.imaginario y realidad

“... la configuración del sentido común es inherente a la construcción social de la representación que llamamos ‘lo real’, ya que en ese proceso se constituyen también una visión del mundo y una lectura de lo que se considera como ‘lo correcto y lo verdadero, en un determinado punto del tiempo histórico’. Lo cual compromete no sólo una ‘descripción’ del mundo en tanto ‘lo real’, sino una ‘valoración’ axiológica de ese mundo y los sujetos que lo habitan...”. (H.D.Aguilar)

martes, 22 de diciembre de 2015

Fiesta en el campo: un regalo inesperado

Esperado o no tanto, el regalo del gobierno incipiente de la Alianza Cambiemos ha beneficiado de manera excesiva para algunos al sector agrario y a esto hay que sumarle que seguido a los anuncios felices y a las acogidas bailanteras que le deparara el interior al mandatario, acto seguido van cayendo uno a uno los anuncios de nuevos o conocidos impuestos que aumentan para compensar con dinero de otros sectores sociales (siempre de abajo) necesario para satisfacer la insaciable voracidad de "los hombres de la tierra" como se gustan llamar.
Las predicciones del diario oficialista (órgano oficioso) de la alianza cambiemos son por lejos más aterradoras que el pronóstico de catástrofe que unos días antes preanunciara Marcelo Zlotowiazda en el Cronista.
Ajustese el cinturón y lea de corrido...

IXX-dic2015

http://www.clarin.com/politica/Cepo_al_dolar-Retenciones-Campo-IERAL_0_1489651048.html

Clarin.comPolítica21/12/15

La baja de retenciones le hace ganar al campo US$ 3.700 millones

EL FIN DEL CEPO.Equivale al 10% de lo que vale la producción total del sector. Además, el dólar que reciben es 40% más caro que antes.

Matías Longoni
De una semana a la otra, a los productores agropecuarios les cambió la cara. Gracias al efecto combinado de la rebaja de retenciones y la salida del cepo, lo que antes eran gestos de desazón se transformaron ahora en euforia. La explicación es sencilla: con la baja de los derechos de exportación el agro recibirá casi US$ 3.700 millones adicionales, cerca del 10% de lo que vale su producción. Y por efecto de la devaluación, esos dólares valdrán casi 40% más.

El cálculo sobre el dinero que recuperarán los productores (o se deprimirán los ingresos fiscales, según el lado de donde se mire la cuestión), lo realizó el IERAL de Fundación Mediterránea. En base a los valores de exportación de 2015, estimó esa suma en US$ 3.685 millones, lo que implica 2,5% de la recaudación nacional, aunque las provincias y municipios también resignarán por vía del Fondo Federal Solidario unos 275 millones.

Según este trabajo, el Decreto 133 (que el jueves pasado definió alícuotas 0 para todos los productos del campo, menos la soja, que tributará 30%) beneficiará a los productores de ese poroto (US$ 917 millones), a los de maíz (667 millones) y a los de trigo (295 millones). También se beneficiarán el maní (48 millones), las frutas (47 millones), el girasol (170 millones) y las carnes (274 millones).

Estos reintegros al sector primario actuarán de modo muy diferente según sea la actividad de cada productor, su escala y la distancia de su establecimiento a los puertos o centros de consumo. Pero a grandes trazos, la rebaja de retenciones permitirá una visible recuperación de la rentabilidad que había perdido la agricultura pampeana por efecto de la baja de los precios de los granos, cercana al 40% en los últimos dos años. Para las economías regionales, en cambio, las medidas resultan una aspirina ante la crisis.

Para dimensionar el impacto, vale comparar esta inyección de US$ 3.700 millones con el aporte total realizado por el sector desde que se reimplantó el tributo en 2002, unos 80.000 millones. La cifra que resignará el Fisco, por otro lado, será menor a la que seguirá cobrando por la persistencia de las retenciones a la soja, unos US$ 5.000 millones cada año.

Ahora bien, si a la menor presión tributaria se le suma los efectos de la devaluación (cada dólar que ingrese valdrá unos cuantos pesos más), ya hay quienes piensan que el gobierno de Mauricio Macri exageró en el bandazo a favor del sector agropecuario.

“La decisión de devaluar y, en simultáneo, eliminar retenciones implica una transferencia de ingresos hacia los exportadores de soja, girasol, maíz y trigo de 128.868 millones de pesos (de los cuales, el 66% corresponde a soja) y, como transferencia global, equivale a casi el 3% del PBI total de nuestro país”, apuntó el referente económico de Unión Popular, Claudio Lozano, que afirmó: “Con una transferencia similar, dirigida a incrementar los ingresos del 30% más pobre de la población más, podríamos terminar con la pobreza”.

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http://www.cronista.com/columnistas/Fiesta-en-Pergamino-20151218-0002.html

EDICIÓN IMPRESA COLUMNISTAS 18.12.15 | 00:00

Fiesta en Pergamino


MARCELO ZLOTOGWIAZDA
Economista y periodista

Indisimulables rostros de alegría se vieron en Pergamino el lunes pasado cuando desde ese lugar Mauricio Macri anunció la rebaja de 5 puntos en las retenciones a la soja y la eliminación para todo el resto de la producción agropecuaria y de las economías regionales. La felicidad es mucho mayor a partir del formidable aumento del dólar que disparó el levantamiento de las restricciones cambiarias dispuesto por la nueva conducción económica.

No era para menos. Recibieron un inusitado combo de devaluación y disminución de retenciones, cuando lo habitual en la historia argentina era que las retenciones al campo se imponían para neutralizar el impacto de elevados precios internacionales o para que los efectos de un dólar más alto beneficiara a la industria pero nada o menos al sector que produce las materias primas para la alimentación.

Es indiscutible que la gente de Pergamino no atravesaba su mejor momento. Según datos de la Compañía Argentina de Tierras el valor de la hectárea en la zona ronda los u$s 14.500, menos que el pico de algo más de 17.000 que había alcanzado en 2011. Es cierto también que ahora se requieren alrededor de 800 quintales de soja para adquirir una hectárea frente a un promedio histórico de 500. Y no hay duda de que esa situación era resultado, entre otras causas, de la caída de los precios internacionales, del atraso cambiario y del mantenimiento de elevadas retenciones.

Pero aún así, la transferencia de recursos para el campo es descomunal. Considerando que el complejo sojero exporta u$s 20.000 millones por año, la rebaja de 5 puntos en el impuesto junto con un aumento del 40% en el dólar (si logran estacionarlo en el nivel que pretenden), el ingreso adicional que recibirán será mayor a los $ 60.000 millones anuales a valores de hoy. A eso se agrega el ingreso extra para el resto de los productos agropecuarios.

Había consenso acerca de que casi todas las economías regionales requerían asistencia. Lo mismo para la actividad cerealera, e incluso también para la producción sojera de zonas periféricas. Pero lo que les dieron es muchísimo. Ni hablar para los productores de Pergamino, Salto, Rojas, la conocida zona núcleo, que con sus elevadísimos rendimientos tienen motivos de sobra para festejar, ya que si bien no atravesaban su mejor momento, lo que recibieron de regalo es demasiado.

Todo lo anterior es clave para responder a la segunda pregunta secuencial que queda abierta con la nueva política económica, si es que el primer interrogante sobre la cotización del reflotado dólar libre se dilucida acorde a las intenciones de Alfonso Prat-Gay y Federico Sturzenegger. La segunda pregunta es cuánto de la devaluación se traducirá en inflación. O, más precisamente, cuánto más subirán los precios a partir de ahora por sobre lo que ya venía ocurriendo debido a que la devaluación no sólo se veía venir sino que fue claramente anunciada con mucha anticipación.

Antes de que se concretara la devaluación una de las principales empresas de alimentación ya había encarecido su lista un 12% como consecuencia, aseguran, de incrementos de costos. Su directorio tenía decidido que una vez efectivizada la devaluación trasladarían a precios el ulterior incremento de costos.

En ese caso, como en la economía en general, el traslado a precios será indudablemente mayor que el que habría sido si el combo devaluación con menos retenciones no hubiera sido tan extraordinariamente generoso. La explicación es sencilla: el precio en el mercado interno del trigo, del maíz, de la soja y, en general, de cualquier producto exportable, está en relación directa con lo que el productor obtendría si lo exportara; y lo que el productor recibe por la exportación es mayor cuanto más alto cotice el dólar y cuánto menos le descuente el fisco por retenciones.

Hay que tener en cuenta que también habrá impacto en los precios domésticos por encarecimiento de importaciones. El brusco salto en los medicamentos, productos con alto componente importado, es apenas un ejemplo. A eso habrá que sumarle, además, el reajuste tarifario, una medida tan necesaria como delicada en su implementación, y con fuerte peso en el presupuesto familiar.

La tercera pregunta en la secuencia es sobre los salarios y la reacción sindical ante el alza del costo de vida. Antonio Caló ya salió con los tapones de punta reclamando un bono compensatorio de $ 5000 y Hugo Moyano se sumó al pedido sin especificar monto.

La convocatoria para enero de una mesa tripartita para intentar un acuerdo económico social o el gentil pedido a formadores de precios y supermercadistas para que se comporten responsablemente, son acciones débiles y voluntaristas frente a la turbulencia de que lo que se desató, que no es otra cosa que una febril pugna por la distribución del ingreso, en la que por el momento, los únicos claros ganadores son el campo y quienes tienen activos dolarizados. Prat-Gay fue insistente en mostrar que cuenta con respaldo suficiente para pulsear en el mercado y domar al dólar. Nada dijo en su presentación acerca de medidas compensatorias para los que ya están perdiendo y no tienen los rostros de alegría como en Pergamino.

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http://www.cronista.com/columnistas/El-milagro-de-Mauricio-20151204-0001.html

EDICIÓN IMPRESA COLUMNISTAS 04.12.15 | 00:00

El milagro de Mauricio

Marcelo Zlotogwiazda / Economista y periodista

Son varias las lecturas que se pueden hacer del hecho de que Mark Zuckerberg haya anunciado la donación para obras de caridad del 99% de sus acciones en Facebook en forma simultánea a la presentación en sociedad de su beba recién nacida. Se lo puede entender como una señal más de la extendida preocupación por la creciente desigualdad de ingresos y patrimonio que hay en el mundo y, particularmente, dentro de cada país. También se lo puede ver como un caso extremo de los que, a diario y por miles, demuestran que la idea de igualdad de oportunidades es falsa desde el principio, porque algunos nacen en la miseria y otros habiendo ganado ‘la lotería del ovario‘, como ingeniosamente dijo alguna vez Warren Buffett, el multimillonario que, junto con Bill Gates, lanzó hace algunos años la iniciativa The Giving Pledge (el compromiso de dar), comprometiéndose a donar al menos la mitad de su patrimonio. El 1% que le quedaría de herencia a la hija de Zuckerberg equivale a varios cientos de millones de dólares.

Otro que viene advirtiendo con insistencia sobre la desigualdad es el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que acaba de publicar el libro ‘La Gran Brecha - Qué Hacer con las Sociedades Desiguales’, recopilando y ampliando escritos y ensayos suyos sobre el tema. Uno de los capítulos se titula ‘El milagro de Mauricio’, que por supuesto no hace referencia al presidente electo de la Argentina sino al pequeño país insular africano ubicado en el Océano Indico al este de Madagascar.

En una visita que hizo hace algunos años Stiglitz se sorprendió de que ese país haya crecido durante casi tres décadas a una tasa promedio del 5%, elevando su ingreso per cápita de menos de u$s 400 al momento de independizarse de Gran Bretaña en 1968 a más de u$s 7000 en la actualidad, transformando una economía de monocultivo de azúcar a otra mucho más diversificada donde pesan el turismo, las finanzas, la industria textil, y con incipiente desarrollo en tecnología de comunicaciones e informática. Además del crecimiento, destaca el elevado nivel de cohesión social y bienestar del millón y medio de habitantes de Mauricio: el 87% es dueño de su vivienda, hay enseñanza universitaria gratuita para todos y también atención sanitaria (cirugía cardíaca incluida, aclara). Con gobiernos democráticos estables, el país decidió eliminar casi totalmente su gasto militar.

Muy lejos de allí y de ese milagro, aquí en la Argentina Mauricio Macri está a punto de tomar una serie de medidas que, indefectiblemente, van a modificar de manera significativa la distribución del ingreso, y hay serio riesgo de que esos cambios amplíen el de por si alto grado de desigualdad que deja el kirchnerismo, a pesar de ciertos avances alcanzados.

Para empezar, la anunciada devaluación, que incluso antes de concretarse ya ha desatado remarcaciones de precios que intensifican la inercia inflacionaria. ¿Podrá el gobierno entrante lograr reducir el salario en dólares sin afectar el poder adquisitivo del salario en pesos? Si lo consigue, será otro milagro de Mauricio.
También sería un milagro que la enorme transferencia de recursos hacia el sector agropecuario que implica la combinación de quita de retenciones y devaluación, no empeore el coeficiente Gini de la distribución del ingreso.

Lo mismo puede decirse del anunciado incremento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, que beneficiará a personas ubicadas en los deciles superiores de la pirámide social.

Dejando de lado la modificación en ganancias y la rebaja en los derechos de exportación, Mauricio llegó a la presidencia sin haber prometido ninguna medida impositiva (ni hablar de una reforma tributaria) que le aporte progresividad a una estructura tributaria que durante el kirchnerismo aumentó bastante su presión pero se mantuvo muy injusta. Asombraría que su gobierno impulsara medidas tales como gravar fuerte a los patrimonios, eliminar exenciones a las rentas financieras, y devolución de IVA focalizada a familias de bajos recursos, por ejemplo. ¿Un impuesto a las grandes herencias, como las de Antonia y de Máximo?

Paradójicamente, el desquicio tarifario que deja el kirchnerismo podría corregirse de manera tal que mejore la distribución del ingreso. Bastaría con quitarle los subsidios al transporte y a la energía al 20% más rico de los hogares, que actualmente reciben cerca de un tercio de esa enorme masa de recursos, según estimaciones de Cedlas; o, circunscrito al sector eléctrico, eliminar el subsidio a los dos deciles superiores de la pirámide, que embolsan algo más del 20% del total. Si quisieran ir más a fondo, habría que tener en cuenta que los cuatro deciles de arriba se quedan con el 41%.

También la obra pública reparte beneficios sociales de manera sesgada. No es lo mismo construir una red de cloacas o pavimentar una villa, que construir un centro cultural en barrio norte o en el centro de la ciudad.
Los gobiernos deberían tener un organismo encargado de evaluar medidas, políticas y proyectos importantes con la exclusiva óptica del impacto distributivo. Sería un milagro que suceda.

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