Los cultos comunitarios
Marvin Harris - Antropología cultural, Alianza Ed., Madrid 1996, pp. 428-429
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Los cultos comunitarios
Todas las culturas tienen creencias y prácticas religiosas organizadas comunitariamente. Incluso los esquimales tienen ritos comunitarios. Bajo el interrogatorio de los chamanes, esquimales asustados y enfermos confiesan públicamente violaciones de tabúes que han provocado su enfermedad y que han puesto en peligro al resto de la comunidad.
Entre los americanos nativos de las llanuras occidentales había ritos públicos anuales de autotortura y búsqueda de visiones conocidos como la Danza del Sol). Bajo la dirección de líderes chamanes, los danzantes del sol se ataban a un poste con una cuerda pasada a través de un corte en su piel. Observados por el grupo reunido en asamblea, daban vueltas o danzaban alrededor del poste y tiraban de la cuerda, hasta que se desmayaban o su piel se desgarraba. Estas exhibiciones públicas de resistencia y valentía formaban parte del acentuado complejo de pillaje y guerra que se desarrolló después de la llegada de los europeos.
Los ritos comunitarios se agrupan en dos grandes categorías: 1) ritos de solidaridad y 2) ritos de paso. En los ritos de solidaridad, la participación en rituales públicos de carácter dramático realza el sentido de identidad del grupo, coordina las acciones de sus miembros individuales y prepara al grupo para una acción de cooperación inmediata o futura. Los ritos de paso celebran el movimiento social de los individuos, entrando o saliendo de los grupos, accediendo o abandonando status de importancia crítica tanto para ellos como para la comunidad. En todo el mundo, los principales acontecimientos para la celebración de los ritos de paso son la reproducción, la llegada a la madurez, el matrimonio y la muerte.
Ritos comunitarios de solidaridad: el totemismo
Los ritos de solidaridad son frecuentes entre clanes y otros grupos de filiación. Normalmente estos grupos tienen nombres y emblemas que identifican a los miembros del grupo y separan a unos grupos de otros. Predominan los nombres y emblemas de animales, pero también se dan los de insectos, plantas y fenómenos naturales tales como lluvia y nubes. Estos objetos que identifican al grupo se llaman tótems. Muchos tótems —el oso, el fruto del árbol del pan , el canguro...— son especies útiles o comestibles , y a menudo hay una relación de filiación estipulada entre los miembros del grupo y su antepasado totémico. A veces, los miembros del grupo deben abstenerse de causar daño o comer su tótem. No obstante, hay muchas variaciones en las formas específicas de la creencia totémica, y no cabe afirmar que exista un único complejo totémico. Lévi-Strauss ha sugerido que la unidad del concepto del totemismo consiste no en una creencia o práctica específica, sino en ciertas relaciones lógicas generales entre los grupos así denominados y sus nombres. Sea cual fuere la clase de animal o cosa que sirve como tótem, es más bien el contraste con otros tótems en vez de sus propiedades específicas lo que los hace útiles para la identificación de grupo.
Los arunta de Australia proporcionan uno de los casos clásicos de ritual totémico. Entre los arunta, cada individuo se identifica con el tótem de un lugar sagrado cerca del cual pasó su madre poco antes de quedar embarazada. Estos lugares contienen los objetos de piedra denominados churinga, que son la manifestación visible del espíritu de cada persona. Se cree que los churinga fueron depositados allí por los antepasados totémicos, cuando, al principio del mundo, hicieron un viaje por esa parte del país. Después, los antepasados se transformaron en animales, objetos y otros fenómenos que constituyen el inventario de tótems. Una vez al año, durante ciertos ritos conocidos como Intichiuma, se visita los lugares sagrados de cada tótem.
Estos rituales tienen muchos significados y funciones. Los participantes se ocupan seriamente de proteger a sus tótems y asegurar su reproducción. Pero la pertenencia restringida del grupo ritual también indica que están representando el dogma mitológico de su ascendencia común. Las ceremonias del tótem reafirman e intensifican el sentido de identidad común de los miembros de una comunidad regional.
La manipulación del churinga confirma el hecho de que el grupo totémico tenga «piedras» o, con una metáfora más familiar, «raíces» en una tierra concreta.
Ritos comunitarios: los ritos de paso
Los ritos de paso acompañan a los cambios en la posición estructural o estatus que son de interés público general. ¿Por qué el nacimiento , la pubertad, el matrimonio y la muerte son tan a menudo ocasiones para la celebración de ritos de paso? Probablemente por sus implicaciones públicas: el individuo que nace, alcanza la madurez, se casa o fallece no es la única persona involucrada en estos acontecimientos. Muchas otras personas deben ajustarse a estos cambios trascendentales. El nacimiento no sólo define una nueva vida, sino que también origina o modifica la posición de los padres, abuelos, hermanos, herederos, compañeros de edad y muchas otras relaciones domésticas y políticas.
La principal función de los ritos de paso es dar reconocimiento comunitario a todo el complejo de relaciones nuevas o modificadas y no meramente a los cambios experimentados por los individuos que nacen, se casan o mueren.
Los ritos de paso se ajustan a una pauta notablemente similar en las culturas más diversas. En primer lugar, los principales actores son separados de las rutinas asociadas a su vida anterior. En segundo lugar, se dan pasos físicos y simbólicos decisivos para extinguir los estatus anteriores. A menudo estos pasos incluyen la idea de matar la vieja personalidad. Para promover «la muerte y la transfiguración» se cambian las ropas y adornos viejos por otros nuevos y se pinta o mutila el cuerpo. Finalmente , los participantes retornan ceremoniosamente a la vida normal.
Podemos ver esta pauta de los ritos de paso en las ceremonias de iniciación masculina de los ndembu del norte de Zambia. Aquí, al igual que entre muchos pueblos de África y Oriente Medio , la transición de la infancia a la madurez conlleva el rito de la circuncisión. Se saca a los niños de sus diferentes aldeas y se les reúne en una «escuela» especial en el matorral. Son circuncidados por sus propios parientes o vecinos , y después de que cicatrizan sus heridas, vuelven a la vida normal.
En muchas culturas, se somete a las niñas a ritos similares de separación , reclusión y retorno con motivo de sus primeras menstruaciones y su elegibilidad para el matrimonio. La mutilación genital también es frecuente entre las muchachas y, en muchas partes del mundo, se practica la operación llamada clitoridectomía. En esta operación se corta la parte externa del clítoris. Muchos grupos australianos practicaban tanto la circuncisión como la clitoridectomía.
Por añadidura, los australianos arrancaban el diente delantero de los niños púberes. Los varones eran también sometidos a la operación de la subincisión, en la cual se hacía una abertura en la parte inferior del pene hasta llegar a la uretra.
LA CIRCUNCISIÓN NDEMBU
Se empieza con el almacenamiento de comida y cerveza.
Después se hace un calvero en el matorral y se establece un campamento. Este campamento incluye un hogar en el que las madres de los niños sometidos a la circuncisión cocinan para ellos. El día que precede a la circuncisión, los circuncisores danzan y cantan canciones en las que expresan su antagonismo a las madres de los niños y aluden a la «muerte» que va a ocurrir. Los niños y sus familias se congregan en el campamento; se encienden hogueras y se inicia una noche de danzas y licencia sexual.
De pronto los circuncisores entran en procesión, llevando su equipo... El resto de la reunión les sigue cuando danzan en cuclillas, alzando diferentes artículos del equipo y cantando roncamente. A la luz de la hoguera y de la luna, la danza se vuelve cada vez más frenética.
Entretanto, aquellos que están a punto de «morir» se sientan en fila acompañados por sus madres y padres. Durante la noche sus parientes masculinos les despiertan repetidas veces llevándolos de un lado para otro. A la mañana siguiente sus madres les dan una «última cena» (es decir, un último desayuno); «cada madre alimenta a su hijo con la mano como si fuera una criatura». Los niños tratan de no parecer aterrorizados cuando, después del desayuno, los circuncisores con sus cejas y frentes pintarrajeadas con arcilla roja danzan blandiendo sus cuchillos.
La circuncisión real tiene lugar en otro calvero, a cierta distancia del campamento cocina. Los niños permanecen recluidos en este lugar , llamado el «lugar de morir» . Duermen en un pabellón de maleza vigilados por un grupo de «guardianes» masculinos que no cesan de darles órdenes. Después de su «último desayuno», los niños son conducidos camino abajo hacia el «lugar de morir». Los guardianes salen precipitadamente, les cogen y desgarran sus ropas.
Se obliga a las madres a retirarse al campamento cocina, donde empiezan a llorar como ante el anuncio de una muerte.
Los guardianes sujetan a los niños mientras que los circuncisores estiran el prepucio, hacen un pequeño corte arriba y otro abajo como guías, después cortan a través de la sección dorsal con un único movimiento y prosiguen hendiendo a lo largo de la sección ventral; finalmente, quitan el prepucio suficiente para dejar bien al descubierto el glande.
Durante la reclusión en el «lugar de morir», los niños están sometidos a la estricta disciplina de sus guardianes. Tienen que mantener un comportamiento discreto, hablar sólo cuando se les dirija la palabra, ir a buscar y transportar corriendo todo lo que se les pida y hacer recados. En tiempos anteriores se les enviaba a misiones peligrosas de caza y sufrían severas palizas si rompían la disciplina o mostraban cobardía. Se les aterrorizaba de noche con el sonido de la bramadera, un disco plano que provoca un ruido zumbador cuando se le hace dar vueltas en el extremo de una cuerda. Los danzantes enmascarados, a quienes los niños creen «gente roja de las tumbas», aparecen de repente y les golpean con palos. Estos mismos monstruos visitan el campamento cocina, danzan delante de las mujeres y aterrorizan a los niños pequeños. Durante su reclusión, se les enseña a los niños las reglas de la virilidad, cómo ser valientes y sexualmente potentes. Se les sermonea y arenga y se les hace responder a enigmas ricos en significados simbólicos.
Para su «renacimiento» se pintarrajea todo el cuerpo de los niños con arcilla blanca, que simboliza su nuevo ser. Después se les conduce al campamento cocina donde se les presenta a sus madres.
Al principio las madres lloran, después su aflicción se convierte en cantos de regocijo al ver que sus hijos están sanos y salvos. Resulta imposible describir adecuadamente la consiguiente escena de júbilo total. Los guardianes corren en un círculo interior, las madres danzan al lado de ellos... mientras que otras parientes y amigas forman un círculo externo de danzantes que cantan con alegría. Los hombres permanecen fuera del remolino, riendo con gran placer. Se levantan nubes de polvo.