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sueños de cacerolas
"¿'Qué hambre pasa por sus mentes? Es que no alcanzan a advertir siquiera lo patético de un reclamo tan desvergonzado?"

IXX (2012)


El sentido común indica que alguien puede golpear por hambre, los platos, la mesa, las palmas, las cacerolas, otras personas (tal vez?)...
El hambre como extremo puede ser la causa de levantamientos, protestas y hasta revoluciones. El instinto primitivo a la supervivencia nos puede volver extremistas. La pulsión de vida es muy fuerte y desde el fondo de los tiempos hacemos cualquier cosa por permanecer vivos.

Ahora bien, qué extremo se ha tocado de quienes salen a golpear cacerolas por un dudoso derecho a invertir su dinero en lo que ellos consideran elemental. Qué hambre pasa por sus mentes? Es que no alcanzan a advertir siquiera lo patético de un reclamo tan desvergonzado?

Se podría admitir y hasta admirar una protesta política de descontento por el manejo de la cosa pública, es lícito pensar diferente, y como en toda democracia hay que hacerse oir para formar parte. En cambio los objetivos grandilocuentes asoman tarde, casi en un segundo plano detrás de las verdaderas intenciones porque cuando los manifestantes ya estaban en la calle comenzaron a arreciar las primeras críticas a tal banalidad empujada solo por unos dólares más que se improvisó una serie de reclamos más aceptables para el público grande pero no fue suficiente y con solo ver en las redes sociales y en las propias declaraciones de los involucrados en pocas palabras queda claro el altísimo egoismo y la furia contenida que los movilizó.
Curiosamente, en tres marchas de cacerolazos hubo en promedio, más reporteros agredidos que en cualquier otro evento público desde la llegada de la democracia, es un record inobjetable: tres marchas, tres agresiones a periodistas que si bien son opositores, no fueron más que el blanco más simple y a la mano que hallaron a su paso.
En otro plano, las declaraciones de amenazas de otros tiempos ("sabemos donde vivís", "ojala maten a tu familia", y otras por el estilo) recuerdan los no tan lejanos tiempos violentos en que el grueso de esta gente parece haberse sentido más confortable.
En lo político se observa una impotencia que da pena. No parecen encontrar referentes de fuste para oponer a lo que ellos casi al unísono denominan un régimen dictatorial. Más allá del ingenio que puedan mostrar ya que justamente hay que ser franco y reconocer que no se autoconvocó lo más granado de nuestra derecha vernácula, no es aventurado suponer que el discurso que expresan les fue dado por sus medios de cabecera. Ys desde hace un par de años se viene escuchando y leyendo caracterizaciones del tipo: "regimen", "dictadura", "populismo", "juventudes hitlerianas" y deseos y/o advertencias de una necesidad de "interrupción" a como de lugar del "regimenn" actual. Y si bien la irresponsabilidad de los medios masivos es a veces ligeramente disimulada, en la calle esas ideas casi trasmutan en planes y cálculos en la mente de algunos (no pocos) maquinadores e impulsores de cambios violentos.
No es exagerado, en el club, en el subte, en el trabajo, en la escuela se hablan estas cosas y aunque uno pueda ser prudente y no asegurarlo como un emergente, no puede tampoco dejar de resaltarlo. El huevo de la serpiente está latente en nuestra sociedad.
Por último me pregunto si acaso estos difusores mediáticos de apocalipsis que día a día nos infunden pánico y nos llegan de desánimo y hasta llevan a muchos a depresión misma, ¿están fogonenado una revuelta violenta? ¿juegan a que no se llegará a esos extremos? ¿son tan cínicos que nos empujan a matarnos so pretexto de defender nuestras libertades a cambio de retomar con sus grandes negociados?
En una vuelta  a lo primitivo imagino los poderes detrás de nuestros informadores como un gran dios (¿con forma de toro tal vez?), con las fauces abiertas y un estómago inmenso que solo se mantendrá calmo si es saciado de ofrendas en metálico, si es reverenciado e indiscutible. Y una pregunta final: ¿acaso habrá manera de saciarlo alguna vez?

I.X.X. (junio 2012)

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