La silla eléctrica Por Ezequiel Fernández Moores
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Miércoles 03 de junio de 2015 | 08:31
Para canchallena.com
Foto: Domenech
"No podía hacer una película a lo Michael Moore". Frederic Auburtin es el director de United Passions, la película apologética de la FIFA que, como si nada hubiese sucedido, se estrena este viernes en Estados Unidos. "Como decimos en Francia, no seas más realista que el rey". Auburtin se justificó ayer en The New York Times, el mismo diario que, una semana atrás, anticipó la redada policial que inició el principio del fin. "Género: Drama", dice la presentación oficial de United Passions. El drama, claro, es la lucha de tres superhéroes. No Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar, sino el viejo presidente FIFA Jules Rimet (interpretado por Gerard Depardieu) y sus dos últimos sucesores, Joao Havelange (Sam Neil) y Joseph Blatter (Tim Roth). Su misión es salvar al fútbol de la villana Inglaterra, que se cree la dueña de la pelota. Estrenar en salas comerciales un bodrio que costó a Blatter 27 millones de dólares confirma acaso que Estados Unidos no sabe mucho de fútbol. Pero Estados Unidos tiene al FBI, el organismo que terminó haciendo trizas la cultura de sobornos que reinó desde 1974 en la FIFA. Cuatro décadas de Havelange-Blatter.
El soborno más bizarro sucedió el 6 de junio de 2000. Fue cuando el neocelandés Charles Dempsey, 86 años, presidente de la Confederación de Oceanía, se escapó en medio de la votación y, con su ausencia, permitió que Alemania ganara 12-11 a Sudáfrica y se quedara con el Mundial 2006. "Sufrí una presión intolerable", dijo Dempsey en el aeropuerto de Singapur, primera escala de su huída a Nueva Zelanda. "Amenazas de muerte", añadió en Zurich Keith Cooper, vocero de la FIFA. Channel 4, de Inglaterra, denunció que un sobre con un fax había sido deslizado en la medianoche previa en las habitaciones del Dolder Grand Hotel de Dempsey y de otros seis miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA. "Lo hice por mi país", se defendió Martin Sonneborn, firmante del fax. Un hombre de Channell 4 lo llamó haciéndose pasar por un dirigente, hasta que le dijo que era periodista y que había grabado la conversación. "¡Dios mío!", dramatizó Sonneborn. Otro periodista le preguntó si su oferta para que votaran por Alemania podía interpretarse como un intento de soborno: "seguro, si tienes hambre", respondió. Sonneborn era editor de la revista satírica Titanic. Y la FIFA se dio cuenta que todo era una broma cuando se conoció el detalle del soborno alemán: salchichas, jamón y "un hermoso reloj cucú".
La historia oficial se quedó con la broma de Sonneborn. Pero la extraña huída de Dempsey fue algo mucho más serio. Un empate 12-12 en la votación final hubiese obligado al presidente Blatter, así lo había anticipado públicamente, a definir por Sudáfrica. Sin Dempsey, Blatter quedó a salvo de irritar al amigo alemán, que se quedó con un Mundial inesperado. El trabajo sucio en la agónica recolección de votos estuvo a cargo del socio de Beckenbauer , Fedor Radman, ex hombre de Horst Dassler en Adidas y del magnate de TV Leo Kirch. El plan incluyó llevar a Bayern Munich allí donde se precisara un voto (Malta, Túnez y Bangkok) o regalar derechos de TV (Trinidad y Tobago). ¿Y Dempsey? El neocelandés que desapareció de la votación asustado por el reloj cucú se habría ido en realidad de Zurich con 250.000 dólares en su cuenta. Lejos de castigarlo por su actitud, la FIFA lo premió en 2004 con una Orden del Mérito. Lo cuenta el periodista británico Andrew Jennings en su libro Omertá. Ni Alemania 2006 ni Beckenbauer forman parte hoy de la investigación del FBI. Sí en cambio el Mundial siguiente que buscó compensar a Sudáfrica, en 2010. Un supuesto soborno de 10 millones de dólares a Jack Warner, entonces presidente de la Concacaf, había agravado en las últimas horas la situación de Blatter. El suizo que se había ganado el apodo de "Bla-bla-Blatter" por su verborragia, utilizó ayer menos de cinco minutos para anunciar el fin de sus 17 años de reinado.
A Estados Unidos, dijo el especialista John Shulman a UOL Brasil, nunca le interesó el fútbol, sufre "empresas mucho más corruptas que la FIFA" y no tiene un número de víctimas en esta causa que justifiquen tamaña movilización de su aparato judicial. La investigación del FBI, añadió Shulman, busca "presionar por motivos geopolíticos" a Rusia y Qatar. Son las sedes de los Mundiales 2018 y 2022. Una polémica doble votación de 2010 que, ahora, según advierte Greg Dyke, presidente de la Federación inglesa, debería ser revisada. Noah Feldman, constitucionalista en Harvard y autor de un libro sobre una nueva Guerra Fría, escribió a su vez en Bloomberg sobre los riesgos de haberle aplicado a la FIFA una ley extraterritorial (ley RICO) contra el "crimen organizado" y cuya "letra chica es incendiaria". Según Feldman, el gobierno estadounidense "está diciendo que la FIFA se convirtió en una mafia". El resto del mundo, dice Feldman, puede agradecer que Estados Unidos haya decidido poner fin a la corrupción endémica en la FIFA. "Pero es una visión muy optimista.A través del uso creativo y agresivo de una ley estadounidense altamente inusual -advierte el especialista- Estados Unidos también puede ser visto como en un intento de toma del fútbol internacional".
"¿Habría actuado el FBI del mismo modo si hubiesen sido banqueros?", se pregunta Jon Stewart en The Nation. Es cierto, cinco poderosos bancos que estafaron durante años a miles y miles de ciudadanos estadounidenses acaban de sufrir una multa récord de casi 6.000 millones de dólares. "Pero es un crimen sin criminales", ironiza Stewart, porque no hubo banqueros presos. "Tuvimos una serie asombrosa de crímenes, pero ni un solo condenado identificable. ¿Quién amañó los mercados? ¿Los edificios bancarios?", ironizó Charles Piece en Esquire. Havelange, según Jennings, se robó 45 millones de dólares en su mandato de 24 años, incluídas las coimas que la empresa de marketing ISL siguió pagándole hasta su quiebra en 2002. Cuánto pudo haber recaudado Blatter, por ahora, es un misterio. Ni siquiera su sueldo se sabe. ¿Seguirá su sobrino Philipe a cargo de negocios de hospitalidad y palcos VIP en los Mundiales? ¿Y los hermanos mexicano Byrom, que nunca supieron explicar por qué la reventa de boletos beneficiaba siempre a dirigentes de la FIFA? Ahora todos toman distancia, incluída Coca Cola, socia eterna de la dupla Havelange-Blatter. AC y DC, en la FIFA, no era Antes de Cristo y Después de Cristo. Era Antes de Coca Cola y Después de Coca Cola.
Blatter prolongó el imperio de Havelange como dique de contención del Tercer Mundo ante Europa. Se disfrazó del Don King que le decía a Muhamad Alí que le diera las peleas a él, no a los blancos explotadores. Los poderosos clubes de Europa, se teme ahora, recuperarán espacio para no ceder tan fácilmente a sus estrellas a las selecciones nacionales del Tercer Mundo, como sucedió años atrás. Pero las Federaciones pobres abusaron. Así como Blatter inventó torneos y hasta designó dos Mundiales juntos, las Federaciones, también codiciosas, crearon amistosos en lugares exóticos y nuevos torneos. Bajo el argumento de la preparación, los dirigentes, por izquierda, terminaron ganando por esos partidos más dinero que los propios jugadores. Era un escándalo. Tarde, Blatter echó a algunos de sus dirigentes más corruptos y contrató fiscales y jueces propios para que lo investigaran. Uno de ellos fue Michael García, a cargo en tiempos de George Bush de la fiscalía Sur de Manhattan, que era estrechísima de la fiscalía de East Brooklyn, la misma que dirigió Loretta Lynch hasta su designación como procuradora general.
Cuando la revista satírica Titanic quiso "sobornar" a la FIFA para que Alemania ganara la sede del Mundial 2006, el popular Bild, furioso, invitó a sus lectores a que insultaran a los bromistas que habían puesto bajo riesgo la postulación. Fueron nueve horas de llamadas a la redacción de Titanic.
-"Tendrían que ser castigados como a los asesinos", dijo uno de los ciudadanos alemanes enojados.
-"¿Prisión?", preguntó Sonneborn.
-"Mucho peor".
-"¿Que nos corten una pierna y un brazo?", siguió el periodista.
-"Silla eléctrica".
-"Pero no tenemos silla eléctrica en Alemania"
-"Eso es una desgracia. Si estuviésemos en Estados Unidos, los hubiesen puesto inmediatamente en la silla eléctrica"..
Miércoles 03 de junio de 2015 | 08:31
Para canchallena.com
Foto: Domenech
"No podía hacer una película a lo Michael Moore". Frederic Auburtin es el director de United Passions, la película apologética de la FIFA que, como si nada hubiese sucedido, se estrena este viernes en Estados Unidos. "Como decimos en Francia, no seas más realista que el rey". Auburtin se justificó ayer en The New York Times, el mismo diario que, una semana atrás, anticipó la redada policial que inició el principio del fin. "Género: Drama", dice la presentación oficial de United Passions. El drama, claro, es la lucha de tres superhéroes. No Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar, sino el viejo presidente FIFA Jules Rimet (interpretado por Gerard Depardieu) y sus dos últimos sucesores, Joao Havelange (Sam Neil) y Joseph Blatter (Tim Roth). Su misión es salvar al fútbol de la villana Inglaterra, que se cree la dueña de la pelota. Estrenar en salas comerciales un bodrio que costó a Blatter 27 millones de dólares confirma acaso que Estados Unidos no sabe mucho de fútbol. Pero Estados Unidos tiene al FBI, el organismo que terminó haciendo trizas la cultura de sobornos que reinó desde 1974 en la FIFA. Cuatro décadas de Havelange-Blatter.
El soborno más bizarro sucedió el 6 de junio de 2000. Fue cuando el neocelandés Charles Dempsey, 86 años, presidente de la Confederación de Oceanía, se escapó en medio de la votación y, con su ausencia, permitió que Alemania ganara 12-11 a Sudáfrica y se quedara con el Mundial 2006. "Sufrí una presión intolerable", dijo Dempsey en el aeropuerto de Singapur, primera escala de su huída a Nueva Zelanda. "Amenazas de muerte", añadió en Zurich Keith Cooper, vocero de la FIFA. Channel 4, de Inglaterra, denunció que un sobre con un fax había sido deslizado en la medianoche previa en las habitaciones del Dolder Grand Hotel de Dempsey y de otros seis miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA. "Lo hice por mi país", se defendió Martin Sonneborn, firmante del fax. Un hombre de Channell 4 lo llamó haciéndose pasar por un dirigente, hasta que le dijo que era periodista y que había grabado la conversación. "¡Dios mío!", dramatizó Sonneborn. Otro periodista le preguntó si su oferta para que votaran por Alemania podía interpretarse como un intento de soborno: "seguro, si tienes hambre", respondió. Sonneborn era editor de la revista satírica Titanic. Y la FIFA se dio cuenta que todo era una broma cuando se conoció el detalle del soborno alemán: salchichas, jamón y "un hermoso reloj cucú".
La historia oficial se quedó con la broma de Sonneborn. Pero la extraña huída de Dempsey fue algo mucho más serio. Un empate 12-12 en la votación final hubiese obligado al presidente Blatter, así lo había anticipado públicamente, a definir por Sudáfrica. Sin Dempsey, Blatter quedó a salvo de irritar al amigo alemán, que se quedó con un Mundial inesperado. El trabajo sucio en la agónica recolección de votos estuvo a cargo del socio de Beckenbauer , Fedor Radman, ex hombre de Horst Dassler en Adidas y del magnate de TV Leo Kirch. El plan incluyó llevar a Bayern Munich allí donde se precisara un voto (Malta, Túnez y Bangkok) o regalar derechos de TV (Trinidad y Tobago). ¿Y Dempsey? El neocelandés que desapareció de la votación asustado por el reloj cucú se habría ido en realidad de Zurich con 250.000 dólares en su cuenta. Lejos de castigarlo por su actitud, la FIFA lo premió en 2004 con una Orden del Mérito. Lo cuenta el periodista británico Andrew Jennings en su libro Omertá. Ni Alemania 2006 ni Beckenbauer forman parte hoy de la investigación del FBI. Sí en cambio el Mundial siguiente que buscó compensar a Sudáfrica, en 2010. Un supuesto soborno de 10 millones de dólares a Jack Warner, entonces presidente de la Concacaf, había agravado en las últimas horas la situación de Blatter. El suizo que se había ganado el apodo de "Bla-bla-Blatter" por su verborragia, utilizó ayer menos de cinco minutos para anunciar el fin de sus 17 años de reinado.
A Estados Unidos, dijo el especialista John Shulman a UOL Brasil, nunca le interesó el fútbol, sufre "empresas mucho más corruptas que la FIFA" y no tiene un número de víctimas en esta causa que justifiquen tamaña movilización de su aparato judicial. La investigación del FBI, añadió Shulman, busca "presionar por motivos geopolíticos" a Rusia y Qatar. Son las sedes de los Mundiales 2018 y 2022. Una polémica doble votación de 2010 que, ahora, según advierte Greg Dyke, presidente de la Federación inglesa, debería ser revisada. Noah Feldman, constitucionalista en Harvard y autor de un libro sobre una nueva Guerra Fría, escribió a su vez en Bloomberg sobre los riesgos de haberle aplicado a la FIFA una ley extraterritorial (ley RICO) contra el "crimen organizado" y cuya "letra chica es incendiaria". Según Feldman, el gobierno estadounidense "está diciendo que la FIFA se convirtió en una mafia". El resto del mundo, dice Feldman, puede agradecer que Estados Unidos haya decidido poner fin a la corrupción endémica en la FIFA. "Pero es una visión muy optimista.A través del uso creativo y agresivo de una ley estadounidense altamente inusual -advierte el especialista- Estados Unidos también puede ser visto como en un intento de toma del fútbol internacional".
"¿Habría actuado el FBI del mismo modo si hubiesen sido banqueros?", se pregunta Jon Stewart en The Nation. Es cierto, cinco poderosos bancos que estafaron durante años a miles y miles de ciudadanos estadounidenses acaban de sufrir una multa récord de casi 6.000 millones de dólares. "Pero es un crimen sin criminales", ironiza Stewart, porque no hubo banqueros presos. "Tuvimos una serie asombrosa de crímenes, pero ni un solo condenado identificable. ¿Quién amañó los mercados? ¿Los edificios bancarios?", ironizó Charles Piece en Esquire. Havelange, según Jennings, se robó 45 millones de dólares en su mandato de 24 años, incluídas las coimas que la empresa de marketing ISL siguió pagándole hasta su quiebra en 2002. Cuánto pudo haber recaudado Blatter, por ahora, es un misterio. Ni siquiera su sueldo se sabe. ¿Seguirá su sobrino Philipe a cargo de negocios de hospitalidad y palcos VIP en los Mundiales? ¿Y los hermanos mexicano Byrom, que nunca supieron explicar por qué la reventa de boletos beneficiaba siempre a dirigentes de la FIFA? Ahora todos toman distancia, incluída Coca Cola, socia eterna de la dupla Havelange-Blatter. AC y DC, en la FIFA, no era Antes de Cristo y Después de Cristo. Era Antes de Coca Cola y Después de Coca Cola.
Blatter prolongó el imperio de Havelange como dique de contención del Tercer Mundo ante Europa. Se disfrazó del Don King que le decía a Muhamad Alí que le diera las peleas a él, no a los blancos explotadores. Los poderosos clubes de Europa, se teme ahora, recuperarán espacio para no ceder tan fácilmente a sus estrellas a las selecciones nacionales del Tercer Mundo, como sucedió años atrás. Pero las Federaciones pobres abusaron. Así como Blatter inventó torneos y hasta designó dos Mundiales juntos, las Federaciones, también codiciosas, crearon amistosos en lugares exóticos y nuevos torneos. Bajo el argumento de la preparación, los dirigentes, por izquierda, terminaron ganando por esos partidos más dinero que los propios jugadores. Era un escándalo. Tarde, Blatter echó a algunos de sus dirigentes más corruptos y contrató fiscales y jueces propios para que lo investigaran. Uno de ellos fue Michael García, a cargo en tiempos de George Bush de la fiscalía Sur de Manhattan, que era estrechísima de la fiscalía de East Brooklyn, la misma que dirigió Loretta Lynch hasta su designación como procuradora general.
Cuando la revista satírica Titanic quiso "sobornar" a la FIFA para que Alemania ganara la sede del Mundial 2006, el popular Bild, furioso, invitó a sus lectores a que insultaran a los bromistas que habían puesto bajo riesgo la postulación. Fueron nueve horas de llamadas a la redacción de Titanic.
-"Tendrían que ser castigados como a los asesinos", dijo uno de los ciudadanos alemanes enojados.
-"¿Prisión?", preguntó Sonneborn.
-"Mucho peor".
-"¿Que nos corten una pierna y un brazo?", siguió el periodista.
-"Silla eléctrica".
-"Pero no tenemos silla eléctrica en Alemania"
-"Eso es una desgracia. Si estuviésemos en Estados Unidos, los hubiesen puesto inmediatamente en la silla eléctrica"..