el contenido de su declaración, y haber sido expulsado de la audiencia por el juez alemán, circunstancia que originó una cuestión diplomática que no registra antecedentes en las relaciones exteriores de nuestro país. Hoy Barbaccia apeló su procesamiento dictado por el juez Lijo por haberle ofrecido al mecánico Claudio Cotoras la suma de 100.000 dólares a cambio de imputar a Carlos Telleldín y a Juan José Ribelli en el atentado y por el delito de falso testimonio agravado, ya que afirmó, bajo juramento, desconocer el pago de 400.000 dólares efectuados a Carlos Telleldín.
Nisman debería mejorar su círculo íntimo. Lo curioso del pedido de los 22 iraníes es que estos ocho, que se suponen nuevos, se encontraban en la primera lista de 2003. Nisman pidió entonces –y Galeano concedió– la detención de Hadi Soleimanpour, ex embajador de Irán en Argentina entre los meses de junio de 1991 y agosto de 1994. Soleimanpour fue detenido en Durham, Reino Unido, pero según una nota, fechada el 12 de noviembre del mismo año, el secretario de Estado del Ministerio del Interior inglés decidió dejarlo en libertad por falta de pruebas, “no librar una orden para proceder contra Soleimanpour” y hacer cesar la orden de arresto preventivo pedida por Nisman sobre la base de que “el voluminoso material que conforma el pedido de extradición formulado por Argentina no cumple, prima facie, con los requisitos probatorios exigidos por el Reino Unido” (nota de fojas 916, con traducción a fs. 927/929 del “Incidente de extradición de Hadi Soleimanpour”). La fiebre de detención de Nisman aquel 2003 era imparable: el 16 de mayo, junto a Barbaccia y Eamon Mullen (el otro ex fiscal acusado de irregularidades en la causa), reiteró a Galeano el pedido de captura de los 22 anteriores y agregó otros seis iraníes. Galeano siguió firmando. Hasta que Interpol volvió hacia atrás con los pedidos insistiendo en la poca seriedad de la investigación y agregó un detalle conmovedor: uno de los buscados estaba muerto (lo que hubiera, de hecho, facilitado su captura).Cuando Galeano fue apartado de la causa por el Tribunal Oral, el nuevo juez, Canicoba Corral, insistió con los pedidos de captura de los iraníes: una asamblea de Interpol los rechazó por 91 votos contra 9 a favor. La asamblea le dijo entonces a Canicoba: “El Comité Ejecutivo nota, en particular, que las órdenes de detención fueron firmadas por un magistrado cuya intervención en el caso fue declarada irregular por las autoridades argentinas competentes”. El jefe de la Oficina Jurídica de Interpol fue todavía más claro: “Unicamente nuevas órdenes de detención firmadas por un juez diferente y basadas en un examen de la prueba que respalde los cargos podría justificar el restablecimiento de las difusiones rojas”. “Difusiones rojas” es, en el argot de los organismos de seguridad internacionales, “la búsqueda de los sospechosos”. Interpol fue aún más alllá: “Hasta tanto ello ocurra, rige el cese de búsqueda de los sospechosos iraníes dispuesto por la Secretaría General del organismo” (fojas 118.958 de la causa). La sucesión numérica de Nisman sugiere, sin embargo, algunas preguntas básicas: ¿por qué primero eran 22, luego 12 y ahora 8? ¿En cuál de los tres pedidos se equivocó? ¿O se equivocó en los tres? Nunca, en ninguna de las cientos de miles de fojas, el detective Nisman nos anuncia pruebas nuevas que desincriminen a algunos de los 22, o de los 12, o de los 8, o que los incriminen aún más. Perdón: sí hubo un cambio; a fojas 479 Nisman dice que, en el papelón Soleimanpour, “un nuevo análisis de las pruebas obrantes en la causa nos lleva a concluir que no revisten entidad suficiente como para dictar una medida de coerción en su contra”. Es la versión larga para decir que metió la pata. Bien podría costarle un juicio político, pero parece que la Argentina da para todo.
Lo que no ha ido en descenso, sino más bien todo lo contrario, es la propensión del detective Nisman a la prosa judicial: hay que tener muchas ganas de escribir para tapar la Nada con ochocientas una páginas. Ganas o ser Martín Caparrós, quien ya ha impuesto un estilo de vida con sus brillantes textos largos. Nisman tiene a quien admirar. Lo curioso de la acusación fiscal es, además de su extensión, su diversidad: desde la página 42 hasta la 102 Nisman nos explica la historia del terrorismo en el mundo, citando bibliografía muy diversa. Sólo una cita suena un poco lamentable: la atribuida al libro Cien palabras para explicar el islam, de Soulemane Bachir Diagne, Barcelona. Le faltó incluir Mahoma explicado a los niños.
Dicen que dicen
A fojas 258 de su dictamen Nisman transcribe el corazón de su investigación, su punta del ovillo: “La elección de este atentado –dice– se realizó en una reunión de seguridad máxima del Estado, bajo la presidencia de Rafsanshani el sábado 14 de agosto de 1993. En esa reunión estaban presentes los profesionales militares y miembros fijos de la alta seguridad” (traducción de la información aportada por los disidentes iraníes a fs. 65/70 del legajo 209).
La única prueba de esta reunión son dichos de oídas de terceros. No hay ningún testigo de haber visto u oído directamente algo, por ejemplo:
- A fojas 256 Abolhassan Bani Sadr, ex presidente del Sha, líder de la oposición y director de un diario opositor en el exilio, dice: “Si Irán está por detrás, la decisión la debió tomar el Consejo”.
- Alí Reza Ahmadi, ex integrante del Servicio Exterior del Sha, dice que “sabe que la decisión se tomó en esa reunión”. Nunca explica por qué ni quién le dijo.(fs 256).
- Reza Zakeri Kouchaksaree, presidente de la Resistencia Iraní, dice que “sabe que la decisión se tomó en esa reunión”. Idem anterior.
- Hadi Roshanravani, consejero de la Resistencia Iraní en el exilio, dice que “se enteró por medio de fuentes de los mujaidines en Irán que el atentado fue decidido por las más altas autoridades” (fs. 190).
- Meshabi “C”, disidente y desertor iraní: “La decisión se tomó en el ’93 y estuvo Rabbani” (fs. 256 y 259). “Conozco y obtuve toda la información del atentado a la AMIA de los responsables del servicio de inteligencia de Irán.”
Nisman, con estos testimonios, da por probada la reunión. Y Canicoba Corral los cree verosímiles.
Entonces, avanza otro paso: “Según la Secretaría de Inteligencia, Rabbani partió con destino a Irán el 18 de junio de 1993 y regresó el 29 de octubre de ese año (fs. 552). “No parece arriesgado –dice Nisman– concluir que fue a participar de esta reunión.”
Esa es toda la prueba que las ochocientas (y una) páginas de Nisman ratificadas por Canicoba tienen contra Irán. El resto –como gran parte de esto– son informaciones de inteligencia, informes entregados por SIDE, CIA y Mossad que no figuran como tales en el expediente sino como información propia de la supuesta investigación argentina.
Dice en la acusación otro arrepentido: “Más del ochenta por ciento de las operaciones terroristas que han tenido lugar en el mundo entero han sido realizadas directa o indirectamente por Irán”. Y el fiscal toma esas afirmaciones como prueba.
—Aplaudimos al sistema judicial de la Argentina –dijo la Casa Blanca al conocerse la decisión de Canicoba Corral.
—Aplaudimos la búsqueda tenaz de la Justicia –dijo el portavoz Tony Snow– contra los autores del atentado. Llamamos a todos los gobiernos a apoyar al gobierno argentino.
Irán tiene petróleo y gas, y se anima a montar un reactor nuclear sin pedir permiso. Y de Irán a Irak cambia una sola letra.
Una vieja historia
La historia de involucrar a Irán en el atentado contra la AMIA no es nueva: a fojas 7213 del Cuerpo 36 se informa que una de las agendas de Telleldín apareció recortada y que apareció también, en la casa del entonces sospechoso (ahora liberado por el Tribunal Oral), “un papel” que decía “Embajada Islámica de Irán”. Telleldín tuvo que escribir unas veinte veces aquello de “Embajada Islámica de Irán” y fue sometido a una pericia caligráfica (como si el hecho de portar esas palabras en un papel configurara un delito). A fojas 26.988 se observa que los peritos Picasso, Giménez, Noguera, Comba y Anzorena “no encontraron similitudes entre la letra del papel y la de Telleldín”.
El recorte llegó a la agenda de Telleldín “plantado” y quizá provenga del mismo jardín en el que se plantó el motor de la Trafic, como veremos más adelante. La insistencia de Estados Unidos e Israel en involucrar a Irán en el atentado no es ideológica sino estratégica: nadie en su sano juicio podría defender a Irán, con un presidente proclive a las declaraciones nazis y serias violaciones a los derechos humanos en el interior del país, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, con perdón de la tautología.
Si, como todo indica, el atentado llegó de Siria, la estrategia de involucrar a Irán se vuelve mucho más clara:
- Desde la Guerra del Golfo el régimen de Damasco es aliado de Estados Unidos contra Irak.
- Siria e Israel disputan parte de los territorios ocupados (las Alturas del Golán), y culparlos de la AMIA agregaría otra piedra en un camino lleno de obstáculos para esa relación cada vez más tensa en la frontera norte de Israel.
La investigación de la AMIA está montada sobre pies de barro: uno de ellos, quizás el más significativo, es la supuesta existencia del coche bomba al que sólo una testigo vio. María Nicolasa Romero, enfermera de la Policía, declaró en la causa que esa mañana fue sorprendida por la explosión junto a su hijo y su hermana, mientras se dirigían a un jardín de infantes vecino. “Mientras caminaban por la vereda impar de Pasteur al 600 (N del A: la misma de la AMIA), el niño se soltó de su mano y comenzó a correr, por lo que ella y su hermana debieron apurar el paso hasta darle alcance en la esquina de Pasteur y Tucumán; que al descender de la calzada para iniciar el cruce los tres se vieron obligados a retomar la vereda para evitar ser atropellados por una camioneta color beige que lentamente circulaba por Tucumán y, para tomar Pasteur, giró hacia su derecha en forma cerrada”. En ese segundo, quizá segundo y medio, Nicolasa pudo proteger a su hijo, volver a subir el cordón, ver el rostro del conductor y advertir que poseía rasgos árabes. Si el cargo de director de la CIA estuviera vacante, Nicolasa debería ocuparlo. Su hermana, a fojas 165 del expediente, no vio el coche bomba.
Un equipo de investigación dirigido por el autor de estas líneas y formado por once personas investigó el atentado y descubrió por lo menos a diez testigos sobrevivientes que estaban mucho más cerca de la puerta de la AMIA que Nicolasa y nunca vieron a la famosa Trafic. En estas páginas se reproduce un mapa con su ubicación y datos personales:
1) Juan Carlos Alvarez, el barrendero que se acercaba al volquete que estaba en la puerta de la AMIA mirando hacia ahí, y sobrevivió de milagro.
2) Daniel Joffe, el electricista que reparaba el carburador de su Renault a menos de quince metros, con el auto ubicado según el sentido del tránsito y perfecta visibilidad de la puerta.
3-4) Los policías Bordón y Guzmán (uno en el bar Caoba y otro apoyado en el patrullero).
5) Gustavo Acuña, que cruzaba desde un negocio vecino hacia el kiosco de Marcelo Fernández.
6) Adriana Mena, empleada de la imprenta frente a la AMIA.
7) La vecina María Josefa Vicente, en el balcón del tercer piso de Pasteur y Tucumán, mirando hacia la calle.
8) Gabriel Villalba (empleado de la empresa de equipamientos odontológicos Narbi-Herrero), que estaba en Pasteur 675 cargando un aparato en una pick-up Dodge estacionada en doble fila.
9) Alejandro Benavídez, dueño del bar Catriel, que cruzaba Pasteur en dirección a Tucumán.
10-11) Los colectiveros que se acercaban por Tucumán hacia Pasteur.
12) Rosa Barreiro, que llevaba de la mano a su hijo Sebastián y estaba a menos de cinco metros: no escuchó ni el motor de la Trafic, ni el chirrido al subirse al cordón.
Los automóviles que circulaban por Pasteur hacia Lavalle.
Como ya comentamos, el detective Nisman dio crédito a diversos informes de la SIDE, como los que en 2003 concluyeron que “quien condujo el coche bomba fue el miembro del Hezbollah libanés Ibrahim Berro”. La versión de Berro, en verdad, provenía del FBI y fue reprocesada por los espías locales. Nisman le exhibió las fotos de Berro a Nicolasa y no lo reconoció, aunque aclaró que “era un muchachote como éste, de esta contextura” y que “veía un parecido en el rostro”, pero aclaró “que no estaba totalmente segura”. Luego se supo, según la familia de Berro, residente en Estados Unidos, que Ibrahim murió en 1994 en Talousah bajo el ataque de un helicóptero israelí.
Otros datos sobre la supuesta Trafic merecen ser mencionados:
- Ningún testigo quiso firmar el acta de “descubrimiento” del coche bomba.
- El acta de secuestro del motor tampoco fue firmada por los bomberos.
- Eduardo Magnano, jefe técnico de CIADEA (Renault), escuchaba la radio a dos horas del atentado y recibió la visita de una comisión policial con un paragolpes en la mano. Querían saber si era el paragolpes de una Trafic (fojas 29.480).
- El POC (Departamento de Protección del Orden Constitucional) y la SIDE pincharon el teléfono de Telleldín cinco días antes de que el motor de la Trafic fuera “descubierto”.
- La Trafic, según consta en el expediente, tenía el motor de un modelo y la carrocería de otro. Lo que sí se veía clarito era el número del block: 2.831.467.
En su acusación, el detective Nisman vuelve a transitar un mito demasiado viejo: que el explosivo llegó desde el exterior, en este caso “en 1990 desde Brasil, porque los iraníes habían encontrado posibilidades de almacenar este tipo de materiales”. Según las pericias, la AMIA fue volada con amonal, un explosivo compuesto por nitrato de amonio (un fertilizante) y polvo de aluminio (sirve, por ejemplo, para teñir pinturas de color plateado). En ocasión de nuestra investigación, envié a un cadete –ex profeso sin documentos– a comprar nitrato y polvo en un comercio a cinco cuadras del Obelisco. Lo único que le pidieron fue el número de CUIT. Después mostré por televisión lo complicado de conseguir un explosivo en Argentina.
La pista siria
Con respecto a las motivaciones políticas del atentado, Nisman (¿o deberíamos decir la línea Galeano-Nisman-Canicoba?) habla de una cuenta, de dos cuentas, de una cuenta de Irán, de una cuenta numerada en un banco que nunca se encontró, de un depósito, de dos depósitos, de diez millones, de doscientos millones, del atentado contra la AMIA, del atentado contra la Embajada de Israel, de distintos enviados, de distintos contactos, de mensajes de Menem, de mensajes a Menem, etc., etc., etc.
La llamada “pista siria” se dejó de lado en la “investigación” de Galeano:
- En 1988 Menem visitó el país de sus antepasados y buscó allí ayuda financiera para su campaña. Los sirios le aportaron, según diversas fuentes, unos cuarenta millones de dólares. Este dato fue confirmado a los periodistas Norberto Bermúdez y Carlos Torrengo por el dominicano Nemen Nader en Madrid.
- Menem prometió entonces a los sirios y los libios la entrega del misil Cóndor y protocolos de transferencia de tecnología nuclear. Los planos del Cóndor terminaron en el Pentágono, el acuerdo nunca se produjo y la plata nunca volvió a su origen.
- Hay quienes piensan que el acuerdo con Siria era mayor: Siria tiene un lucrativo comercio de heroína y opio en el valle de la Bekaa, y es el principal exportador de heroína a Europa. Eso genera excedentes financieros de dinero negro que, por aquel entonces, buscaron sin éxito lavarse en Buenos Aires.
- Las figuras de Ibrahim al Ibrahim a cargo de la Aduana en los primeros años de Carlos Saúl y la cotidiana presencia de Monzer Al Kassar, ciudadano sirio con nacionalidad argentina, el Yomagate y las inversiones de Abdala Rashid al Aalí en Santiago del Estero completan la cantidad de sirios por metro cuadrado necesaria como para empezar a preguntarse sobre el punto.
- “Esta bomba me la pusieron a mí”, fue lo primero que dijo Carlos Menem al enterarse del atentado en la calle Pasteur.
- Esta bomba me la pusieron a mí.
Después, preguntó por Zulemita. Su hija no vivía ni estudiaba en el Once. Al año siguiente su hijo moriría en un confuso accidente en San Nicolás.
Según el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, Menem estaba convencido del origen sirio del atentado. Cuando poco antes de salir del gobierno recibió en la Casa Rosada al Premio Nobel de la Paz Eli Weissel, Menem le dijo que conocía el origen y los autores del atentado contra la Embajada de Israel, pero que no podía hacerlo público. Weissel le relató esta extraña conversación al entonces procurador general de la Nación, Angel Agüero Iturbe.
En noviembre de 1994, algunos meses después del atentado, Menem volvió a pisar Damasco, después de cinco años de intentarlo. Recién entonces recompuso las relaciones con el país de sus padres.
“El Hezbollah es la única organización que realiza atentados con coches bomba”, dice en la acusación de Nisman el especialista Ariel Merari. Se equivoca: los otros que usan coches bomba, y a razón de unos treinta y cinco a cuarenta atentados por año, son los carteles colombianos de la droga.
La causa AMIA, las 113.600 fojas, 568 expedientes, 400 legajos, 1.000 paquetes y 1.500 carpetas se construyeron eligiendo primero el resultado y luego la forma de llegar a él. Un rápido repaso de los diarios muestra de modo más que evidente las cortinas de humo:
- 25 de octubre de 1997: Galeano está dispuesto a seguir la pista iraní. Pidió a Alemania los antecedentes de un atentado iraní en un restaurante.
- 22 de noviembre de 1997: AMIA: se vuelve a pensar en Irán. Interrogan al “arrepentido” Moatamer.
- 25 de noviembre de 1997: Detonarán 350 kilos de explosivo en una Trafic. Lo hará la productora de TV de Raúl García y Néstor Machiavelli.
- 28 de noviembre de 1997: Investigan a un nuevo diplomático iraní.
- 29 de noviembre de 1997: Galeano trajo documentos que involucran a Irán.
- 4 de diciembre de 1997: Estados Unidos e Israel señalaron a Irán.
- 20 de enero de 1998: Alertan sobre otro ataque antisemita.
- 6 de febrero de 1998: La Corte Suprema también le apunta a la Yihad islámica.
- 18 de marzo de 1998: El embajador israelí Avirán pidió que se responsabilice a Irán.
- 6 de mayo de 1998: El Departamento de Estado de EE.UU. avala la pista iraní.
- 16 de mayo de 1998: Exigen el retiro de siete diplomáticos iraníes.
Pasaron ocho años. La canción que se repite sigue siendo la misma.
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jueves, 15 de enero de 2015
Je ne suis pas Nisman
Ayer Nisman lanzó una escandalosa operación, acusando directamente a la Presidenta y al canciller Timerman de encubrir al terrorismo iraní en el atentado de la AMIA. Obviamente la acusación fue inmediatamente recogida y asumida como propia por Clarín y La Nación, que intentarán dejar en sus primeras planas el nombre de Cristina asociado a la palabra "terrorismo" por todo el tiempo que puedan. Que la derecha tenga que ponerse detrás de un tipo tan sospechado como Nisman también habla de su falta de recursos legítimamente políticos para cuestionar al gobierno.
La denuncia del fiscal es gravísima si se la toma en serio, a pesar de que aún no presentó ninguna prueba consistente que respalde sus acusaciones. En cambio, da la impresión de tratarse de un intento por criminalizar una política de estado, como si los tribunales tuvieran derecho a penalizar los actos de gobierno. La acusación del fiscal que paralizó la causa AMIA es curiosa, porque su rol lo hizo tan mal que es uno de los responsables de que el acto terrorista pueda quedar impune, además de suponer de manera falaz que ya se ha demostrado quiénes son los autores del atentado, cuando esto es justamente lo que él debería haber logrado y no hizo. Un artífice de la impunidad que quiere acusar de eso mismo a otros para tratar de zafar.
Lo que sí hizo Nisman es empiojar la causa poniéndola al servicio de la estrategia bélica de EEUU e Israel en Medio Oriente. A Nisman le interesa algo muy distinto de encontrar a los autores del atentado: quiere sobreactuar su servilismo con la embajada de los EEUU e impulsar las directivas de la CIA y el Mossad, organismos de inteligencia extranjeros que impusieron a la investigación un rumbo único, excluyente y no probado, la pista iraní, desechando otras posibilidades, como la pista siria que se barajó inmediatamente de producida la masacre. Nisman también congeló el avance de la causa por encubrimiento, y por su propia culpa todos los imputados resultaron absueltos. Dejó caer esa investigación por orden de la propia embajada norteamericana en Buenos Aires, como consta en varios cables de Wikileaks.
En el acto de julio pasado frente a los Tribunales, donde se conmemoraba el 20 aniversario del atentado a la mutual judía, la organización Memoria Activa (familiares de las víctimas de la AMIA enfrentados a las entidades comunitarias oficiales, que están alineadas con el gobierno derechista de Israel), pidió que se apartara a Nisman de la causa. Su referente, Diana Malamud, dijo: “Exigimos la remoción del fiscal especial Alberto Nisman, por su total incapacidad. Será una fiscalía especial porque es especialmente inepta”.
Nisman había aparecido hace un par de años en los Wikileaks como un operador obediente de las directivas de la embajada norteamericana en Buenos Aires que intentó desviar la investigación en favor de los intereses bélicos de ese país. Durante unos años EEUU e Israel estuvieron alentando una escalada bélica contra Irán, por lo que les servía que quedara instalada la idea de que es un estado que propicia el terrorismo (como si los propios EEUU e Israel no incurrieran en bombardeos a poblaciones civiles, torturas de prisioneros, masacres y otras horrendas violaciones a los derechos humanos tan repudiables como la voladura de la AMIA). Por eso, les resultaba funcional acusar a Irán por el atentado y que se desestimaran otras líneas de investigación. Nisman, en su fabuladora denuncia de ayer dice que la orden de Cristina era imputar a algunos "fachos locales" por el acto terrorista. En sus años como presidenta y antes, como integrante de la comisión bicameral que investigó los atentados, Cristina jamás propició desviar la investigación hacia lugar alguno, pero la preocupación de Nisman porque se acuse a fachos locales quizás sea un indicio de sus propias amistades.
El gobierno kirchnerista durante casi 12 años logró construir un delicado equilibrio para no ceder a las presiones de ninguna de las partes que sostienen el conflicto en Medio Oriente: ni con EEUU e Israel, ni con Irán, ni con los otros actores de aquella complicada región. Esta posición de autonomía y no alineamiento se materializó en muchos discursos de Néstor y Cristina en las Naciones Unidas, exigiéndole a Irán que colabore en el esclarecimiento del atentado y luego intentando descongelar la causa con el Memorandum de Entetendimiento para interrogar a los iraníes a los que que el propio Nisman imputa. El Memorandum fue fuertemente resistido por sectores de la Secretaría de Inteligencia del estado que fueron removidos hace poco y a los que Nisman también reporta (en especial se menciona a Jaime Stiuso).
Dice el Pájaro Salinas:
Durante casi una década, desde que reemplazó al prevaricador ex juez Juan José Galeano al frente de la (des)investigación, y usufructuando un presupuesto mensual millonario, Nisman fue el garante -en cumplimiento de los acuerdos establecidos entre los servicios de inteligencia locales con los de Estados Unidos e Israel- de que no se avanzara un milímetro en la dirección de establecer quienes demolieron la AMIA, mataron a 85 personas e hirieron de gravedad a más de un centenar.
(...) En épocas recientes, la Presidenta (que conoce muy bien la causa AMIA ya que fue miembro de la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Investigaciones de ambos atentados, primero como senadora y luego como diputada), percibiendo que el presidente Obama busca descongelar las relaciones con Irán a fin de que este país oficie como dique de contención de los extremistas suníes financiados por Arabia Saudi, Qatar, Kuwait y Turquía, tomo la iniciativa de llegar a un acuerdo con Irán para que la justicia argentina pudiera interrogar a los altos funcionarios iraníes que tan livianamente acusa Nisman.
La firma del memorandum con Irán provocó una insurrección generalizada dentro de una Secretaria de Inteligencia liderada por “Jaime” Stiuso o Stiusso, colonizada a gusto tanto por el Mossad como por la CIA desde hace décadas. A partir de entonces, la SI, ex SIDE, trabajó decididamente para los enemigos del Gobierno, excepto una ínfima minoría que decidió privilegiar su fidelidad al Poder Ejecutivo por sobre sus lazos con Estados Unidos e Israel, tal como todo indica hizo desde un primer momento -por las razones que sea- el general Cesar Milani… lo que explica los virulentos ataques que recibe de parte de una oposición, lidera por “la corpo” mediática a la que los crímenes de lesa humanidad les importan un bledo.
En este contexto, el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia y la jubilación compulsiva de Stiuso o Stiusso no podía dejar de tener remezones y “vueltos”. Nisman no es más que su espada vengadora. (Completo acá)
Hace apenas unos días, antes de que se produjera la masacre de Charlie Hebdo, en este mismo blog yo escribía: "...la Amia y la DAIA defienden de modo dogmático la tesis impuesta por el MOSSAD y la CÍA sobre la investigación de los atentados terroristas perpetrados contra la Embajada Israelí y la AMIA en los 90. Cualquiera que cuestione esas tesis (altamente cuestionables) que en nuestro país lleva a cabo el fiscal Nisman, con la colaboración de miembros de la SIDE, ahora al parecer removidos, que tuercen la investigación hacia lo que a EEUU e Israel les interesa, es acusado de connivencia con el terrorismo islámico, Por supuesto, los que hablan así reivindican in toto el terrorismo norteamericano e israelí".
¿Se acoplarán ahora estas entidades a la temeraria movida de Nisman para embarrar la cancha? ¿Prevalecerá entre las entidades un mínimo de sensatez para no involucrarse en una maniobra golpista?
"Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quién es quién".
Todo esto lo escribí apenas horas antes de que la masacre en la revista Charlie Hebdo en París hiciera escalar un clima de guerra contra el Islam que ahora involucra fuertemente a las potencias europeas. La máquina bélica occidental ya no marca a Irán o a Hezbollah como los enemigos más peligrosos. Ahora señalan a Al Qaeda y el Estado Islámico (a pesar de que ellos aparezcan enfrentados entre sí). "Je suis Charlie" fue la pancarta oportunista tras la cual se alinearon los líderes europeos el domingo en París, que conducen estados que no buscan la paz sino que promueven la guerra.
Je suis Charlie es una consigna sentimental y simpática para alinear a millones de franceses con Merkel, Cameron, Netanyahu, Rajoy y otros masters of war. Europa está en problemas políticos y económicos, se acercan las elecciones en Grecia, donde podría ganar la izquierda antiajuste. En España crece Podemos. Se trata de intentos de tramitar la crisis por la vía política, que incluso siguen con atención a las experiencias latinoamericanas denominadas populistas. Se hace política, es decir: se apela al poder del pueblo movilizado; o se hace terrorismo, es decir: se apela a la psicosis del televidente que apoye el exterminio del mal absoluto. Por eso en Europa crece la islamofobia, algo que en Sudamérica no tiene ninguna chance de prosperar. Por eso los actos terroristas son completamente funcionales a los intereses de la máquina bélica de occidente, como lo demostró la secuencia 9/11, invasión de Itak en busca de armas masivas que nunca se hallaron y posterior show de "ajusticiamiento" y desaparición del cadáver de Osama Bin Laden, con puntos tan oscuros como es oscura la película Zero dark thirty, que pretende hacernos empatizar con los comandos yanquis que llevan a cabo estas "misiones especiales", donde los terroristas jamás son apresados sino siempre muertos fuera de campo. No vaya a ser cosa de que digan que alguna vez fueron agentes norteamericanos.
Como pocas veces puede verse, en la denuncia de Nisman se alínean los intereses desestabilizadores de las potencias extranjeras y la derecha local. "Si me llega a pasar algo, no miren a Oriente, miren al Norte", advirtió hace poco Cristina. ¿Nisman vendrá respaldado por el Norte o se manda por las suyas? "Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quién es quién".
A pesar de su pésimo desempeño como fiscal de la causa, los medios golpistas argentinos otorgan inmediato crédito a este personaje que venía muy cuestionado. Les sirve para intentar manchar a Cristina con los peores estigmas: fue loca, violenta, intolerante, autista, farsante, ladrona... ahora quieren hacerla terrorista. Es el precio a pagar por ser una líder democrática que no se doblegó ante los poderes fácticos que tuvieron en vilo a todos los gobiernos civiles del siglo xx o que directamente impusieron los gobiernos militares para que hagan la tarea sucia de defender sus intereses permanentes. El kirchnerismo también fue original en su política de no alineamiento internacional y de multipolaridad. Esa autonomía nacional también se castiga. En estos tiempos memorables gobierna el país un movimiento que sostiene la autonomía de la política para lidiar contra la prepotencia de las corporaciones. Recordemos esto porque en pocos meses habrá otra persona sentada en la Casa Rosada y tendremos un parámetro con que medirla.
La denuncia de Nisman viene después de que su mandante Jaime Stiuso fue expulsado de la SI. Los familiares de las víctimas hace rato sospechan de su desempeño, cuando no directamente lo repudian. Otro factor a tener en cuenta es el enfrentamiento de una parte de la corporación judicial contra el gobierno democrático. El ex fiscal general federal de Bahía Blanca, Hugo Cañón, un luchador férreo por la vigencia de los derechos humanos y contra la impunidad, que renunció hace pocos meses a su cargo de presidente de la Comisión Provincial por la Memoria afirmó por estas horas acerca de Nisman: "Está probada su dependencia de la CIA. No es una movida menor. Quienes mueven las piezas en el tablero mundial están dando un jaque evidente. Ya son varios los países afectados, y el nuestro está siendo colocado en ese sitio de desestabilización. No hay que restarle importancia y hay que estar preparados".
Como dice el Pájaro Salinas, "Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quien es quien". En las próximas horas se verá si la jueza Servini de Cubría hace lugar al pedido de indagatoria de Nisman. En ese caso, se podrá evaluar si esta maniobra desestabilizadora se limita a un acto desesperado de Nisman por haberse quedado solo o si forma parte de un juego más vasto y peligroso.
http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2015/01/je-ne-suis-pas-nisman.html
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Causa AMIA: Un chiste de Jaimito…
Nisman1
Juan José Salinas17/01/2015AMIA, Atentados, Embajada de Israel, Investigación, Oriente Medio, Periodismo, Política internacional, Política nacionalAlberto Nisman, AMIA, Antonio Horacio Stiusso, CIA, Irán, Medios, Mossad, SI, SIDE, Terrorismo
Los riesgos de ir a la batalla con generales mercenarios nisman
El “manotazo de ahogado” del fiscal Nisman (el “chirolita” de “Jaime” Stiuso que citó a indagatoria a la Presidenta y a su Canciller por –supuestamente- encubrir la –supuesta- responsabilidad de Irán en el atentado) es una arremetida del eje judicial-corporativo que encuentra al Gobierno sin un solo medio importante en el que pueda confiar pues los que le son supuestamente afectos responden directa o indirectamente al sionismo encubridor. La maniobra debería ser obvia si se repara en que, si Irán practicara el terrorismo como ISIS -ese invento de la CIA que se descontroló- Nisman no se atrevería a semejante bufonada.
POR JUAN SALINAS / PÁJARO ROJO
Desarmar públicamente las absurdas acusaciones del fiscal Alberto Nisman contra la Presidenta de la República y su Canciller por haber supuestamente desviado o entorpecido la hace muchos años paralizada investigación del atentado a la AMIA sería muy fácil si el Gobierno tuviera en esta materia algunos medios fieles.
Bastaría con poner bajo los focos y ante las cámaras de TV a Nisman y obligarlo a explicar en qué fundamenta sus acusaciones contra, por ejemplo, quien era al momento de las voladuras de la Embajada de Israel y de la AMIA el presidente de Irán, el ayatolá Akbar Hashemí Rafsanjani.
Lo veríamos entonces tartamudear, citar “papers” de varios servicios de inteligencia y los incongruentes dichos de algún iraní que para aquellas fechas ya vivía en Alemania y asesoraba a los servicios teutones, como el meneado “Testigo C”.
Lo mismo puede decirse respecto del demonizado Moshen Rabbani, ex agregado cultural de la Embajada de Irán. La prueba de que no hay nada contra él es obvia: en vez de detenérselo, se lo expulsó del país aprovechando su regreso de vacaciones. Vale decir: se espero a que saliera del país para luego no dejarlo regresar.
Todo los que Nisman apila en infinitas fojas son puros dimes y diretes. Hasta el punto que, de ejecutarse el memorandum de entendimiento argentino-iraní, no podría viajar a Teherán a cumplir aquellas diligencias sin hundirse en el más abyecto ridículo.
Desgraciadamente, ha sido este sitio, prácticamente en solitario, el que ha venido batallando a los largo de muchos años contra los embustes de Nisman, como puede verificarse aquí y aquí, siendo las dos últimas notas que escribí hace unos pocos días, ésta y ésta.
Durante casi una década, desde que reemplazó al prevaricador ex juez Juan José Galeano al frente de la (des)investigación, y usufructuando un presupuesto mensual millonario, Nisman fue el garante -en cumplimiento de los acuerdos establecidos entre los servicios de inteligencia locales con los de Estados Unidos e Israel- de que no se avanzara un milímetro en la dirección de establecer quienes demolieron la AMIA, mataron a 85 personas e hirieron de gravedad a más de un centenar.
Nisman veló porque nada ni nadie pusiera en entredicho la piedra basal de aquel pacto, suscripto también por los principales diarios, los que determinan la agenda: que el ataque a la AMIA -como antes a la Embajada de Israel- habría sido perpetrado por un suicida del Hezbolá libanés que estrelló una camioneta-bomba contra su puerta.
Así, con la ayuda de los grandes diarios capitalinos, pudo pasarse por alto como si fueran meros detalles sin importancia cosas tan evidentes y relevantes como que:
– Las acusaciones contra Irán fueron hechas incluso previamente a los estallidos, y obviamente por los propios terroristas.
– Hezbolá nunca protagonizó ataques de ningún tipo fuera de Medio Oriente.
– Nunca hubo ataques con vehículos-bombas en los que los restos de estos no fueran claramente visibles e identificables, tal como sucedió en Buenos Aires en ambas oportunidades.
– Las pericias hechas por expertos ingenieros independientes determinaron en ambos casos que las explosiones (o, si se quiere, las explosiones principales) se produjeron adentro de los edificios demolidos.
Sucede que en ambos atentados, fueron israelíes (el jefe de seguridad de la Embajada de Israel, Roni Gorni, el general Zeev Livne, jefe de la misión de rescatistas que actuaron entre los escombros en el caso de la mutual) los que impusieron que, en contra de todas las evidencias, se acusara a Irán en base y se diera por probada la existencia de vehículos-bomba (¡y choferes suicidas!) que ningún testigo vio (repito: que ningún testigo vio, ni en el caso de la Embajada de Israel ni en el de la AMIA, dónde una enfermera mintió ostensiblemente aleccionada por un oficial de los bomberos de la PFA) en base a algunos pocos pedazos de camioneta (Ford F-100 en el caso de la Embajada, Renault Trafic en el caso de la AMIA) colectadas por policías federales en las inmediaciones de los edificios demolidos.
En el caso de la AMIA, está claro además que esta versión falsa le fue impuesta al presidente Carlos Menem por un enviado de Israel (tal como probó Horacio Verbitsky hace una década en en su nota La InfAMIA).
El acuerdo tripartito entre los gobiernos y los servicios de inteligencia fue seguido al milímetro por el juez Galeano y Clarín y La Nación (Daniel Santoro, por ejemplo, que hoy salió a respaldar a Nisman, también defendió al juez inicuo hasta que fue destituido) y también (con alguna contradicción, ya que intervinieron muchos periodistas) por Página/12 (Tiempo Argentino no existía entonces, pero desde que apareció se sumó a la corriente).
La caída de Galeano aparejó el triunfo por K.O. del sector de la SIDE dirigido por el ingeniero Antonio Horacio Stiuso (o Stiusso), alías “Jaime” sobre sus rivales de la “Sala Patria”, encabezada por el mayor (R) Alejandro Brousson (fallecido en 2007), que se habían prestado al pago de 400 mil dólares a Carlos Telleldín para que acusara falsamente a una banda de policias bonaerenses liderada por el mayor recaudador de la repartición, el comisario Juan José Ribelli.
A partir de entonces, Nisman suplantó a Galeano como guardián de aquel acuerdo, no sin antes verificar que su esposa, Sandra Arroyo, fuera nombrada jueza federal de San Isidro.
Nisman (al que sus detractores suelen llamar “el fiscal israelí en comisión” por los frecuentes viajes que realiza invitado por organizaciones sionistas) se ciñó al guión preestablecido hasta el punto de que -según los cables de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires publicadas por Wikileaks- cuando quiso inmiscuirse en el encubrimiento liderado por el ex ministro Carlos Corach- desde dicha legación dipomática se le ordenó que se limitara a “la conexión internacional”, esto es, a culpar a Irán.
En épocas recientes, la Presidenta (que conoce muy bien la causa AMIA ya que fue miembro de la Comisión Bicameneral de Seguimiento de las Investigaciones de ambos atentados, primero como senadora y luego como diputada), percibiendo que el presidente Obama busca descongelar las relaciones con Irán a fin de que este país oficie como dique de contención de los extremistas suníes financiados por Arabia Saudi, Qatar, Kuwait y Turquía, tomo la iniciativa de llegar a un acuerdo con Irán para que la justicia argentina pudiera interrogar a los altos funcionarios iraníes que tan livianamente acusa Nisman.
La firma del memorandum con Irán provocó una insurrección generalizada dentro de una Secretaria de Inteligencia liderada por “Jaime” Stiuso o Stiusso, colonizada a gusto tanto por el Mossad como por la CIA desde hace décadas. A partir de entonces, la SI, ex SIDE, trabajó decididamente para los enemigos del Gobierno, excepto una ínfima minoría que decidió privilegiar su fidelidad al Poder Ejecutivo por sobre sus lazos con Estados Unidos e Israel, tal como todo indica hizo desde un primer momento -por las razones que sea- el general Cesar Milani… lo que explica los virulentos ataques que recibe de parte de una oposición, lidera por “la corpo” mediática a la que los crímenes de lesa humanidad les importan un bledo.
En este contexto, el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia y la jubilación compulsiva de Stiuso o Stiusso no podía dejar de tener remezones y “vueltos”. Nisman no es más que su espada vengadora.
El Gobierno afronta ahora tres problemas. El primero, menor, es que Cristina firmó alguna vez un documento de la Comisión Bicameral que dio por acreditado el bluff del coche-bomba con conductor suicida. Yo también, al escribir mi libro “AMIA, El Atentado, quienes fueron los autores y por qué no están presos” (Planeta, 1997) no alcancé a impugnar completamente su falsa existencia (hubo, como parte de la operación terrorista, una Trafic fantasma, una Trafic señuelo… pero no estuvo en el lugar de la explosión). De sabios es rectificar.
Los otros dos son más graves: Uno es -como resulta evidente- que la oposición, carente de propuestas políticas, encontró como agredir al Gobierno a través de la judicialización de la política a través de magistrados cuya catadura moral es inefable. Con los ataques de los Bonadío, los Canicoba Corral, los Lijo y tantos otros magistrados inicuos -a quienes ningún amigo mío le confiaría sus niños, ni siquiera por unas horas- el Gobierno paga sus culpas por haber sostenido a otros impresentables, como el juez Norberto Oyarbide. Que la mayor parte de esos jueces respalden a Nisman y se apoyen en “la corpo” mediática y en legisladoras como Laura Alonso y Patricia Bullrich, ostensiblemente financiadas por la CIA y los “fondos buitres”, no puede sorprender a nadie.
Dos: Afronta esta batalla desigual sin tener un solo medio en el que pueda confiar que no lo traicionará. En lo que también le cabe una importante responsabilidad, porque no se puede ir a la batalla confiando en el talento de generales mercenarios o de pacotilla.
A pesar ofrecer tanto hándicap gratuito, es posible que el Gobierno gane esta batalla porque la acusación de Nisman es sencillamente descabellada. Pero, ni aún así, el resultado stá dado de antemano. Por lo pronto, sus enemigos consiguieron hace tiempo que la Sala I de la Cámara Federal porteña declara inconstitucional el memorándum con Irán.
Y, reducida a su mínima expresión, ya sin Raúl Zaffaroni, no puede confiarse en que la Corte vaya a arreglar ese desaguisado.
Presten mucha atención porque es ahora cuando se verá quien es quien.
http://pajarorojo.com.ar/?p=12404
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Causa AMIA: Cuando Lanata se burlaba de chirolita Nisman y sus acusaciones a Irán
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Juan José Salinas17/01/2015AMIA, Atentados, Embajada de Israel, Oriente Medio, Periodismo, Política internacional, Política nacionalA;IA, Alberto Nisman, DAIA, Irán, Jorge Lanata
Recibí este interesante material del lujanense José Petrosino:
A propósito del exabrupto jurídico/político del delincuente Nisman, fiscal israelí en comisión en la Procuración General de la Nación y che pibe de la Embajada de Estados Unidos, y el artículo de La Nación “El presidente de la DAIA dijo que ‘la causa AMIA no se canjea, no se negocia, no se vende’ ” le remití al diario de los Mitre y los Saguier el comentario que transcribo abajo.
Los que tengan dudas acerca de lo que afirmo lo pueden corroborar con el propio Nisman, que como servidor público tiene la obligación de evacuar las inquietudes de los ciudadanos. Nisman opera desde las lujosas oficinas que la gilada contribuyente le pagamos para que se rasque a dos manos, junto a sus numerosos y muy bien pagos colaboradores en: Hipólito Yrigoyen 460, 7° piso,
Tels.: (011) 4342-0106 / 2826 / 2665 / 2739 / 2768 / 2637 – mail: ufi-amia .
Careteo sionista al palo
La DAIA, convertida en la vocería de Israel, ha sido el factotum del encubrimiento de los dos atentados cometidos en Buenos Aires. A través de Rubén Beraja, Carlos Corach y el embajador Avirán manipularon y le impusieron al juez Juan José Galeano las falsas acusaciones a Carlos Telleldín y al comisario Juan José Ribelli y Cía, tal como quedó expuesto en el juicio llamado “de la conexión local AMIA”, el más largo y de bochornoso final de la historia penal planentaria.
Y luego en 2003 con “el informe secreto” del Mossad/Jaimito Stiuso, le impusieron la de los funcionarios iraníes que luego Nisman refritó y que son las que ahora están en el tapete.
Nisman debería haber sido procesado con sus ex-secuaces Eamon Mullen, José Barbaccia y Galeano por fabricar las falsas acusaciones del juicio oral, a las que secundó en un todo, pero DAIA lo impuso para que quedara al frente del encubrimiento en dónde, a lo largo de 10 años superó ampliamente a aquellos, para terminar en la ridícula “denuncia” del miércoles pasado.
Sobre la falsa acusación a los iraníes de fines de 2006 que ha terminado en este exabrupto jurídico/político, escuchar lo que dijo Jorge Lanata cuando se la dio a conocer, en:
https://www.youtube.com/watch?v=6FefrIvDSu4 ; https://www.youtube.com/watch?v=C_ORX-2IzDw ,https://www.youtube.com/watch?v=306zx-elmbA , son 15 minutos que no tienen desperdicios.
Lanata conoce el paño porque investigó el bombazo AMIA junto al periodista norteamericano radicado en nuestro país Joe Goldman y en 1995 ambos publicaron un libro con sus hallazgos: “Cortinas de humo”, en el cual, además de probar la falacia del coche-bomba (la explosión fue interior) probó también que Galeano en lugar de investigar, encubría para instalar las falsas hipótesis que Israel y USA le habían impuesto a Menem.
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15/01/2015 | Actualidad
El Día Que Lanata Expuso Las Contradicciones De Nisman
AMIA Y LAS CORTINAS DE HUMOEl día que Lanata expuso las contradicciones de Nisman
Hace casi diez años, en noviembre de 2006, Jorge Lanata escribió una columna de investigación en diario Perfil bajo el título “Tócala de nuevo, Nisman”. Allí, reveló todas las contradicciones y falacias de la investigación del atentado a la AMIA. Vale la pena releerla hoy mismo:
La causa AMIA suma hoy 113.600 fojas. Son 568 expedientes de doscientas fojas cada uno, a los que deben sumarse 400 legajos de “Investigación”, 1.000 paquetes de siete a ocho legajos, cada uno con intervenciones telefónicas, y 1.500 carpetas con información de la SIDE. En esas 113.600 fojas, 568 expedientes, 400 legajos, 1.000 paquetes y 1.500 carpetas no hay nada. Si nos dedicáramos a hacer un tótem judicial con esa cantidad absurda de papel, podríamos llenar varios cuartos en una casa. Varios cuartos llenos de nada.
En verdad, y para ser exactos, no se trata de Nada Absoluta: hay operaciones de los servicios e inteligencia, de la Policía, de gobiernos extranjeros, estupidez de jueces y fiscales, corrupción, gestos miserables y después nada. La misma nada presente en las ochocientas y una páginas del dictamen del fiscal Nisman, nada ratificada por el juez federal Canicoba Corral.
Pero la Nada, como nos enseñó Michael Ende en La historia interminable, no es neutral. En la pelea de Bastian y Atreyu la Nada es una especie de representación de todos los pensamientos oscuros del hombre, que destruyen su deseo de soñar. “Todos los personajes de Fantasía que caen dentro de la Nada se convierten en mentiras al pasar al mundo real”, escribe Ende. La negra y viscosa Nada de la AMIA sepulta en la injusticia y el olvido la muerte de ochenta y cinco personas.
El fiscal Alberto Nisman tiene serios problemas de memoria; hace algunos días volvió a repetir lo mismo que el año pasado: anunció avances en la investigación presentando sólo información vieja. El año pasado lo hizo con el espectacular descubrimiento del conductor suicida Ibrahim Berro, quien luego se convirtió en radicheta. Este año repitió su modus operandi solicitando la captura de ocho iraníes por los que él mismo había pedido en 2003, y sin aportar un solo nuevo dato. El 21 de febrero de 2003 el fiscal detective Nisman solicitó junto al ahora ex fiscal José Barbaccia al destituido juez Juan José Galeano la captura de 22 iraníes basándose en información aportada a la causa por el espía Jaime Stiusso. Vale la pena recordar que Barbaccia renunció luego de haber sido apartado de la causa en la que se le reprochan, entre varias irregularidades, el haber practicado filmaciones ilegales en la fiscalía a su cargo, haber filtrado información a la prensa en su viaje a Alemania en diciembre de 2003, cuando recibió la declaración del Testigo “C”, Abolga-shem Mesbahi, disidente del régimen iraní, tergiversando el contenido de su declaración, y haber sido expulsado de la audiencia por el juez alemán, circunstancia que originó una cuestión diplomática que no registra antecedentes en las relaciones exteriores de nuestro país. Hoy Barbaccia apeló su procesamiento dictado por el juez Lijo por haberle ofrecido al mecánico Claudio Cotoras la suma de 100.000 dólares a cambio de imputar a Carlos Telleldín y a Juan José Ribelli en el atentado y por el delito de falso testimonio agravado, ya que afirmó, bajo juramento, desconocer el pago de 400.000 dólares efectuados a Carlos Telleldín.
Nisman debería mejorar su círculo íntimo. Lo curioso del pedido de los 22 iraníes es que estos ocho, que se suponen nuevos, se encontraban en la primera lista de 2003. Nisman pidió entonces –y Galeano concedió– la detención de Hadi Soleimanpour, ex embajador de Irán en Argentina entre los meses de junio de 1991 y agosto de 1994. Soleimanpour fue detenido en Durham, Reino Unido, pero según una nota, fechada el 12 de noviembre del mismo año, el secretario de Estado del Ministerio del Interior inglés decidió dejarlo en libertad por falta de pruebas, “no librar una orden para proceder contra Soleimanpour” y hacer cesar la orden de arresto preventivo pedida por Nisman sobre la base de que “el voluminoso material que conforma el pedido de extradición formulado por Argentina no cumple, prima facie, con los requisitos probatorios exigidos por el Reino Unido” (nota de fojas 916, con traducción a fs. 927/929 del “Incidente de extradición de Hadi Soleimanpour”). La fiebre de detención de Nisman aquel 2003 era imparable: el 16 de mayo, junto a Barbaccia y Eamon Mullen (el otro ex fiscal acusado de irregularidades en la causa), reiteró a Galeano el pedido de captura de los 22 anteriores y agregó otros seis iraníes. Galeano siguió firmando. Hasta que Interpol volvió hacia atrás con los pedidos insistiendo en la poca seriedad de la investigación y agregó un detalle conmovedor: uno de los buscados estaba muerto (lo que hubiera, de hecho, facilitado su captura).Cuando Galeano fue apartado de la causa por el Tribunal Oral, el nuevo juez, Canicoba Corral, insistió con los pedidos de captura de los iraníes: una asamblea de Interpol los rechazó por 91 votos contra 9 a favor. La asamblea le dijo entonces a Canicoba: “El Comité Ejecutivo nota, en particular, que las órdenes de detención fueron firmadas por un magistrado cuya intervención en el caso fue declarada irregular por las autoridades argentinas competentes”. El jefe de la Oficina Jurídica de Interpol fue todavía más claro: “Unicamente nuevas órdenes de detención firmadas por un juez diferente y basadas en un examen de la prueba que respalde los cargos podría justificar el restablecimiento de las difusiones rojas”. “Difusiones rojas” es, en el argot de los organismos de seguridad internacionales, “la búsqueda de los sospechosos”. Interpol fue aún más alllá: “Hasta tanto ello ocurra, rige el cese de búsqueda de los sospechosos iraníes dispuesto por la Secretaría General del organismo” (fojas 118.958 de la causa). La sucesión numérica de Nisman sugiere, sin embargo, algunas preguntas básicas: ¿por qué primero eran 22, luego 12 y ahora 8? ¿En cuál de los tres pedidos se equivocó? ¿O se equivocó en los tres? Nunca, en ninguna de las cientos de miles de fojas, el detective Nisman nos anuncia pruebas nuevas que desincriminen a algunos de los 22, o de los 12, o de los 8, o que los incriminen aún más. Perdón: sí hubo un cambio; a fojas 479 Nisman dice que, en el papelón Soleimanpour, “un nuevo análisis de las pruebas obrantes en la causa nos lleva a concluir que no revisten entidad suficiente como para dictar una medida de coerción en su contra”. Es la versión larga para decir que metió la pata. Bien podría costarle un juicio político, pero parece que la Argentina da para todo.
Lo que no ha ido en descenso, sino más bien todo lo contrario, es la propensión del detective Nisman a la prosa judicial: hay que tener muchas ganas de escribir para tapar la Nada con ochocientas una páginas. Ganas o ser Martín Caparrós, quien ya ha impuesto un estilo de vida con sus brillantes textos largos. Nisman tiene a quien admirar. Lo curioso de la acusación fiscal es, además de su extensión, su diversidad: desde la página 42 hasta la 102 Nisman nos explica la historia del terrorismo en el mundo, citando bibliografía muy diversa. Sólo una cita suena un poco lamentable: la atribuida al libro Cien palabras para explicar el islam, de Soulemane Bachir Diagne, Barcelona. Le faltó incluir Mahoma explicado a los niños.
Dicen que dicen
A fojas 258 de su dictamen Nisman transcribe el corazón de su investigación, su punta del ovillo: “La elección de este atentado –dice– se realizó en una reunión de seguridad máxima del Estado, bajo la presidencia de Rafsanshani el sábado 14 de agosto de 1993. En esa reunión estaban presentes los profesionales militares y miembros fijos de la alta seguridad” (traducción de la información aportada por los disidentes iraníes a fs. 65/70 del legajo 209).
La única prueba de esta reunión son dichos de oídas de terceros. No hay ningún testigo de haber visto u oído directamente algo, por ejemplo:
- A fojas 256 Abolhassan Bani Sadr, ex presidente del Sha, líder de la oposición y director de un diario opositor en el exilio, dice: “Si Irán está por detrás, la decisión la debió tomar el Consejo”.
- Alí Reza Ahmadi, ex integrante del Servicio Exterior del Sha, dice que “sabe que la decisión se tomó en esa reunión”. Nunca explica por qué ni quién le dijo.(fs 256).
- Reza Zakeri Kouchaksaree, presidente de la Resistencia Iraní, dice que “sabe que la decisión se tomó en esa reunión”. Idem anterior.
- Hadi Roshanravani, consejero de la Resistencia Iraní en el exilio, dice que “se enteró por medio de fuentes de los mujaidines en Irán que el atentado fue decidido por las más altas autoridades” (fs. 190).
- Meshabi “C”, disidente y desertor iraní: “La decisión se tomó en el ’93 y estuvo Rabbani” (fs. 256 y 259). “Conozco y obtuve toda la información del atentado a la AMIA de los responsables del servicio de inteligencia de Irán.”
Nisman, con estos testimonios, da por probada la reunión. Y Canicoba Corral los cree verosímiles.
Entonces, avanza otro paso: “Según la Secretaría de Inteligencia, Rabbani partió con destino a Irán el 18 de junio de 1993 y regresó el 29 de octubre de ese año (fs. 552). “No parece arriesgado –dice Nisman– concluir que fue a participar de esta reunión.”
Esa es toda la prueba que las ochocientas (y una) páginas de Nisman ratificadas por Canicoba tienen contra Irán. El resto –como gran parte de esto– son informaciones de inteligencia, informes entregados por SIDE, CIA y Mossad que no figuran como tales en el expediente sino como información propia de la supuesta investigación argentina.
Dice en la acusación otro arrepentido: “Más del ochenta por ciento de las operaciones terroristas que han tenido lugar en el mundo entero han sido realizadas directa o indirectamente por Irán”. Y el fiscal toma esas afirmaciones como prueba.
—Aplaudimos al sistema judicial de la Argentina –dijo la Casa Blanca al conocerse la decisión de Canicoba Corral.
—Aplaudimos la búsqueda tenaz de la Justicia –dijo el portavoz Tony Snow– contra los autores del atentado. Llamamos a todos los gobiernos a apoyar al gobierno argentino.
Irán tiene petróleo y gas, y se anima a montar un reactor nuclear sin pedir permiso. Y de Irán a Irak cambia una sola letra.
Una vieja historia
La historia de involucrar a Irán en el atentado contra la AMIA no es nueva: a fojas 7213 del Cuerpo 36 se informa que una de las agendas de Telleldín apareció recortada y que apareció también, en la casa del entonces sospechoso (ahora liberado por el Tribunal Oral), “un papel” que decía “Embajada Islámica de Irán”. Telleldín tuvo que escribir unas veinte veces aquello de “Embajada Islámica de Irán” y fue sometido a una pericia caligráfica (como si el hecho de portar esas palabras en un papel configurara un delito). A fojas 26.988 se observa que los peritos Picasso, Giménez, Noguera, Comba y Anzorena “no encontraron similitudes entre la letra del papel y la de Telleldín”.
El recorte llegó a la agenda de Telleldín “plantado” y quizá provenga del mismo jardín en el que se plantó el motor de la Trafic, como veremos más adelante. La insistencia de Estados Unidos e Israel en involucrar a Irán en el atentado no es ideológica sino estratégica: nadie en su sano juicio podría defender a Irán, con un presidente proclive a las declaraciones nazis y serias violaciones a los derechos humanos en el interior del país, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, con perdón de la tautología.
Si, como todo indica, el atentado llegó de Siria, la estrategia de involucrar a Irán se vuelve mucho más clara:
- Desde la Guerra del Golfo el régimen de Damasco es aliado de Estados Unidos contra Irak.
- Siria e Israel disputan parte de los territorios ocupados (las Alturas del Golán), y culparlos de la AMIA agregaría otra piedra en un camino lleno de obstáculos para esa relación cada vez más tensa en la frontera norte de Israel.
La investigación de la AMIA está montada sobre pies de barro: uno de ellos, quizás el más significativo, es la supuesta existencia del coche bomba al que sólo una testigo vio. María Nicolasa Romero, enfermera de la Policía, declaró en la causa que esa mañana fue sorprendida por la explosión junto a su hijo y su hermana, mientras se dirigían a un jardín de infantes vecino. “Mientras caminaban por la vereda impar de Pasteur al 600 (N del A: la misma de la AMIA), el niño se soltó de su mano y comenzó a correr, por lo que ella y su hermana debieron apurar el paso hasta darle alcance en la esquina de Pasteur y Tucumán; que al descender de la calzada para iniciar el cruce los tres se vieron obligados a retomar la vereda para evitar ser atropellados por una camioneta color beige que lentamente circulaba por Tucumán y, para tomar Pasteur, giró hacia su derecha en forma cerrada”. En ese segundo, quizá segundo y medio, Nicolasa pudo proteger a su hijo, volver a subir el cordón, ver el rostro del conductor y advertir que poseía rasgos árabes. Si el cargo de director de la CIA estuviera vacante, Nicolasa debería ocuparlo. Su hermana, a fojas 165 del expediente, no vio el coche bomba.
Un equipo de investigación dirigido por el autor de estas líneas y formado por once personas investigó el atentado y descubrió por lo menos a diez testigos sobrevivientes que estaban mucho más cerca de la puerta de la AMIA que Nicolasa y nunca vieron a la famosa Trafic. En estas páginas se reproduce un mapa con su ubicación y datos personales:
1) Juan Carlos Alvarez, el barrendero que se acercaba al volquete que estaba en la puerta de la AMIA mirando hacia ahí, y sobrevivió de milagro.
2) Daniel Joffe, el electricista que reparaba el carburador de su Renault a menos de quince metros, con el auto ubicado según el sentido del tránsito y perfecta visibilidad de la puerta.
3-4) Los policías Bordón y Guzmán (uno en el bar Caoba y otro apoyado en el patrullero).
5) Gustavo Acuña, que cruzaba desde un negocio vecino hacia el kiosco de Marcelo Fernández.
6) Adriana Mena, empleada de la imprenta frente a la AMIA.
7) La vecina María Josefa Vicente, en el balcón del tercer piso de Pasteur y Tucumán, mirando hacia la calle.
8) Gabriel Villalba (empleado de la empresa de equipamientos odontológicos Narbi-Herrero), que estaba en Pasteur 675 cargando un aparato en una pick-up Dodge estacionada en doble fila.
9) Alejandro Benavídez, dueño del bar Catriel, que cruzaba Pasteur en dirección a Tucumán.
10-11) Los colectiveros que se acercaban por Tucumán hacia Pasteur.
12) Rosa Barreiro, que llevaba de la mano a su hijo Sebastián y estaba a menos de cinco metros: no escuchó ni el motor de la Trafic, ni el chirrido al subirse al cordón.
Los automóviles que circulaban por Pasteur hacia Lavalle.
Como ya comentamos, el detective Nisman dio crédito a diversos informes de la SIDE, como los que en 2003 concluyeron que “quien condujo el coche bomba fue el miembro del Hezbollah libanés Ibrahim Berro”. La versión de Berro, en verdad, provenía del FBI y fue reprocesada por los espías locales. Nisman le exhibió las fotos de Berro a Nicolasa y no lo reconoció, aunque aclaró que “era un muchachote como éste, de esta contextura” y que “veía un parecido en el rostro”, pero aclaró “que no estaba totalmente segura”. Luego se supo, según la familia de Berro, residente en Estados Unidos, que Ibrahim murió en 1994 en Talousah bajo el ataque de un helicóptero israelí.
Otros datos sobre la supuesta Trafic merecen ser mencionados:
- Ningún testigo quiso firmar el acta de “descubrimiento” del coche bomba.
- El acta de secuestro del motor tampoco fue firmada por los bomberos.
- Eduardo Magnano, jefe técnico de CIADEA (Renault), escuchaba la radio a dos horas del atentado y recibió la visita de una comisión policial con un paragolpes en la mano. Querían saber si era el paragolpes de una Trafic (fojas 29.480).
- El POC (Departamento de Protección del Orden Constitucional) y la SIDE pincharon el teléfono de Telleldín cinco días antes de que el motor de la Trafic fuera “descubierto”.
- La Trafic, según consta en el expediente, tenía el motor de un modelo y la carrocería de otro. Lo que sí se veía clarito era el número del block: 2.831.467.
En su acusación, el detective Nisman vuelve a transitar un mito demasiado viejo: que el explosivo llegó desde el exterior, en este caso “en 1990 desde Brasil, porque los iraníes habían encontrado posibilidades de almacenar este tipo de materiales”. Según las pericias, la AMIA fue volada con amonal, un explosivo compuesto por nitrato de amonio (un fertilizante) y polvo de aluminio (sirve, por ejemplo, para teñir pinturas de color plateado). En ocasión de nuestra investigación, envié a un cadete –ex profeso sin documentos– a comprar nitrato y polvo en un comercio a cinco cuadras del Obelisco. Lo único que le pidieron fue el número de CUIT. Después mostré por televisión lo complicado de conseguir un explosivo en Argentina.
La pista siria
Con respecto a las motivaciones políticas del atentado, Nisman (¿o deberíamos decir la línea Galeano-Nisman-Canicoba?) habla de una cuenta, de dos cuentas, de una cuenta de Irán, de una cuenta numerada en un banco que nunca se encontró, de un depósito, de dos depósitos, de diez millones, de doscientos millones, del atentado contra la AMIA, del atentado contra la Embajada de Israel, de distintos enviados, de distintos contactos, de mensajes de Menem, de mensajes a Menem, etc., etc., etc.
La llamada “pista siria” se dejó de lado en la “investigación” de Galeano:
- En 1988 Menem visitó el país de sus antepasados y buscó allí ayuda financiera para su campaña. Los sirios le aportaron, según diversas fuentes, unos cuarenta millones de dólares. Este dato fue confirmado a los periodistas Norberto Bermúdez y Carlos Torrengo por el dominicano Nemen Nader en Madrid.
- Menem prometió entonces a los sirios y los libios la entrega del misil Cóndor y protocolos de transferencia de tecnología nuclear. Los planos del Cóndor terminaron en el Pentágono, el acuerdo nunca se produjo y la plata nunca volvió a su origen.
- Hay quienes piensan que el acuerdo con Siria era mayor: Siria tiene un lucrativo comercio de heroína y opio en el valle de la Bekaa, y es el principal exportador de heroína a Europa. Eso genera excedentes financieros de dinero negro que, por aquel entonces, buscaron sin éxito lavarse en Buenos Aires.
- Las figuras de Ibrahim al Ibrahim a cargo de la Aduana en los primeros años de Carlos Saúl y la cotidiana presencia de Monzer Al Kassar, ciudadano sirio con nacionalidad argentina, el Yomagate y las inversiones de Abdala Rashid al Aalí en Santiago del Estero completan la cantidad de sirios por metro cuadrado necesaria como para empezar a preguntarse sobre el punto.
- “Esta bomba me la pusieron a mí”, fue lo primero que dijo Carlos Menem al enterarse del atentado en la calle Pasteur.
- Esta bomba me la pusieron a mí.
Después, preguntó por Zulemita. Su hija no vivía ni estudiaba en el Once. Al año siguiente su hijo moriría en un confuso accidente en San Nicolás.
Según el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, Menem estaba convencido del origen sirio del atentado. Cuando poco antes de salir del gobierno recibió en la Casa Rosada al Premio Nobel de la Paz Eli Weissel, Menem le dijo que conocía el origen y los autores del atentado contra la Embajada de Israel, pero que no podía hacerlo público. Weissel le relató esta extraña conversación al entonces procurador general de la Nación, Angel Agüero Iturbe.
En noviembre de 1994, algunos meses después del atentado, Menem volvió a pisar Damasco, después de cinco años de intentarlo. Recién entonces recompuso las relaciones con el país de sus padres.
“El Hezbollah es la única organización que realiza atentados con coches bomba”, dice en la acusación de Nisman el especialista Ariel Merari. Se equivoca: los otros que usan coches bomba, y a razón de unos treinta y cinco a cuarenta atentados por año, son los carteles colombianos de la droga.
La causa AMIA, las 113.600 fojas, 568 expedientes, 400 legajos, 1.000 paquetes y 1.500 carpetas se construyeron eligiendo primero el resultado y luego la forma de llegar a él. Un rápido repaso de los diarios muestra de modo más que evidente las cortinas de humo:
- 25 de octubre de 1997: Galeano está dispuesto a seguir la pista iraní. Pidió a Alemania los antecedentes de un atentado iraní en un restaurante.
- 22 de noviembre de 1997: AMIA: se vuelve a pensar en Irán. Interrogan al “arrepentido” Moatamer.
- 25 de noviembre de 1997: Detonarán 350 kilos de explosivo en una Trafic. Lo hará la productora de TV de Raúl García y Néstor Machiavelli.
- 28 de noviembre de 1997: Investigan a un nuevo diplomático iraní.
- 29 de noviembre de 1997: Galeano trajo documentos que involucran a Irán.
- 4 de diciembre de 1997: Estados Unidos e Israel señalaron a Irán.
- 20 de enero de 1998: Alertan sobre otro ataque antisemita.
- 6 de febrero de 1998: La Corte Suprema también le apunta a la Yihad islámica.
- 18 de marzo de 1998: El embajador israelí Avirán pidió que se responsabilice a Irán.
- 6 de mayo de 1998: El Departamento de Estado de EE.UU. avala la pista iraní.
- 16 de mayo de 1998: Exigen el retiro de siete diplomáticos iraníes.
Pasaron ocho años. La canción que se repite sigue siendo la misma.
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