El infiltrado de la federal. Atentado a la AMIA.
Martes, 07 de Abril de 2015
En relación con el atentado a la AMIA se discute sobre la pista iraní, la siria, la combinación de ambas, la participación de grupos libaneses, Hezbollah, etc.
Seguramente, el componente internacional tiene su importancia y merece ser investigado. Claro que lo que tenemos más a mano, dentro de la geografía nacional, queda más relativizado: el rol de la mano de obra local que participó y/o ayudó a cometer el brutal asesinato de 85 personas en pleno centro de Buenos Aires.
Tanto en el atentado a la Embajada de Israel como en el de la AMIA, los policías federales destinados a la custodia de esas instituciones se borraron de sus puestos antes de que se produjeran las explosiones. Distintos investigadores que siguieron las causas tienen certeza de que se establecieron “zonas liberadas” para que los perpetradores pudieran “trabajar” con tranquilidad.
En este sentido llama la atención por qué no se puso la lupa suficientemente sobre un topo policial que se infiltró en distintas organizaciones de la comunidad judeo-argentina entre 1986 y 2000, período en que se produjeron ambos atentados.
Bajo las órdenes de la Policía Federal, el agente de inteligencia José Alberto Pérez realizó un trabajo paciente logrando mimetizarse a lo largo de catorce años en instituciones como la Organización Sionista Argentina, la DAIA, la Embajada de Israel, el partido Meretz en la Argentina, identificado con la izquierda israelí. Incluso llegó a estar muy cerca de quien fuera el titular de la DAIA, Jorge Kirszenbaum.
Tan eficiente fue su trabajo de infiltración que este espía logró escalar posiciones en diferentes instituciones: llegó a ser secretario de actas de la Organización Sionista Argentina, estuvo a cargo de actividades de seguridad en el propio edificio de la AMIA y otras instalaciones de la comunidad judía y hasta formó pareja con una secretaria de un altísimo funcionario de la embajada de Israel. Estudió hebreo durante tres años y asistió a cursos fingiendo ser un judío que pretendía regresar a Israel para recuperar sus orígenes. Utilizaba el argot del medio en que se movía y su rol de topo lo llevó adelante a la perfección, sin que nadie sospechara que era un hombre infiltrado por la Policía Federal.
Es evidente que la información recolectada por el espía policial fue elevada a sus superiores y pudo haber sido usada como inteligencia para realizar los ataques.
Horacio Lutzky, autor del libro Brindando sobre los escombros, una muy buena investigación sobre los dos atentados, fue el primer periodista a quien el espía policial, conocido como “Iossi” Pérez?, reveló su increíble historia.
Después de muchas idas y vueltas, este agente de inteligencia, habiendo ingresado al Programa Nacional de Protección de Testigos y en sede judicial, declaró frente al recientemente fallecido Fiscal Alberto Nisman. Estas son algunas de las conclusiones de su testimonio:
“- Que por su trabajo de infiltración en la OSA y debido a la mudanza que se iba a hacer al edificio de la AMIA, tuvo acceso a los planos de la sede. Les sacó copias y se los entregó a sus jefes de la Federal. Que esos planos –elucubra– pudieron ser usados en el atentado.
- Que Inteligencia de la Federal no sólo usaba sino que vendía datos y pudo haberlos vendido a algún grupo terrorista.
- Que supone que alguna información tenían en la Federal sobre el atentado porque no estaban los dos policías asignados a la custodia de la AMIA en el momento del ataque.
- La hipótesis formulada por Pérez es que el atentado fue cometido por sectores nazis de las fuerzas de seguridad argentinas.”
En estas declaraciones existe una punta clara y concreta de por dónde tirar del hilo para tratar de acercarse a parte de la verdad en el asesinato masivo en Pasteur 633.
En su momento Diana Malamud, referente de Memoria Activa, reclamó que se allanara la Policía Federal, se secuestraran todos los archivos. Además, supone que existirían otros infiltrados de la Federal que habría que descubrir.
El espía citado fue incorporado al programa de testigos protegidos porque es muy factible que quieran silenciarlo ante el temor de que siga denunciando responsabilidades de la fuerza a la que respondía. “Los que me tienen que cuidar son los que me van a tirar debajo de un camión”, llegó a afirmar.
En síntesis, José Alberto Pérez, el policía federal infiltrado en la AMIA, un caso que podría servir para descubrir la conexión local del atentado.
De él nadie habla. Una pista que deja muy en claro que por acción u omisión sectores de la Policía Federal tuvieron algo que ver en los dos terribles atentados. De eso, tampoco se habla.
Fuente: La Tecl@ Eñe
http://puedecolaborar.com.ar/index.php/sociedad/3-opinion/1354-atentado-a-la-amia
En relación con el atentado a la AMIA se discute sobre la pista iraní, la siria, la combinación de ambas, la participación de grupos libaneses, Hezbollah, etc.
Seguramente, el componente internacional tiene su importancia y merece ser investigado. Claro que lo que tenemos más a mano, dentro de la geografía nacional, queda más relativizado: el rol de la mano de obra local que participó y/o ayudó a cometer el brutal asesinato de 85 personas en pleno centro de Buenos Aires.
Tanto en el atentado a la Embajada de Israel como en el de la AMIA, los policías federales destinados a la custodia de esas instituciones se borraron de sus puestos antes de que se produjeran las explosiones. Distintos investigadores que siguieron las causas tienen certeza de que se establecieron “zonas liberadas” para que los perpetradores pudieran “trabajar” con tranquilidad.
En este sentido llama la atención por qué no se puso la lupa suficientemente sobre un topo policial que se infiltró en distintas organizaciones de la comunidad judeo-argentina entre 1986 y 2000, período en que se produjeron ambos atentados.
Bajo las órdenes de la Policía Federal, el agente de inteligencia José Alberto Pérez realizó un trabajo paciente logrando mimetizarse a lo largo de catorce años en instituciones como la Organización Sionista Argentina, la DAIA, la Embajada de Israel, el partido Meretz en la Argentina, identificado con la izquierda israelí. Incluso llegó a estar muy cerca de quien fuera el titular de la DAIA, Jorge Kirszenbaum.
Tan eficiente fue su trabajo de infiltración que este espía logró escalar posiciones en diferentes instituciones: llegó a ser secretario de actas de la Organización Sionista Argentina, estuvo a cargo de actividades de seguridad en el propio edificio de la AMIA y otras instalaciones de la comunidad judía y hasta formó pareja con una secretaria de un altísimo funcionario de la embajada de Israel. Estudió hebreo durante tres años y asistió a cursos fingiendo ser un judío que pretendía regresar a Israel para recuperar sus orígenes. Utilizaba el argot del medio en que se movía y su rol de topo lo llevó adelante a la perfección, sin que nadie sospechara que era un hombre infiltrado por la Policía Federal.
Es evidente que la información recolectada por el espía policial fue elevada a sus superiores y pudo haber sido usada como inteligencia para realizar los ataques.
Horacio Lutzky, autor del libro Brindando sobre los escombros, una muy buena investigación sobre los dos atentados, fue el primer periodista a quien el espía policial, conocido como “Iossi” Pérez?, reveló su increíble historia.
Después de muchas idas y vueltas, este agente de inteligencia, habiendo ingresado al Programa Nacional de Protección de Testigos y en sede judicial, declaró frente al recientemente fallecido Fiscal Alberto Nisman. Estas son algunas de las conclusiones de su testimonio:
“- Que por su trabajo de infiltración en la OSA y debido a la mudanza que se iba a hacer al edificio de la AMIA, tuvo acceso a los planos de la sede. Les sacó copias y se los entregó a sus jefes de la Federal. Que esos planos –elucubra– pudieron ser usados en el atentado.
- Que Inteligencia de la Federal no sólo usaba sino que vendía datos y pudo haberlos vendido a algún grupo terrorista.
- Que supone que alguna información tenían en la Federal sobre el atentado porque no estaban los dos policías asignados a la custodia de la AMIA en el momento del ataque.
- La hipótesis formulada por Pérez es que el atentado fue cometido por sectores nazis de las fuerzas de seguridad argentinas.”
En estas declaraciones existe una punta clara y concreta de por dónde tirar del hilo para tratar de acercarse a parte de la verdad en el asesinato masivo en Pasteur 633.
En su momento Diana Malamud, referente de Memoria Activa, reclamó que se allanara la Policía Federal, se secuestraran todos los archivos. Además, supone que existirían otros infiltrados de la Federal que habría que descubrir.
El espía citado fue incorporado al programa de testigos protegidos porque es muy factible que quieran silenciarlo ante el temor de que siga denunciando responsabilidades de la fuerza a la que respondía. “Los que me tienen que cuidar son los que me van a tirar debajo de un camión”, llegó a afirmar.
En síntesis, José Alberto Pérez, el policía federal infiltrado en la AMIA, un caso que podría servir para descubrir la conexión local del atentado.
De él nadie habla. Una pista que deja muy en claro que por acción u omisión sectores de la Policía Federal tuvieron algo que ver en los dos terribles atentados. De eso, tampoco se habla.
Fuente: La Tecl@ Eñe
http://puedecolaborar.com.ar/index.php/sociedad/3-opinion/1354-atentado-a-la-amia