La ciudad histérica

La ciudad se volvió histérica y volcó, así de simple.
De a poco, en un trabajo de hormigas los noticieros prepararon el terreno fertil para la hecatombe...
Y una mañana al fin la profecía se autocumplió. No de la manera esperada, la crisis podría haber tomado cualquier forma pero eligió la pueblada.


El párroco llamó desde su púlpito a la ultima defensa de las fortalezas de nuestras almas contra el satanico mal del abandono de papasito estado. Después de todo, la caja de Pandora ya ha sido abierta y no era cuestión de desaprovecharla. Todo vale y todo suma a los fines de crear o recrear el necesario caos que amerite un orden divino o divinizado, qué mas da! si ya se hizo lo propio cuando a principios de los setenta parecía distribuirse el poder y qué mejor que destruir todo sin mirar los costos con tal de quedarse a la cima de lo que sobreviviera.
Nadie pudo pensar en un principio, todo fue instinto, impulso. La muerte de un niño era demasiado, y el rumor fue excusa mas que suficiente. Y las cámaras y los microfonos. El mundo todo nos pedía actuar y debía ser ya mismo, ya veria de lo que un pueblo es capaz.
"El intendente a la hoguera" qrito uno y muchos corrieron con pretensiones de lincharlo. La fortuna o el buen juicio de pocos ante el umbral del horror pudo salvarlo apenas.
Se grito, se insulto, se cruzaron en la confusión mil voces enardecidas que pedían solo unas manos ejecutoras que por suerte nuncac se ofrecieron, y se llamó a un intermedio cuando la noche enfrió un poco los ánimos. Ya parte estaba hecha, suficiente para un poblado cansino, olvidado y apacible.
La noche traeria en sueños, visiones de quietud y de tormenta, calles enrrojecidas y miles de ojos entre el follaje de los árboles y en los resquicios de cada puerta y cada ventana del pueblo.
Pronto, el equilibrio se restableció de la mano de pericias y confesiones veloces.
No hubo tal asalto y solo habia ocurrido una desgracia: el terrible dolor de una madre y la decisión equivocada de mentir para ganar tiempo, para pensar en calma frente a una inmensa desgracia. Y la madre apeló al discurso mejor conocido por todos y todos asintieron. El terror había tomado al fin una forma y ya estaba aquí. 
Y pronto (demasiado pronto) estuvieron también los discursistas con su entelequia potenciada por el oportunismo, por la avidez de tener un día más, unas horas al menos de aire, luego, el tiempo dirá como se sigue.
Como en la Guerra de los mundos algunos (muchos) incredulos compraron la emision y salieron a destajo. Lo que pudo ser una tragedia sobre la tragedia, no pasó a mayores, unos se remorderán o limpiarán sus conciencias cómplices con el párroco, otros intentarán rearmarse frente a la realidad vacia, fente a la monotonía de la verdad.
Los medios desmontaron sus parafernalias y sin el menor cargo ni culpa rumbearán para otros pagos a inventar lo que no tienen. Y otra vez alimentarán su enorme bestia carnicera con las voluntades de los ateridos asistentes al espectáculo habitual y llenarán su estómago insaciable con las víctimas de siempre.

Chacabuco tomada. julio de 2011.
IXX (2011)

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