El miedo, los miedos, los medios, el poder...

15 junio 2015
En el editorial del día sábado en Marca de Radio que se emite por Radio La Red, AM 910, el periodista  Eduardo Aliverti hace referencia  a este blog y a mi última nota. Le agradezco la amabilidad  y  transcribimos su artículo, que como es habitual  aparece los lunes en el diario Página12, con la profundidad y precisión característica. 

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El desafío kirchnerista


Por Eduardo Aliverti
Si es por hechos de impacto noticioso coyuntural, la semana que terminó ofreció material considerable, incluyendo los resultados de ayer en Santa Fe y Río Negro. Pero entregó mucho más como síntoma de que los retos políticos principales están crecientemente consolidados.
El paro del martes volvió a anclar en las reivindicaciones del anterior, con la exigencia de modificar el mínimo no imponible para trabajadores de mayores ingresos –que, siempre es bueno recordarlo, con suerte llegan a ser un 10 por ciento del universo de registrados en blanco– y una serie de vaguedades cualunquistas. Tuvo el agregado insólito de reclamar por paritarias libres, justo cuando la inmensa mayoría de los gremios ya había acordado sus convenios colectivos. Y quepa destacar en ello el logro de los bancarios, que consiguieron atar un plus al balance de las entidades financieras. La ausencia de transporte público también volvió a disfrazar la medida de fuerza con rango de huelga general, en una interpretación alocada que no creyeron ni sus convocantes. La propia prensa opositora juzgó la presión sindical como una maniobra casi desesperada, inercial, a fin de mostrar una mínima y última potencia en la apoyatura a Sergio Massa por parte de caciques que se ven desamparados. De todos modos, ese o cualquier análisis duró un santiamén, porque al rato apareció Luis Barrionuevo, quien junto a Elisa Carrió insiste en parecer uno de los jefes de campaña del kirchnerismo, a decir que con los militares estábamos mejor. La irrupción del adefesio llevó a la consecuencia natural de que el periodismo oficialista se hiciera una fiesta, y el opositor guardara violín en la bolsa donde Barrionuevo tendrá guardado lo que debe dejar de robarse para que el país salga adelante. Allí concluyó toda pretensión de trascendencia de los convocantes a un paro que, de vuelta, careció de acto, de manifestantes y de reclamo a las patronales. Curiosas centrales obreras, que sólo le hacen huelga al Estado. Gracias si quedó sitio para una plácida visita de Hugo Moyano a su señal de cable amiga, y hasta más ver. Dicen que puede haberles quedado la esperanza de conseguir algún hueso en las listas candidateables de Diputados. Suena difícil.
La expectativa, a esa altura, ya estaba concentrada en el anuncio de Massa sobre su continuidad o no como postulante presidencial. Despreciado por Mauricio Macri y presa de errores que admitió aunque atribuyéndolos a su carácter de político virginal, sólo interesado en la unidad de Disneylandia, los datos son coincidentes respecto de que Massa aguardó todo lo que pudo el gesto macrista que nunca llegó. Incluso, al comunicar su decisión de continuar como candidato, guapeó contra Daniel Scioli aludiéndolo nuevamente cual obediente lorito cristinista, pero apenas esbozó una crítica indirecta contra Macri. Se alientan entonces las desmentidas versiones de que siguen negociando por debajo de la mesa, ya bajo esa alquimia de un massismo sin Massa que consistiría en colar, mediante algunas listas bonaerenses del PRO, a la escasa tropa todavía no fugada. ¿De cuántos votos se estaría hablando si eso se concretase, visto el estallido entre la tropa del ex presidenciable? Roscas de pago chico que no alcanzarán para disimular el derrumbe veloz y estrepitoso de quien, hasta hace dos años y menos también, fue soñado y erigido como la gran esperanza blanca. Puede que asista la razón a dos puntas. Al parecer, sea que aspira a ganar o que ya se resignó a la invencibilidad pasajera del peronismo, Macri se asienta mostrándose “ortodoxo”, seguro de que le conviene vender la imagen inflexible de una nueva derecha descontaminada. Y Massa, quien recién cumplió 43 años, tendrá la chance de contar porotos completamente propios, por más escasos que vayan a ser, para, primero, hacerlos jugar como mejor le plazca y, después, en el inicio de la reconstrucción de su figura. Llegado el caso, no le faltará oportunidad de volver a conseguir sponsors mediáticos y del círculo rojo en general.
En el oficialismo, los avatares son bastante más complejos en su sentido de profundidad ideológica. El miércoles pasado, en la presentación del libro El futuro del kirchnerismo, de Eduardo Jozami, se escucharon algunas definiciones de fuerte valor conceptual que fueron muy bien sintetizadas en la crónica que la colega Ailín Bullentini efectuó para este diario. El autor, quien busca lugar en Diputados como una de las personalidades más destacadas e irreprochables del mundo progresista, habló de la urgencia ante el proceso electoral y del temor de que se “encumbre en la Presidencia a un candidato que no garantiza la continuidad de este proyecto”. Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, donde se produjo la actividad, dijo que el libro es una reflexión sobre el vuelo fantasmal que sufre el kirchnerismo: “la cuestión Scioli”. El politólogo Edgardo Mocca resumió el brío del texto bajo la pregunta de si el kirchnerismo es una nueva identidad política popular o una nueva vuelta de la rueda peronista. Y la ex diputada Cecilia Merchán lo contestó, en parte, al señalar que el kirchnerismo ha generado en efecto una fuerte identidad política, pero no una organización política que esté a la altura de esa identidad. Merchán apuntó además que “no queremos un gobierno de Scioli”, pero a la vez aseveró que la identidad kirchnerista seguirá como tal “dentro o fuera del Estado”.
Es quizás en ese último criterio donde se juega la porción decisiva, o mayor, del futuro de mediano plazo. Está claro que la derecha ha conseguido con Macri una candidatura que en los papeles es aglutinante, aunque quedará por comprobar si los restos del radicalismo irán en masa hacia esa opción o si a último momento regirá alguna dosis de vergüenza histórica, llamémosle, capaz de impedir la rifa completa de esa tradición progresista que la UCR supo mantener en algunas etapas y con ciertas jefaturas o referencias. Sería esperable lo segundo, que en la provincia de Buenos Aires puede encontrar refugio en Margarita Stolbizer y, aun, en votos K de los segmentos menos gorilas, seducidos por el liderazgo que seguirá ejerciendo Cristina más allá del papel candidateable, o no, que resuelva presentar hacia octubre. El kirchnerismo, en cambio, llega a las elecciones con candidatos presidenciales que no representan lo mejor de su espíritu disruptivo, y sufre un fuerte debate interno que será más intenso todavía si, como indican hasta hoy absolutamente todos los sondeos, el vencedor de las primarias resulta Daniel Scioli. En esa variante, que estaría precedida por el entornismo de Casa Rosada al designar vice, aspirantes parlamentarios y referentes territoriales, se profundizará la polémica en torno de cuánto servirá rodear lo más posible a una figura que habrá surgido por descarte y nunca por convicción. Nadie tiene la respuesta segura, sencillamente porque no la hay ni podrá haberla mientras los hechos sean incomprobables. Conducir desde afuera, amparado en el pretexto de que el candidato es el proyecto como si los nombres no contaran, es cosa bien distinta que hacerlo desde el ejercicio del poder. Hay un sinnúmero de alternativas probables, empezando por la presión que desplegarán los grupos económicos para retomar algunos privilegios perdidos, que impiden pronosticar con certeza absoluta cómo reaccionará un conservador entornado. Sí parece estar fuera de duda la capacidad kirchnerista para haber construido esa identidad que, por si fuera poco, termina su gestión con una popularidad de Cristina tan impresionante como imbatible, Durán Barba dixit. Es desde esa base que se verá si alcanza con cercar por los laterales. O si será necesario que el kirchnerismo se disponga, más temprano que tarde, a constituir la organización que le falta sin depender de unas estructuras clásicas del peronismo, ora tránsfugas y ora corruptibles según acaba de ratificarlo el alucinante mercado de pases en las filas de Massa. Por ahora, es lo que hay. Tampoco puede perderse de vista, para ser obligatoriamente reiterativos y justos, que la conducción de este modelo reparador, con tanto de energía como de improvisación, era con dos. Uno se murió demasiado antes de tiempo. Si viviera, valga lo contrafáctico, no estaría deshojándose margarita alguna. No habría en el espacio K la consistente depresión de que ya no será lo mismo. Y quien quedó no puede ser reelecta. Por lo pronto, sin embargo, la buena noticia es la significación de que, al que sea, le resultará bien difícil dar marcha atrás con las pequeñas, medianas y enormes conquistas de estos doce años. No bastarán el odio, ni la timidez, ni la farandulización de la política, ni como se le quiera llamar a una corriente adversa, para torcer lo alcanzado así nomás.
En el cierre de su columna de esta semana referida a los miedos del poder económico y sus medios (www.presmanhugo.blogspot.com), el periodista Hugo Presman da en el clavo, sobre este desafío, al citar la sentencia de Arturo Jauretche acerca de que los pueblos deprimidos no vencen. Que nada grande se puede hacer con la tristeza. Y que se ignora que las mayorías no odian. Odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría mientras perder privilegios provoca rencor.


12 junio 2015

El MIEDO DEL PODER ECONÓMICO Y SUS MEDIOS


Hay momentos en la historia en que el poder económico queda a la vista, porque el enfrentamiento de intereses contrapuestos se agudiza y la deja al desnudo. En nuestro país, en 1945, en 1969, en 1972, en 1973, en el 2008, entre otros momentos, quedó al descubierto lo oculto detrás del escenario. Resulta llamativa la nerviosidad de lo que el programa 6-7-8 caracterizó y popularizó como la OPO o la CORPO y que desde el PRO, en un acto de sincericidio denominó “el círculo rojo”. Son distintas alias del poder económico. Y llama la atención porque las alternativas de los posibles candidatos presidenciales van desde aquel que integra el círculo rojo como el hijo de Franco Macri , un oportunista ex intendente del Tigre en declive difícilmente reversible, que fue el candidato del poder económico mientras aparecía como la simbiosis de sectores de peronismo más conservador con retazos de ideología neoliberal, y por otra parte desde el oficialismo el candidato que mejor mide es una expresión light del proceso que ha producido modificaciones importantes en sus 12 años de gobierno y que despierta en el kirchnerismo  duro, dudas profundas precisamente por su cercanía con el poder económico.

El Papa Francisco simpatiza con Daniel Scioli al que considera “fácil  de pastorear”.  A su vez desde el riñón kirchnerista preocupa que sea “pastoreado” desde el poder económico  El otro candidato del oficialismo, Florencio Randazzo retrasado por el momento en sus posibilidades, se lo valora por lo que ha hecho en materia de gestión, pero se desconoce en profundidad la sinceridad de su pensamiento con los avances de más de una década. Abocado a encarar problemas que los resolvió con eficiencia, mantuvo hasta hace unos meses silencio sobre las decisiones políticas concretadas por el gobierno que integra.

El kirchnerismo ha provocado del poder económico un rechazo desproporcionado, basado fundamentalmente en fijar limitaciones a su accionar, en establecer regulaciones al accionar del mercado, en no mostrarse sensible a sus inquietudes,  en no ponerle la alfombra roja a su poder,
en cuestionar la falsa historia mitrista, el levantar la bandera de los derechos humanos y llevar a los ejecutores e instigadores del terrorismo de estado al banquillo de los acusados,  el establecer un alineamiento exterior con aliados no tradicionales en el marco de una política latinoamericana, el expropiar parte de la renta agraria a través de las retenciones, el insertarse en los sectores más desposeídos, el mejorar la distribución del ingreso y la participación de los asalariados en el PBI, el haber contribuido a la recuperación y el mejoramiento económico de la clase media, la reconstrucción del Estado, el haber hecho hincapié en el consumo que produjo una reactivación industrial hasta el límite de la capacidad productiva, lo que no constituyó ningún obstáculo sino un estímulo para que los balances de las empresas reportaran notables utilidades.
Aquí la ideología de los empresarios y franjas numerosas de clase media, es un impresionante obstáculo para que comprendan  la realidad que se diseña con gobiernos populares. La burguesía argentina se caracteriza por ser capitalista pero no burguesa en la medida que en lugar de reinvertir fuga capitales. Es una clase dominante pero no dirigente. A su vez algunos sectores asalariados que por ingresos ascienden a clase media baja suelen asumir estereotipos de su nueva ubicación social. Ahí suele predominar los prejuicios  típicos de los sectores medios que si le va mal el culpable es el Estado y si le va bien es por mérito propio.

EL MIEDO DEL PODER ECONÓMICO Y SUS MEDIOS (1)


Desde siempre, su candidato es Mauricio Macri, que es el gobierno en poder de sus dueños históricos.  Candidato con precariedades de ideas y discurso ha ido aprendiendo las reglas básicas de la política y ha concretado un proceso de maduración. De aquel que hace un tiempo respondía a un grupo de periodistas con un apuntador atrás que le soplaba las respuestas al actual que realizó una jugada fuerte apostando casi todas sus fichas, contra los deseos del círculo rojo, a un candidato de tan poco carisma como Horacio Rodríguez Larreta contra Gabriela Michetti de buena imagen a pesar que el contenido revela profundas carencias, hay sin dudas un cierto progreso personal.
Cuenta Gabriela Cerruti en su libro “El Pibe”  que Franco Macri le decía a Carlos Grosso cuando era directivo de Socma, en referencia a Mauricio: “Deciles, deciles, deciles lo que te digo siempre…..Como me gustaría que fueras mi hijo en lugar de este pelotudo….” (Página 91)
El triunfo categórico fortificó a Macri, y parte del círculo rojo, el más poderoso, siguió insistiendo en la alianza opositora que incluya a Sergio Massa.
Mientras este sufría el efecto puerta 12, cuyos intendentes más significativos se aglomeraban para irse, el candidato a gobernador del Frente Renovador Francisco de Narváez se bajó de su candidatura y ante Marcelo Bonelli,  el segundo mejor empleado del grupo Clarín, afirmó por Radio Mitre: “En una reunión en mi casa en que estaba Sergio Massa, con Jaime Durán Barba, el asesor de PRO "me dijo que Cristina es imbatible porque la economía de bolsillo sólo va a mejorar y, en ese contexto, el PRO prefiere perder solo, con los  puros". Y si eso no fuera suficiente agregó: "dividir es jugar para (la presidenta) Cristina (Kirchner) y la soberbia no es el camino".
Ante una situación en donde los columnistas de los medios hegemónicos instigados desde el poder económico pronosticaban el fin de ciclo inexorable del kirchnerismo, la nerviosidad y desconcierto atraviesa al círculo rojo y sus voceros. Sólo en el último fin de semana, los escribas se desnudaron impúdicamente. El columnista sabatino de Clarín Alberto Amato, el 6 de junio, escribió sobre el gobierno algo que podía ser una autocrítica:   “…  la tendencia de algunos gobiernos de América Latina, puede, entre tantas cosas, alterar la realidad con palabras que ya no definen lo que deberían, y crean, en cambio, una brecha entre la realidad y lo que expresan. A eso se le llama relato”
Las explicaciones elementales de los críticos que se cobijan bajo la bandera del “periodismo independiente”, los prejuicios actuales similares a lo que llevaron a la incomprensión del peronismo  histórico, demuestran la certeza de la frase de Marx en “El 18 Brumario”: “La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”
Un analista lúcido del establishment como Eduardo Fidanza escribió en La Nación del 6 de junio: “…..un grupo de empresarios analiza  cual puede ser la mejor fórmula opositora para vencer al oficialismo. La mayoría piensa que la oposición se tiene que juntar, que es la única forma de impedir que Cristina se salga con la suya. Ya están hartos de ella. En realidad estos empresarios la han soportado aunque algunos también hicieron en su momento buenos negocios con el Gobierno. Otros no, castigados por el sector de la economía que les tocó o por el estigma que oportunamente les indilgó el kirchnerismo”
Desde el establishment se intenta transformar a Macri de político en estadista. Así Joaquín Morales Solá escribió en La Nación del 6 de junio: “El jefe radical, Ernesto Sanz, estaba más seducido por esos potenciales acuerdos electorales. Su formación política y partidaria le impide a veces entender el idioma de Macri. Por ejemplo, cuando éste dice que los acuerdos los debe hacer la sociedad y no los dirigentes. "La política se construye ahora desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo", repite mientras golpea las puertas de argentinos humildes, que ni siquiera saben qué es el "círculo rojo". El establishment lo mira asombrado: no puede entender cómo salió así un hijo dilecto del empresariado. Macri les responde que las comunicaciones han cambiado tanto como la manera de la sociedad de relacionarse con la política. Ésos son los parámetros del macrismo, que prefiere una división clara entre lo nuevo y lo viejo.”
Jorge Fernández Diaz en el mismo medio y día apuntaló en el mismo sentido: “El círculo rojo no entiende nada de política, clausuró Macri. Una frase histórica”
Y nuevamente Morales Solá en la nota citada desnuda lo que hay detrás del escenario: El "círculo rojo", una metáfora para nombrar a los sectores empresarios más influyentes del país, rodeó a Macri en días recientes para empujarlo a un acuerdo opositor. Esos hombres importantes de la economía temen, más que nada, la continuidad del cristinismo con otro nombre. Al revés de Massa o de Daniel Scioli, a Macri no lo atemoriza el "círculo rojo": nació dentro de él, los conoce desde adolescente a casi todos los grandes empresarios y es crítico de lo que éstos han hecho durante el kirchnerismo. Cuestiona, sobre todo, que hayan aceptado hasta lo inaceptable. "Buscan la protección de ustedes, no un país diferente", le dijo a uno de ellos en la cara.”
Desde Clarín, el caricaturista Sabat lo dibuja como una mezcla de Napoleón y general de la independencia del siglo XIX
Pero mientras los medios hegemónicos intentan transformar a Macri en un estadista, su aliada Elisa Carrió le baja el precio, diciendo el 7 de junio según Página 12: “No se entiende lo que dice Macri  porque es ingeniero, pero hay que ser optimista porque mi hermano era igual pero se está haciendo culto”
La oposición es acicateada desde los medios del poder. Así escribió Julio Blanck el 7 de junio en Clarín: “Pero nadie puede asegurar que unos y otros hagan algo distinto a lo que hicieron hasta ahora para evitar que el kirchnerismo se perpetúe en el poder”
La decepción después de tantas tapas calamitosas para el gobierno, de una guerra sin cuartel desde el 2008, se traduce en  la columna de Eduardo van der Kooy  del 7-06-2015   “Un abismo separa el desahogo con que el kirchnerismo encara un mes decisivo del calendario  electoral con las complejidades que enredan aún a la oposición”
Mientras Morales Solá eleva la figura de Mauricio Macri escribiendo: “En el fondo, o en el frente, la decisión de Macri desafía también a la sociedad argentina. ¿Es cierto que son los argentinos (o una decisiva mayoría de ellos) los que necesitan y quieren al peronismo? ¿O todo consiste, acaso, en que la política no pudo elaborar una alternativa sólida y diferente frente a un electorado condenado a votar lo que hay, al peronismo o a las mezclas del peronismo? ¿Por qué no dejar que sea la propia sociedad la que decida si quiere algo distinto de cualquier versión del peronismo? Frente a esa decisión, podrán objetarle a Macri la eventual eficacia de su teoría, pero nadie podrá negarle audacia política y personal.”
En cambio le baja la banderita a su anterior ensalzado Sergio Massa y lo castiga sin contemplaciones: “El vertiginoso derrumbe de Massa trabó cualquier posibilidad de acuerdo. ¿Qué efecto hubiera tenido, por ejemplo, una candidatura a gobernador de Massa aliado con Macri? ¿No hubiera llegado Massa a esa instancia como un candidato devaluado después de explorar empecinadamente una candidatura propia a presidente? ¿Cómo explicarles ahora a los bonaerenses que puede ser un buen gobernador cuando no pudo ser presidente?
En la desesperación de los últimos días, sólo reclamaba un papel como actor de reparto. La última carrera electoral de Massa no deja de ser una tragedia política y personal. Hace apenas ocho meses era el candidato presidencial con más intención de votos. Cometió errores, hizo promesas políticas que no cumplió, confundió a sus aliados o los agravió (como el caso Reutemann), anunció cosas que nunca sucedieron.
Cansado y debilitado, casi con la lengua afuera, lo buscó a Macri quién lo esperaba, pero para decirle que no, cobrando el desplante que él sufrió de parte de Massa en las elecciones de 2013. Ninguna política nueva le quita a la política su eterna dosis (¿necesaria, tal vez?) de dureza y frialdad. La mejor síntesis la hizo un viejo massista: "Ya es tarde para todo".
EL MIEDO DEL PODER ECONÓMICO Y SUS MEDIOS (2)
A pesar de los muchos flancos débiles del gobierno, de un relato que cae en absurdos indefendibles sobre los índices de pobreza e indigencia frutos de una tergiversación groseras de índices estadísticos, de un retroceso injustificable en la bandera de los derechos humanos manteniendo al general César Milani,  de funcionarios que no pueden justificar sus patrimonios, de surfear sobre una crisis económica con inteligencia postergando decisiones de profundización que más temprano que tarde deberán afrontarse,  todo lo cual le ha permitido a Cristina Fernández llegar como nadie a la finalización de su mandato y de su posible influencia posterior, es porque las transformaciones realizadas, los avances concretados superan largamente a sus déficits.
Es lo que dejado en offside a los críticos más empecinados. Lo expresa Rosendo Fraga, autor de un libro del 2010 titulado “FIN DE CIKLO. Ascenso, apogeo y declinación del poder kirchnerista”         y ahora sostiene: "Hay que ver que a cuatro meses -de las elecciones- el oficialismo que parecía perdido, recupero posibilidades y hoy es una alternativa competitiva"  
Otro crítico persistente en el tiempo, el escritor y periodista Jorge Asis, autor de “El kirchnerismo póstumo”, pocos meses antes que Cristina Fernández obtuviera el 55% de los votos, sostiene ahora en una nota titulada “La entendible continuidad del peronismo”, el 11 de mayo: “Si no comete más equivocaciones, con Scioli -la cría involuntaria- el cristinismo siente el regalito de cuatro años más en el poder. Salvo que los opositores envueltos modifiquen la estrategia de la fragmentación, que les deja el obsequio de la permanencia garantizada a los envolventes.
Esta oposición envuelta, vacilante y colmada de egolatrías y competencias pasionales, consigue que ninguna crisis del cristinismo sea suficientemente grave. Como para evitar la ceremonia de la recuperación. Ocurre que esta oposición sólo se conforma con oponerse. Indignarse con declaraciones a los medios. Pero siempre sin sustituir. Larga vida (regalada) para el cristinismo.”
Es bueno recordar que desde el 2005 el gobierno no perdió ninguna elección y ganando sufrió dos derrotas políticas en el 2009 y 2013, ambas legislativas y los triunfadores de ambos comicios en la Provincia de Buenos Aires fueron instrumentos ocasionales a través de los cuales se expresó disconformidad con el oficialismo y sus votos se evaporaron o se contrajeron, apenas el gobierno recuperó la iniciativa y mejoró la situación.
Mientras intenten explicar procesos complejos con prejuicios ancestrales, la realidad seguirá  castigando su incomprensión.
En síntesis: la oposición y sus medios fabrican un relato muy cercano a sus deseos y alejado de la realidad, que como sostiene Eduardo Blaustein en “Años de rabia” :“el malhumor opositor deviene en rabia”. De ahí surge la famosa grieta levantada fundamentalmente por quienes dicen padecerla pero que en realidad la instigan.  En las manifestaciones opositoras suele primar la bronca y el resentimiento, con exteriorizaciones de odio, mientras en las oficialistas suele predominar la alegría.

Se viene a confirmar nuevamente la aseveración de Arturo Jauretche: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.”
Y agregaba Don Arturo: “Ignoran que las mayorías no odian, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor».                            
 11-06-2015

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