El shock mediático
Los ciudadanos shockeados aguardan pasivamente las drásticas medidas que anticipan los candidatos y medios oficialistas. Extrañamente falta espíritu crítico y sobra resignación.
Naomí Klein en "La doctrina del shock" ha descrito muy bien la metodología empleada por el neoliberalismo para instalar sus políticas económicas en la mayoría de los países del mundo. Por lo general se ha aprovechado de revoluciones locales, desastres naturales o cualquier tipo de catástrofes hallando siempre una oportunidad en el caos. Pero no se ha limitado a esperar, los negocios no suelen tener tanta paciencia, sino que a menudo se ha contribuido a apurar las expectativas empujando a las sociedades hacia las condiciones propicias a la aplicación de cambios estructurales en función siempre de las políticas favorables a lo que Klein denomina el capitalismo del desastre por sus consecuencias para las poblaciones indefensas y el daño al medioambiente.
La novedad en el último período democrático argentino es que el desastre o la catástrofe no existió sino todo lo contrario de acuerdo a numerosos académicos y economistas de todo el mundo pero se logró torcer el ánimo de la mayoría de la población hasta convencerla de que estamos en medio de una situación caótica, de un daño tal que cualquier otra cosa sería superadora. El desánimo, la negación y el pesimismo ahondaron hasta el pleno convencimiento de que una vez derrotado el régimen populista catalogado de fascista y dictatorial, de censurador y persecutorio cuando no asesino, habría que asumir los costos del cambio (esa fue la palabra fuerte de la oposición "Cambiemos") y entre esos costos se descarta un ajuste.
El partido ganador se cuidó de mencionar el ajuste y la devaluación en las tribunas de campaña pero es un secreto a voces que su plan de saneamiento de la economía solo es posible con esas herramientas.
El poder mediático antes opositor, ahora oficialista ha sido fundamental en su llegada masiva a los votantes y en la transmisión de estas necesarias medidas como si fueran las únicas posibles. De allí que la gente como indica el encuestador Hugo Haime solo espera el recorte por venir. Aunque todo esto la ha sido contado con tal ternura (por usar una ironía) que la enorme transferencia de recursos en ciernes, el endeudamiento y la caída en el poder adquisitivo es aceptado como un simple trámite administrativo de corta duración.
Por su parte el partido gobernante que goza de los primeros días de gracia de su gestión para accionar y del enorme aparato de cobertura mediática ya está dando señales del rumbo a seguir. Baja en las retenciones a agroexportadores, toma de deuda externa, baja en el presupuesto educativo (el ministro dijo ante las protestas que era un error pero...), algo similar ocurrió con el impuesto a las ganancias, que se prometió suspender, luego mantener, luego recortar, y así...
Todas las señales van en el mismo sentido pero la gente parece adormecida y baja de reflejos, protestan los simpatizantes del gobierno saliente pero se los acusa de resentidos, las celebraciones de fin de año moderan también los ánimos, y desde la asunción misma del nuevo mandatario hay un clima festivo generalizado, se sonríe distendidos en los medios oficialistas, se extiende "la fiesta", se ocultan las noticias de violencia, crímenes e inseguridad en general. Todo en armonía mientras por lo bajo se cambian leyes y organismos ante la mirada de una ciudadanía pasiva que parece no salir de un estado de shock.
IXX-dic2015
Para Hugo Haime, titular de Haime y Asociados, “gran parte de la población tiene descontado que el valor del dólar, cuando sea único, va a estar cercano a los 14/15 pesos. Así que ya el actual gobierno tiene ganados algunos pasos sobre lo que vendrá. Nadie se asombrará demasiado sobre el precio del dólar pero, claro, el tema está en las consecuencias practicas de la devaluación sobre la vida cotidiana de la gente.
Naomí Klein en "La doctrina del shock" ha descrito muy bien la metodología empleada por el neoliberalismo para instalar sus políticas económicas en la mayoría de los países del mundo. Por lo general se ha aprovechado de revoluciones locales, desastres naturales o cualquier tipo de catástrofes hallando siempre una oportunidad en el caos. Pero no se ha limitado a esperar, los negocios no suelen tener tanta paciencia, sino que a menudo se ha contribuido a apurar las expectativas empujando a las sociedades hacia las condiciones propicias a la aplicación de cambios estructurales en función siempre de las políticas favorables a lo que Klein denomina el capitalismo del desastre por sus consecuencias para las poblaciones indefensas y el daño al medioambiente.
La novedad en el último período democrático argentino es que el desastre o la catástrofe no existió sino todo lo contrario de acuerdo a numerosos académicos y economistas de todo el mundo pero se logró torcer el ánimo de la mayoría de la población hasta convencerla de que estamos en medio de una situación caótica, de un daño tal que cualquier otra cosa sería superadora. El desánimo, la negación y el pesimismo ahondaron hasta el pleno convencimiento de que una vez derrotado el régimen populista catalogado de fascista y dictatorial, de censurador y persecutorio cuando no asesino, habría que asumir los costos del cambio (esa fue la palabra fuerte de la oposición "Cambiemos") y entre esos costos se descarta un ajuste.
El partido ganador se cuidó de mencionar el ajuste y la devaluación en las tribunas de campaña pero es un secreto a voces que su plan de saneamiento de la economía solo es posible con esas herramientas.
El poder mediático antes opositor, ahora oficialista ha sido fundamental en su llegada masiva a los votantes y en la transmisión de estas necesarias medidas como si fueran las únicas posibles. De allí que la gente como indica el encuestador Hugo Haime solo espera el recorte por venir. Aunque todo esto la ha sido contado con tal ternura (por usar una ironía) que la enorme transferencia de recursos en ciernes, el endeudamiento y la caída en el poder adquisitivo es aceptado como un simple trámite administrativo de corta duración.
Por su parte el partido gobernante que goza de los primeros días de gracia de su gestión para accionar y del enorme aparato de cobertura mediática ya está dando señales del rumbo a seguir. Baja en las retenciones a agroexportadores, toma de deuda externa, baja en el presupuesto educativo (el ministro dijo ante las protestas que era un error pero...), algo similar ocurrió con el impuesto a las ganancias, que se prometió suspender, luego mantener, luego recortar, y así...
Todas las señales van en el mismo sentido pero la gente parece adormecida y baja de reflejos, protestan los simpatizantes del gobierno saliente pero se los acusa de resentidos, las celebraciones de fin de año moderan también los ánimos, y desde la asunción misma del nuevo mandatario hay un clima festivo generalizado, se sonríe distendidos en los medios oficialistas, se extiende "la fiesta", se ocultan las noticias de violencia, crímenes e inseguridad en general. Todo en armonía mientras por lo bajo se cambian leyes y organismos ante la mirada de una ciudadanía pasiva que parece no salir de un estado de shock.
IXX-dic2015