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Mostrando entradas de diciembre, 2010

A ver si con un cuento...

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El sueño Wernicke, Enrique Aquí me espera la cama. Calentita, limpia y con una mujer adentro. Así me gusta la cama desde que me brotaron los primeros pelos en la barba. Tironeo de las botas. Me arranco la camiseta y las bombachas. Ya estoy entre las sábanas. Le doy un beso a mi mujer y soplo la vela. Me quedo con los ojos abiertos en al oscuridad. Y ahora viene el sueño. Una vieja viejísima, mucho más vieja que mi abuela, abre la puerta del cuarto y se acerca arrastrando las piernas. Se sienta a los pies de la cama, saca una madeja de lana y se pone a ovillar. Yo la miro en la oscuridad. ¿Hablarle? ¡Ni soñarlo, porque la vieja es sorda! De pronto, en un descuido, la vieja agarra fuerte la bola de lana y me tapa un ojo. ¡Ya me burló! Pero todavía me queda el otro ojo. La vieja vuelve a su trabajo como si no hubiese pasado nada. Yo la miro, pero me cuesta verla. Y apenas si me doy cuenta cuando levanta de nuevo el brazo y me tapa el otro ojo. Ahora sí se acabó la historia.

Otra victoria de...

En el parque Indoamericano acampan pobres, de esos que no tienen casi más que lo puesto, que son llevados con ilusiones a una situación que los conduce casi irremediablemente a enfrentarse a otros pobres, que no tienen mucho más pero que temen por su lugar en la escala social y que han aprendido punto por punto el discurso de la propiedad privada, el derecho neoliberal, y la discriminación.