El señor Dominique

Ese día como de costumbre, luego de tomar su baño matinal, el Señor Dominique salió envuelto en un toallón blanco con un logo dorado del hotel en el orillo, casi a la altura de la bragueta. Pasó raudo por la habitación y apenas pudo sentir el calor tibio de la alfombra. En la mesita de la sala ya estaba la bandeja con el desayuno junto a su teléfono celular. Silencio. Es por esto que ama los pisos altos de New York, imponentes y silenciosos, con una vista espectacular. Las cortinas blancas insinuaban siluetas bailarinas que a la suave brisa lucían su cadencia de odaliscas, y él salió a caminar por la cornisa...
Ese día sus amigos quitaron la red y cayó sobre el asfalto.
Ningún automóvil se detuvo, ningún peatón se alarmó, alguien se ocupará de retirar la bandeja de plata.

I.X.X (2011)

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