Medicamentos privados (de) en el mundo PRO.
Los medicamentos en la mirada "neolib" son el tema de estos recortes. Un estado concebido por el régimen amarillo como un simple observador rendido a las fuerzas libertarias del mercado aún en temas tan sensibles como lo es la salud. El Jefe de Gobierno de la CABA veta una ley que permitiría la producción estatal de medicamentos que bien podría servir hasta como un regulador del mercado pero esto es too much para su ideología que se derrama permanentemente y desborda sus campañas publicitarias.
IXX-jun2015
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-97103-2008-01-06.html
“El remedio, bien social”
“El uso racional de medicamentos está vinculado con la concepción misma del medicamento, en tanto se entienda a éste como un bien social. Si es percibido como un bien de mercado, el medicamento debería dejarse librado a las leyes del mercado. Si, en cambio, se concibe como un bien social, debe considerarse prioritario el uso social del medicamento. Respecto de la importancia de los laboratorios públicos, el tema de la eficiencia no es menor si tenemos en cuenta que con el incremento de laboratorios públicos, los precios podrían reducirse considerablemente. Si lo pensamos en términos de soberanía, la producción de medicamentos es fundamental para establecer una identidad como país productor. A nivel mundial, hay que recordar el debate que se produjo hace unos años sobre la producción de medicamentos para combatir el virus del VIH. Brasil fue uno de los países que hicieron caso omiso a las leyes de patentes. Argentina gasta el 9 por ciento del PBI en salud. De esa cifra, un 20 por ciento se gasta en medicamentos. Por ello, considero que no debería ser un tema menor en la agenda nacional. Existen en nuestro país grandes problemas de inequidad respecto del acceso a la salud y, por ende, a los medicamentos. Si Argentina estimulara la producción pública de medicamentos esta cuestión mejoraría sustancialmente. Si utilizamos la concepción de libre mercado, el sector público podría competir con el sector privado. ¿Acaso no somos los paladines del mercado y la competencia? En septiembre del año pasado, una propuesta para la implementación de laboratorios públicos fue impulsada por la Secyt y por el INTI. Es necesario que el gobierno nacional se involucre en estos temas, impulsando la creación de estos laboratorios. Sobre experiencias de laboratorios públicos en la región, es necesario tomar en cuenta la experiencia de Brasil que, con la Fundación Osvaldo Cruz –polo de ciencia y tecnología contemporáneo del Instituto Malbrán–, no sólo produce medicamentos sino también vacunas para toda América latina. La producción de medicamentos implica un proceso que no se da de la noche para la mañana. En esto, puede que Brasil nos lleve una buena ventaja. Ahora, en el mercado nacional, la participación que tiene el sector público en la producción es ínfima. Desde la anterior gestión del Ministerio de Salud no hubo una política para beneficiar esta producción sino más bien se obstaculizó. Y la política de genéricos nada tiene que ver con la producción de medicamentos del sector público”.
* Director de la Maestría en Epidemiología, Gestión y Política de Salud de la Universidad Nacional de Lanús.
**
PEDRO CAZES CAMARERO *.
“Cuestan 30 veces menos”
“Los medicamentos tienen un objetivo que es prevenir, curar o aliviar las enfermedades, y no deben ser objeto de transacciones comerciales o de uso indebido como drogas o estimulantes. Existe una fuerte contradicción entre el carácter de mercancía, en una sociedad capitalista como ésta, y el carácter de bien social de naturaleza inalienable de un objeto destinado a la salud. Por ejemplo, un médico que trata a un anciano se ve fuertemente influenciado, por las pautas publicitarias, a prescribir medicamentos inútiles o dañinos. En la práctica, no hay legislación para prohibir estas publicidades. En la Argentina existe un grupo de profesionales (Gapurmed) que se unieron para impulsar el uso racional de medicamentos. La existencia de los laboratorios públicos forma parte de esa concepción de los medicamentos como bienes sociales y no como mercancías. En Argentina, hay aproximadamente 40 o 45 laboratorios destinados a la producción pública de medicamentos que pertenecen al Estado nacional, a los estados provinciales o a los municipios. Esos laboratorios se dedican a producir, con bastante éxito, remedios que también son fabricados por los laboratorios privados. En general, el costo de producción de los laboratorios públicos es mucho más barato en relación con el precio con el que los laboratorios privados lanzan los medicamentos al mercado. Hace tres meses, y gracias a la participación de la Secyt y el INTI, se formó la Red de Producción Pública de Medicamentos para, entre otros objetivos, mantener la calidad, volver accesibles los costos y colaborar entre los centros productores de estos insumos. En mi caso, dirijo uno de esos centros de producción, un laboratorio que funciona en el Hospital Posadas, donde satisfacemos una parte muy importante de las necesidades de los pacientes ambulatorios y de los internados. Nos gustaría ampliar esta producción y colaborar con otros centros. Por otra parte, esta producción podría actuar como un atenuante de los precios de los medicamentos, como ocurre en Brasil. Tenemos medicamentos en el Hospital Posadas que cuestan 0,05 centavos y que en los kioscos se venden a 0,75 centavos. Barex nos cuesta 3 pesos para producirlo y se vende a 53 pesos en las farmacias. Las diferencias son a veces de 5, 10 y hasta 30 veces el costo de producción. En nuestro país, durante el ministerio de Ramón Carrillo, existían laboratorios que producían medicamentos de forma pública. La capacidad extorsiva de los laboratorios ha producido, incluso, caídas de gobiernos como el de Illia.
* Jefe del Laboratorio de Producción de Medicamentos del Hospital Posadas.
**
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-97101-2008-01-06.html
Por Pedro Lipcovich
Mauricio Macri, jefe de Gobierno porteño, vetó la ley que creaba un Laboratorio Estatal de Producción de Medicamentos en la Ciudad de Buenos Aires. Los fundamentos del veto son oblicuos o desconcertantes: se plantea que el Ejecutivo “aprecia los beneficios que reportaría el Laboratorio”, pero que ello requeriría “contar con una estructura significativa y con recursos técnicos y humanos capacitados” que “no pueden ser satisfechos en forma inmediata”. Una fuente del Ministerio de Salud porteño subrayó que el veto “es una cuestión estrictamente presupuestaria”. Varios de los legisladores que habían impulsado el proyecto rechazaron esta fundamentación: “Ya en la Legislatura el macrismo hizo lo posible para que el proyecto no saliera, y ya entonces no querían mostrar públicamente su oposición”. Y dan su opinión sobre las razones que habrían llevado al veto: “El macrismo siempre se opuso a que un laboratorio público compitiera con la industria privada, aunque su producción se destinara totalmente al sistema estatal”. Para los críticos de la decisión las consecuencias no son menores, ya que “la ciudad se amputa las manos para participar en la Red de Producción Pública de Medicamentos, que se creó el año pasado con auspicio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación”.
El decreto de veto –que lleva el número 2135– observa que “si bien el Poder Ejecutivo comparte el espíritu del emprendimiento, apreciando los beneficios que reportaría un laboratorio de las características descriptas en el mentado proyecto de ley, el desarrollo del laboratorio en cuestión no resulta viable, sin perjuicio de que oportunamente se lleven adelante acciones de gobierno que permitan sentar bases sólidas que posibiliten contar con un Laboratorio Estatal de Producción de Medicamentos”.
El veto considera que, según el proyecto, el Laboratorio habría de producir “un muy amplio espectro de drogas, lo que exigiría contar con una estructura significativa y con recursos técnicos y humanos capacitados para producir tan vasta gama de productos medicinales”; advierte que “la estructura edilicia exige el cumplimiento de las disposiciones de la Anmat” y que éstos “no pueden ser satisfechos en las condiciones actuales del laboratorio que funciona en los Talleres Protegidos de Rehabilitación Psiquiátrica”. Además, en la visión del macrismo, el proyecto plantea “la imperiosa necesidad de contar con recursos humanos altamente capacitados, que no pueden ser satisfechos en lo inmediato con el personal que cumple funciones”, y sostiene que “actualmente se carece de recursos específicos para ser destinados al desarrollo del laboratorio en cuestión”. Por todo ello, escriben, “vétase el Proyecto de Ley Nº 2566, sancionado por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 29 de noviembre de 2007”. El decreto lleva las firmas de Macri, del jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larreta y de Jorge Lemus, ministro de Salud de la Ciudad.
Un vocero del Ministerio de Salud porteño destacó a este diario que “se trata de una cuestión estrictamente presupuestaria: los legisladores no incluyeron la creación de este laboratorio en el presupuesto para 2008: sin los recursos, es imposible llevarlo adelante. Para elaborar medicamentos hay que contar con profesionales, lugar, aprobación de la Anmat y, sin los recursos presupuestarios, todo esto se hace imposible”.
Para Beatriz Baltroc, ex legisladora porteña del Frente para la Victoria, una de las impulsoras de la ley, “el veto era esperable: en la Legislatura, el macrismo hizo lo posible para que el proyecto no saliera. Al pasar por la Comisión de Salud –presidida entonces por la macrista Soledad Acuña–, el proyecto salió con un solo despacho: el macrismo no produjo un despacho de minoría porque no querían que el tema se tratara, y no querían aparecer públicamente con su verdadera posición: ellos no querían un laboratorio estatal, que no tuviera participación privada”.
En cuanto a la objeción presupuestaria, Baltroc sostuvo que “la ley tenía partida asignada, ya que el proyecto pasó por la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Por lo demás, la suma necesaria para iniciar el proyecto era de un millón de pesos: sin necesidad de recordar todas las leyes especiales, votadas en estas semanas, que le otorgan al Gobierno de la Ciudad facultades para contratar en forma directa por sumas millonarias. Aunque no estuviera en el presupuesto el jefe de Gobierno está en condiciones de asignar esa cantidad; pero tienen un arreglo con los laboratorios privados, y por eso mismo vinieron frenando el proyecto durante años”.
“Creí que la vetaría parcialmente –comentó Ana María Suppa, quien, como legisladora del Frente para la Victoria, fue otra de las impulsoras del proyecto– porque los legisladores macristas aceptaban la creación del laboratorio si se limitaba a los medicamentos ‘huérfanos’, que por no ser rentables no interesan a la industria privada, pero el veto fue total.” Suppa recordó que “ya en 2004, cuando se aprobó por ley la creación de un Polo Farmacéutico, se dejó expresamente reservado un espacio para la instalación de un laboratorio estatal: incluso se asignó ya entonces un presupuesto de un millón de pesos, que ciertamente no se ejecutaron. Lo que hizo la ley de noviembre pasado fue concretar las características de ese laboratorio, darle su forma real, sobre la base del Laboratorio ya existente en los Talleres Protegidos. Pero el macrismo se opuso siempre, porque consideraba que un laboratorio estatal competiría con la industria privada; nosotros habíamos aceptado que su producción se destinara totalmente al sistema estatal”.
Para el legislador Martín Hourest, del bloque Igualdad Social, la fundamentación del veto “es una falacia discursiva”: plantea que el laboratorio debiera tener desde ya la financiación necesaria para estar en condiciones de cubrir a pleno y por sí solo la producción de la totalidad potencial de los medicamentos, y no se trata de eso. Lo que la ley plantea es aumentar la escala de producción, como se viene haciendo en Rosario o Río Negro: desarrollar líneas ocupando distintos nichos, en medicamentos ‘huérfanos’ y básicos; el veto lleva la discusión a una entidad ideal, mientras que la ley dice que hay que acercarse a esa entidad, no que exista ya. Esta falacia oculta la decisión política de Macri de no salir a confrontar con la industria de los medicamentos, en fármacos básicos, imprescindibles para la población, que llegan con sobreprecios de entre el 30 y el 1500 por ciento”.
Además, según Hourest, “no les interesa optimizar los recursos del Estado: por eso no tienen problema en gastar más para comprar a los privados los medicamentos que deben ser distribuidos en hospitales públicos y centros de atención comunitaria. Lo que les importa es no colisionar con la industria farmacéutica”. Por último, destacó Hourest, “con este veto la ciudad se amputa las manos en acordar esfuerzos con la Red de Producción Pública de Medicamentos, que se creó el año pasado con auspicio de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación. Lo que se viene procurando es poner en línea y articular distintos esfuerzos en laboratorios públicos nacionales, provinciales, municipales, universitarios. La ciudad de Buenos Aires firmó, en noviembre pasado, el acta de constitución de la Red, pero con este veto se da un salto atrás”.
A partir del veto, el proyecto vuelve a la Legislatura, que podría a su vez rechazarlo con los dos tercios de los votos. Con el actual dominio macrista, es más que improbable.
**
IXX-jun2015
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-97103-2008-01-06.html
La mirada de los especialistas
HUGO SPINELLI *.“El remedio, bien social”
“El uso racional de medicamentos está vinculado con la concepción misma del medicamento, en tanto se entienda a éste como un bien social. Si es percibido como un bien de mercado, el medicamento debería dejarse librado a las leyes del mercado. Si, en cambio, se concibe como un bien social, debe considerarse prioritario el uso social del medicamento. Respecto de la importancia de los laboratorios públicos, el tema de la eficiencia no es menor si tenemos en cuenta que con el incremento de laboratorios públicos, los precios podrían reducirse considerablemente. Si lo pensamos en términos de soberanía, la producción de medicamentos es fundamental para establecer una identidad como país productor. A nivel mundial, hay que recordar el debate que se produjo hace unos años sobre la producción de medicamentos para combatir el virus del VIH. Brasil fue uno de los países que hicieron caso omiso a las leyes de patentes. Argentina gasta el 9 por ciento del PBI en salud. De esa cifra, un 20 por ciento se gasta en medicamentos. Por ello, considero que no debería ser un tema menor en la agenda nacional. Existen en nuestro país grandes problemas de inequidad respecto del acceso a la salud y, por ende, a los medicamentos. Si Argentina estimulara la producción pública de medicamentos esta cuestión mejoraría sustancialmente. Si utilizamos la concepción de libre mercado, el sector público podría competir con el sector privado. ¿Acaso no somos los paladines del mercado y la competencia? En septiembre del año pasado, una propuesta para la implementación de laboratorios públicos fue impulsada por la Secyt y por el INTI. Es necesario que el gobierno nacional se involucre en estos temas, impulsando la creación de estos laboratorios. Sobre experiencias de laboratorios públicos en la región, es necesario tomar en cuenta la experiencia de Brasil que, con la Fundación Osvaldo Cruz –polo de ciencia y tecnología contemporáneo del Instituto Malbrán–, no sólo produce medicamentos sino también vacunas para toda América latina. La producción de medicamentos implica un proceso que no se da de la noche para la mañana. En esto, puede que Brasil nos lleve una buena ventaja. Ahora, en el mercado nacional, la participación que tiene el sector público en la producción es ínfima. Desde la anterior gestión del Ministerio de Salud no hubo una política para beneficiar esta producción sino más bien se obstaculizó. Y la política de genéricos nada tiene que ver con la producción de medicamentos del sector público”.
* Director de la Maestría en Epidemiología, Gestión y Política de Salud de la Universidad Nacional de Lanús.
**
PEDRO CAZES CAMARERO *.
“Cuestan 30 veces menos”
“Los medicamentos tienen un objetivo que es prevenir, curar o aliviar las enfermedades, y no deben ser objeto de transacciones comerciales o de uso indebido como drogas o estimulantes. Existe una fuerte contradicción entre el carácter de mercancía, en una sociedad capitalista como ésta, y el carácter de bien social de naturaleza inalienable de un objeto destinado a la salud. Por ejemplo, un médico que trata a un anciano se ve fuertemente influenciado, por las pautas publicitarias, a prescribir medicamentos inútiles o dañinos. En la práctica, no hay legislación para prohibir estas publicidades. En la Argentina existe un grupo de profesionales (Gapurmed) que se unieron para impulsar el uso racional de medicamentos. La existencia de los laboratorios públicos forma parte de esa concepción de los medicamentos como bienes sociales y no como mercancías. En Argentina, hay aproximadamente 40 o 45 laboratorios destinados a la producción pública de medicamentos que pertenecen al Estado nacional, a los estados provinciales o a los municipios. Esos laboratorios se dedican a producir, con bastante éxito, remedios que también son fabricados por los laboratorios privados. En general, el costo de producción de los laboratorios públicos es mucho más barato en relación con el precio con el que los laboratorios privados lanzan los medicamentos al mercado. Hace tres meses, y gracias a la participación de la Secyt y el INTI, se formó la Red de Producción Pública de Medicamentos para, entre otros objetivos, mantener la calidad, volver accesibles los costos y colaborar entre los centros productores de estos insumos. En mi caso, dirijo uno de esos centros de producción, un laboratorio que funciona en el Hospital Posadas, donde satisfacemos una parte muy importante de las necesidades de los pacientes ambulatorios y de los internados. Nos gustaría ampliar esta producción y colaborar con otros centros. Por otra parte, esta producción podría actuar como un atenuante de los precios de los medicamentos, como ocurre en Brasil. Tenemos medicamentos en el Hospital Posadas que cuestan 0,05 centavos y que en los kioscos se venden a 0,75 centavos. Barex nos cuesta 3 pesos para producirlo y se vende a 53 pesos en las farmacias. Las diferencias son a veces de 5, 10 y hasta 30 veces el costo de producción. En nuestro país, durante el ministerio de Ramón Carrillo, existían laboratorios que producían medicamentos de forma pública. La capacidad extorsiva de los laboratorios ha producido, incluso, caídas de gobiernos como el de Illia.
* Jefe del Laboratorio de Producción de Medicamentos del Hospital Posadas.
**
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-97101-2008-01-06.html
Macri prefiere función privada
Había sido aprobada tras años de discusión, pero Macri la desechó de un plumazo con el argumento de “razones presupuestarias”. “El PRO no quiere producción de remedios a bajo precio que compita con los laboratorios privados”, aseguran los legisladores que habían impulsado la iniciativa.Por Pedro Lipcovich
Mauricio Macri, jefe de Gobierno porteño, vetó la ley que creaba un Laboratorio Estatal de Producción de Medicamentos en la Ciudad de Buenos Aires. Los fundamentos del veto son oblicuos o desconcertantes: se plantea que el Ejecutivo “aprecia los beneficios que reportaría el Laboratorio”, pero que ello requeriría “contar con una estructura significativa y con recursos técnicos y humanos capacitados” que “no pueden ser satisfechos en forma inmediata”. Una fuente del Ministerio de Salud porteño subrayó que el veto “es una cuestión estrictamente presupuestaria”. Varios de los legisladores que habían impulsado el proyecto rechazaron esta fundamentación: “Ya en la Legislatura el macrismo hizo lo posible para que el proyecto no saliera, y ya entonces no querían mostrar públicamente su oposición”. Y dan su opinión sobre las razones que habrían llevado al veto: “El macrismo siempre se opuso a que un laboratorio público compitiera con la industria privada, aunque su producción se destinara totalmente al sistema estatal”. Para los críticos de la decisión las consecuencias no son menores, ya que “la ciudad se amputa las manos para participar en la Red de Producción Pública de Medicamentos, que se creó el año pasado con auspicio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación”.
El decreto de veto –que lleva el número 2135– observa que “si bien el Poder Ejecutivo comparte el espíritu del emprendimiento, apreciando los beneficios que reportaría un laboratorio de las características descriptas en el mentado proyecto de ley, el desarrollo del laboratorio en cuestión no resulta viable, sin perjuicio de que oportunamente se lleven adelante acciones de gobierno que permitan sentar bases sólidas que posibiliten contar con un Laboratorio Estatal de Producción de Medicamentos”.
El veto considera que, según el proyecto, el Laboratorio habría de producir “un muy amplio espectro de drogas, lo que exigiría contar con una estructura significativa y con recursos técnicos y humanos capacitados para producir tan vasta gama de productos medicinales”; advierte que “la estructura edilicia exige el cumplimiento de las disposiciones de la Anmat” y que éstos “no pueden ser satisfechos en las condiciones actuales del laboratorio que funciona en los Talleres Protegidos de Rehabilitación Psiquiátrica”. Además, en la visión del macrismo, el proyecto plantea “la imperiosa necesidad de contar con recursos humanos altamente capacitados, que no pueden ser satisfechos en lo inmediato con el personal que cumple funciones”, y sostiene que “actualmente se carece de recursos específicos para ser destinados al desarrollo del laboratorio en cuestión”. Por todo ello, escriben, “vétase el Proyecto de Ley Nº 2566, sancionado por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 29 de noviembre de 2007”. El decreto lleva las firmas de Macri, del jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larreta y de Jorge Lemus, ministro de Salud de la Ciudad.
Un vocero del Ministerio de Salud porteño destacó a este diario que “se trata de una cuestión estrictamente presupuestaria: los legisladores no incluyeron la creación de este laboratorio en el presupuesto para 2008: sin los recursos, es imposible llevarlo adelante. Para elaborar medicamentos hay que contar con profesionales, lugar, aprobación de la Anmat y, sin los recursos presupuestarios, todo esto se hace imposible”.
Para Beatriz Baltroc, ex legisladora porteña del Frente para la Victoria, una de las impulsoras de la ley, “el veto era esperable: en la Legislatura, el macrismo hizo lo posible para que el proyecto no saliera. Al pasar por la Comisión de Salud –presidida entonces por la macrista Soledad Acuña–, el proyecto salió con un solo despacho: el macrismo no produjo un despacho de minoría porque no querían que el tema se tratara, y no querían aparecer públicamente con su verdadera posición: ellos no querían un laboratorio estatal, que no tuviera participación privada”.
En cuanto a la objeción presupuestaria, Baltroc sostuvo que “la ley tenía partida asignada, ya que el proyecto pasó por la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Por lo demás, la suma necesaria para iniciar el proyecto era de un millón de pesos: sin necesidad de recordar todas las leyes especiales, votadas en estas semanas, que le otorgan al Gobierno de la Ciudad facultades para contratar en forma directa por sumas millonarias. Aunque no estuviera en el presupuesto el jefe de Gobierno está en condiciones de asignar esa cantidad; pero tienen un arreglo con los laboratorios privados, y por eso mismo vinieron frenando el proyecto durante años”.
“Creí que la vetaría parcialmente –comentó Ana María Suppa, quien, como legisladora del Frente para la Victoria, fue otra de las impulsoras del proyecto– porque los legisladores macristas aceptaban la creación del laboratorio si se limitaba a los medicamentos ‘huérfanos’, que por no ser rentables no interesan a la industria privada, pero el veto fue total.” Suppa recordó que “ya en 2004, cuando se aprobó por ley la creación de un Polo Farmacéutico, se dejó expresamente reservado un espacio para la instalación de un laboratorio estatal: incluso se asignó ya entonces un presupuesto de un millón de pesos, que ciertamente no se ejecutaron. Lo que hizo la ley de noviembre pasado fue concretar las características de ese laboratorio, darle su forma real, sobre la base del Laboratorio ya existente en los Talleres Protegidos. Pero el macrismo se opuso siempre, porque consideraba que un laboratorio estatal competiría con la industria privada; nosotros habíamos aceptado que su producción se destinara totalmente al sistema estatal”.
Para el legislador Martín Hourest, del bloque Igualdad Social, la fundamentación del veto “es una falacia discursiva”: plantea que el laboratorio debiera tener desde ya la financiación necesaria para estar en condiciones de cubrir a pleno y por sí solo la producción de la totalidad potencial de los medicamentos, y no se trata de eso. Lo que la ley plantea es aumentar la escala de producción, como se viene haciendo en Rosario o Río Negro: desarrollar líneas ocupando distintos nichos, en medicamentos ‘huérfanos’ y básicos; el veto lleva la discusión a una entidad ideal, mientras que la ley dice que hay que acercarse a esa entidad, no que exista ya. Esta falacia oculta la decisión política de Macri de no salir a confrontar con la industria de los medicamentos, en fármacos básicos, imprescindibles para la población, que llegan con sobreprecios de entre el 30 y el 1500 por ciento”.
Además, según Hourest, “no les interesa optimizar los recursos del Estado: por eso no tienen problema en gastar más para comprar a los privados los medicamentos que deben ser distribuidos en hospitales públicos y centros de atención comunitaria. Lo que les importa es no colisionar con la industria farmacéutica”. Por último, destacó Hourest, “con este veto la ciudad se amputa las manos en acordar esfuerzos con la Red de Producción Pública de Medicamentos, que se creó el año pasado con auspicio de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación. Lo que se viene procurando es poner en línea y articular distintos esfuerzos en laboratorios públicos nacionales, provinciales, municipales, universitarios. La ciudad de Buenos Aires firmó, en noviembre pasado, el acta de constitución de la Red, pero con este veto se da un salto atrás”.
A partir del veto, el proyecto vuelve a la Legislatura, que podría a su vez rechazarlo con los dos tercios de los votos. Con el actual dominio macrista, es más que improbable.
**