Acabando con lo establecido

Cuando el poder no tiene el poder, prefiere destruirlo todo antes que cederlo.

Estamos asistiendo al espectáculo lamentable de voceros del poder establecido (léase establishment) que al límite de su desesperación, ya al borde del desasosiego parecen dar todo por perdido y sentirse en retirada.

De otra manera no se pueden explicar ciertas conductas (auto?)destructivas.

Los argentinos conocemos, poco pero la conocemos, la estrategia de Manuel Belgrano cuando emprendió el Éxodo Jujeño, una epopeya contradictoria, criticada por los beligerantes, pero decidida ante la urgencia de la hora y ante la falta de alternativas.
Brevemente, la desición de organizar a la gente para retirarse de sus tierras, obedeció a la falta de un ejército regular con el cual enfrentar el avance de las fuerzas realistas y frente a tamaña decisión se optó por dejarles tierra arrasada a los enemigos, de modo que se quedarín con el territorio, pero no con sus productos, se los dejaría sin abastecimiento y esto les haría menos significativa la victoria.
Casi del mismo modo, la oposición derrotada, y sin ideas, sin coordinación, solo guiada por los medios expresivos que pone a su disposición la conformación político-económica vigente establecida y afianzada desde hace décadas sale a quemar todo a sus espaldas, se menosprecian valores que llevó muchos años instalar, se desprestigia sin justificativos suficientes a personas e instituciones fundacionales de nuestra democracia joven y nada les importa.
Como es posible hacerlo?, solo gracias a las protecciones con que cuenta la libertad de expresión en la Argentina, solo con esa impunidad es posible injuriar sin pruebas y luego ni siquiera desdecirse.
Se postulan personajes impresentables como referentes quien sabe de qué, se podría decir que queman las naves, que solo dejan a los vencedores un desierto de tierra yerma, pero no es así. La destrucción no opera sobre la retaguardia, está afectando el futuro, lo que vendrá, el territorio que todos, vencedores de hoy y vencidos temporarios vamos a compartir en cualquier momento.
Entonces pienso en los intereses de estos sembradores de caos, estos vendedores de falsas crisis y de falsos enemigos, una manga de miserables sin patria que aquí o allá intentarán lucrar a como dé lugar. Para ellos uno o mil niños con hambre o sin hogar ni educación son cifras irrelevantes, estadísticas aprovechables.
Esa gente no es igual a mí, no son adversarios con ideas políticas distintas, no. Son enemigos de los principios más elementales para la vida humana, están contra la libertad, la salud la educación, la vida misma. Y no me importa que sonrían apliamente diciendo lo contrario tal como los han preparado sus asesores, esa gente está en el extremo absolutamente opuesto de mis ideas, de mis deseos y de mis necesidades, están en contra de mí.

IXX (2011)

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