.imaginario y realidad

“... la configuración del sentido común es inherente a la construcción social de la representación que llamamos ‘lo real’, ya que en ese proceso se constituyen también una visión del mundo y una lectura de lo que se considera como ‘lo correcto y lo verdadero, en un determinado punto del tiempo histórico’. Lo cual compromete no sólo una ‘descripción’ del mundo en tanto ‘lo real’, sino una ‘valoración’ axiológica de ese mundo y los sujetos que lo habitan...”. (H.D.Aguilar)

jueves, 23 de marzo de 2017

Economía artificial (para la gilada)

http://lasbalasdelcampanario.blogspot.com.ar/2017/03/el-cimiento-del-gran-fraude-economico.html

miércoles, 15 de marzo de 2017
El cimiento del gran fraude económico global tiene su basamento en la dialéctica perversa del emisor y la ignorancia del receptor...

La economía ficticia, por Michael Hudson para Revista Sin Permiso

Michael Hudson, distinguido profesor e investigador de Economía en la Universidad de Missouri, en la ciudad de Kansas, es autor del recientemente publicado J is for Junk Economics, afirma que los medios de comunicación y la academia utilizan eufemismos bien elaborados para ocultar como funciona realmente la economía


La forma en la que la economía es descrita en la prensa y en los cursos de la Universidad tiene muy poco que ver con cómo funciona realmente la economía. La prensa y las informaciones periodísticas utilizan una terminología hecha de eufemismos bien elaborados para confundir el entendimiento de cómo funciona la economía. Además de ofrecer palabras clave para explicar qué es positivo y cómo entender la economía, discuto el vocabulario engañoso, el doblepensar orwelliano utilizado por los medios, lobistas financieros y empresariales para persuadir a la gente de que la austeridad y toparse con la deuda es la clave del crecimiento, no su antítesis. El motivo es hacerles actuar contra sus propios intereses, dibujando una imagen ficticia de la economía como si fuese un universo paralelo. Si puedes hacer que la gente use un vocabulario y conceptos que hacen parecer que cuando el 1% se hace más rico, el conjunto de la economía se está enriqueciendo –o que cuando el PIB sube, todo el mundo está mejorando– entonces a la gente, al 95% que no mejoró su posición desde 2008 a 2016, se le puede hacer sufrir de alguna manera de síndrome de Estocolmo. Pensarán, “Mierda, debe ser culpa mía. Si el conjunto de la economía está creciendo, ¿por qué yo soy más pobre? Con solo dar más dinero al 5% o al 1% más ricos, algo nos caerá. Tenemos que recortar impuestos y ayudarles para que así me puedan dar un trabajo porque como Trump y otros dicen, bueno, nunca conocí a un pobre que me diera un trabajo”. He conocido a un montón de gente rica, y en lugar de dar trabajo a la gente cuando compran una empresa, habitualmente hacen dinero para ellos despidiéndola, empequeñeciendo y externalizando el trabajo. Así que no vas a conseguir hacer que los ricos necesariamente te den trabajo. Pero si la gente puede de alguna manera pensar que hay una asociación entre la riqueza en la cima y más empleo, y que tienes que recortar los impuestos a los ricos porque acabará filtrándose hacia abajo, entonces tienen una visión del revés de cómo funciona la economía. Si tienes un vocabulario que describe cómo funcionan realmente el mundo y la economía, entonces una palabra llevará a otra y pronto habrás levantado una imagen más realista de la economía. Así que, no solo discuto sobre las palabras y el vocabulario, discuto con algunos de los individuos y economistas clave que han hecho contribuciones que no aparecen en el currículum académico neoliberal. Hay una razón por la que la historia del pensamiento económico ya no se enseña más en las universidades. Si la gente leyera realmente lo que escribió Adam Smith, lo que escribió John Stuart Mill, verían que Smith criticaba a los terratenientes. Decía que tenías que gravar sus rentas, porque nada es gratis en este mundo. Mill definía la renta como aquello que los terratenientes hacen mientras duermen, sin trabajar. Adam Smith decía que siempre que los hombres de negocios se reúnen, van a conspirar sobre cómo sacar dinero del público en su conjunto –como hacer un acuerdo y engañar a la gente de que todo es por el bien de la sociedad–. Este no es el tipo de libre empresa que gente que habla sobre Adam Smith explica cuando le describen como si fuese un recortador de impuestos, un economista austriaco o un neoliberal. No quieren escuchar lo que realmente escribió. Así que mi libro es realmente sobre economía de la realidad. Encontré que para discutir economía real, tenemos que tomar de nuevo el control del lenguaje o la metodología económica, no usar la lógica que ellos usan. Los economistas convencionales hablan como si cualquier status quo estuviese en equilibrio. El truco subliminal aquí es que si piensas en la economía como algo que está siempre en equilibrio, eso implica que si tú eres pobre o no puedes pagar tus deudas, o tienes problemas para mandar a tus hijos al colegio, eso es solo parte de lo natural. Como si no hubiese una alternativa. Es lo que Margaret Thatcher decía: “No hay alternativa.” Mi libro es sobre cómo por supuesto que hay una alternativa. Pero para hacer una alternativa, necesitas una forma alternativa de mirar el mundo. Y para hacer eso, como dijo George Orwell, necesitas un vocabulario diferente. Cuando yo crecí, y durante el siglo pasado, “reforma” significaba sindicalizar el trabajo, proteger a los consumidores, regular la economía para que hubiese menos fraude contra los consumidores. Pero la palabra “reforma” hoy, tal y como es usada por el Fondo Monetario Internacional en Grecia cuando insiste sobre las reformas griegas, significa justo lo contrario: se supone que hay que bajar los salarios en un 10% o un 20%. Recortar las pensiones sobre un 50%. Idealmente, dejas de pagar pensiones para pagar al FMI y a otros acreedores extranjeros. Detienes el gasto social. Así que, lo que tienes una inversión del vocabulario tradicional. Reforma ahora significa lo contrario de lo que significaba a comienzos del Siglo XX. Ya no es socialdemócrata. Es “reforma” de derechas, antisindical, pro-financiera, para recortar el gasto social y dejar todo en una forma privatizada para los ricos y el sector de las corporaciones. Así que reforma es la primera palabra que usaría para ilustrar como el significado ha cambiado y es usado por la prensa convencional. Básicamente, lo que ha hecho la derecha en este país es secuestrar el vocabulario que fue desarrollado por el movimiento obrero y los economistas socialistas durante un siglo. Se lo han apropiado y le han dado la vuelta para que signifique lo contrario. Hay 400 palabras con las que me enfrento. Muchas de estas palabras muestran como el significado ha sido puesto del revés, para conseguir que la gente tenga una visión al revés de cómo funciona la economía.

Fuente: Revista sin Permiso
Publicado por Gustavo Marcelo Sala en 5:13


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Todo tiene que ver con todo...

http://rambletamble.blogspot.com.ar/2017/03/fuga-ella-siempre-baila-detras.html


MAR
15

fuga: ella baila siempre detrás ...


5X1. El negocio financiero y la fuga de capitales
Informe sobre el funcionamiento del negocio financiero en la Argentina y el rol de la fuga en dicho modelo, elaborado por el Observatorio Monetario y Financiero de CEPA

Menos inversiones, más fuga

El año 2016 representó un fuerte quiebre de la tendencia mostrada por la fuga de capitales en relación al PBI. Dicho ratio se redujo de manera inequívoca desde la imposición de los controles cambiarios hacia fines de 2011, llegando a representar el 0,2% de la riqueza anual del país en 2015 (que incluso considera el mes de diciembre donde la Formación de Activos Externos –FAE- se incrementa bruscamente producto de la “liberación del cepo”), pero duplicándose hasta el 0,5% en 2016. Siempre en términos netos, es decir restando los ingresos de dólares por la misma operatoria, la Formación de Activos Externos alcanzó los USD 12,7 mil millones, casi un cuarto de las reservas.
Evolución de la Formación de Activos Externos (Fuga de Capitales)
En millones de dólares y % del PBI

Acá va el gráfico fuga y tocata

Fuente: CEPA en base a datos del BCRA y FMI.

Al observar la radiografía completa, se evidencia que por cada dólar ingresado como IED, se fugaron 5 dólares (5x1). Este esquema implica que el endeudamiento es colectivo pero la fuga es privada.
Publicado hace 3 hours ago por Artemio López

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Había algo que crecía, la fuga de capitales
1:51:00 p. m.    Registro Mundo
15 de marzo de 2017 | Economía
LAS COMPRAS DE DIVISAS PARA ATESORAMIENTO Y TURISMO CONSUMIERON LA MITAD DE LA DEUDA TOMADA POR EL ESTADO NACIONAL

Había algo que crecía, la fuga de capitales

El Banco Central informó que en febrero siguió la venta masiva de dólares para ahorro y turismo. Fueron 3089 millones y 1049 millones, respectivamente. La demanda sigue en niveles record a pesar de que la cotización del billete verde está planchada.
Entre atesoramiento, divisas compradas por grandes operadores y turismo, en el primer bimestre hubo una demanda bruta de 9000 millones de dólares.
Entre atesoramiento, divisas compradas por grandes operadores y turismo, en el primer bimestre hubo una demanda bruta de 9000 millones de dólares.

(Imagen: Bernardino Avila)

Por Tomás Lukin
La fuga de capitales no afloja. En el primer bimestre de 2017 la demanda de dólares para atesoramiento y turismo consumió la mitad de los fondos obtenidos por el Estado nacional a través de la colocación de títulos en moneda extranjera y la solicitud de préstamos a bancos internacionales. El Ministerio de Finanzas y el Banco Central tomaron deuda por una suma cercana a los 18.000 millones de dólares mientras que la dolarización de carteras y las divisas compradas para viajes se ubicaron en términos brutos en 9000 millones de dólares. Cuando se computan la deuda tomada por empresas y provincias, la fuga de capitales pasa a representar 3 de cada 10 dólares que ingresaron en el año. Las estimaciones elaboradas a partir del Balance Cambiario que el BCRA difundió ayer exponen la creciente vulnerabilidad externa de la economía a los movimientos de capitales.




En el Central no piensan igual. El endeudamiento externo y el ingreso de capitales especulativos no solo financian la fuga sino que le permiten acumular reservas y planchar el dólar. Funcional a la estrategia de corto plazo del Gobierno para disciplinar la inflación con apreciación del tipo de cambio –programa que también se vale de la apertura importadora e incremento del desempleo–, esa dinámica engrosa los compromisos por pago de intereses, expone la economía a los vaivenes del mercado financiero y agudiza las dificultades comerciales.



Los datos del Balance Cambiario publicados ayer evidencian que la formación bruta de activos externos, el ítem donde se imputa la demanda de billetes para atesoramiento y la demanda de divisas para transferencias al exterior, ascendió hasta los 3089 millones de dólares en febrero. El mismo dato había llegado a 3428 millones de dólares en enero y alcanzado los 4854 millones de dólares en diciembre pasado. La marca del finales de 2016 fue la más elevada desde noviembre de 2011 cuando el gobierno anterior decidió regular y limitar el acceso al mercado cambiario.



En tanto, la compra de moneda extranjera para turismo en el exterior demandó 1049 millones de dólares: 959 fueron para pagar gastos y 90 para pasajes. En enero la cifra global había trepado hasta 1433 millones de dólares. El giro de utilidades realizado por las multinacionales se ubicó en 125 millones de dólares en febrero y acumula 182 millones durante el primer bimestre de 2017. La inversión extranjera directa fue de 98 millones de dólares y suma 345 millones en el mismo período.



“Es preocupante que luego de más de un año desde la asunción del Gobierno y con un Banco Central que ha desregulado por completo el mercado cambiario y la cuenta de capital, los argentinos siguen ‘apostando al dólar’, y la apuesta es cada vez más grande”, sostiene la ex presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont. El último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) que dirige la economista explica que “el abundante ingreso de dólares financieros provenientes de la colocación de deuda nacional y provincial está permitiendo compensar con creces esta demanda, acumular reservas y planchar el tipo de cambio. Con igual signo se ha sumado el blanqueo de capitales lanzado por el Gobierno durante el año pasado. Sin embargo, esta dinámica no es sostenible en el tiempo, en la medida que se acentúa el desequilibrio de la cuenta corriente y el creciente endeudamiento engrosa los compromisos por pago de intereses en moneda dura”.



El informe de la entidad presidida por Federico Sturzenegger precisa que las compras de billetes ascendieron hasta 2335 millones y fueron concretadas por 862.000 clientes, cantidad 11 por ciento menor a las que accedieron al mercado de cambios para adquirir moneda extranjera en enero. El 12 por ciento de esas operaciones para compra de billetes físicos fueron por más de 2 millones de dólares. Como se vendieron 608 millones de dólares, la demanda neta para formación de activos externos de libre disponibilidad totalizó 1865 millones en febrero.



“La salida de capitales financiada por la deuda externa es un problema endémico de la economía argentina. La dinámica actual no es sustentable a menos que ingresen dólares genuinos, comerciales o inversiones extranjeras. En esquemas de atraso cambiario como pasó con Martínez de Hoz y al final de la convertibilidad te endeudás hasta que no te prestan más”, advirtió Aldo Pignanelli, ex presidente del BCRA y economista del Frente Renovador.



Tomar deuda en sí no es malo, el problema es el uso que se da a esos flujos. Los procesos de endeudamiento externo como el que caracterizó a la Argentina entre 1976-2001 no tuvieron un correlato con procesos de desarrollo económico, ampliación de la capacidad productiva y mejoras sostenidas en la infraestructura del país. En cambio, incrementaron la vulnerabilidad externa, generaron nuevas fuentes de volatilidad macroeconómica, tensionaron las cuentas públicas y profundizaron los problemas en la balanza de pagos. La reinserción plena del país en el mercado financiero internacional lograra por la administración Macri reprodujo hasta el momento esa lógica ignorando la existencia de un escenario internacional adverso.



@tomaslukin


https://www.pagina12.com.ar/25786-habia-algo-que-crecia-la-fuga-de-capitales

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http://registromundo.blogspot.com.ar/2017/03/habia-algo-que-crecia-la-fuga-de.html

15 de marzo de 2017 | El país
OPINIÓN

Derechos “por derrame”

(Imagen: Tapa Pablo Piovano)

Por Washington Uranga
Entre varios de los observadores del escenario político se plantea una diferencia para calificar la actitud que asume en estos momentos la coalición gobernante encabezada por el PRO y su persistente determinación para negar lo que es evidente, incluso aquello que ponen de manifiesto las fuentes más confiables para el oficialismo. Si el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, cuestionado metodológicamente desde varios lugares de la oposición pero siempre ponderado por quienes hoy gobiernan, afirma que hay un millón y medio de nuevos pobres, resulta casi patético que los funcionarios, encabezados por el Presidente, sostengan que estamos cada vez mejor. Si el propio Indec ofrece datos de inflación por encima de las estimaciones de los funcionarios políticos y asegura que en enero pasado la industria solo utilizó el 60,6% de su capacidad instalada, es difícil asegurar que el país sigue floreciendo. Es verdad que el propio Mauricio Macri encuentra la manera y los espacios para reeditar la fórmula menemista del “estamos mal pero vamos bien” con la finalidad de reafirmar la idea del camino correcto y no modificar ni un ápice el rumbo económico.

Para ello el Gobierno tiene que hacer oídos sordos tanto a los reclamos de los maestros como a la multitud de trabajadoras y trabajadores congregada la semana anterior hasta desbordar a sus propios dirigentes. Cinismo, dicen algunos. Ideología, dicen otros.

Un poco de cada cosa para alimentar la fórmula que pretende poner en práctica el macrismo y sus aliados. Salvo que alguien quiera pensar que “el mejor equipo de los últimos cincuenta años” es sencillamente incapaz en todos los sentidos (algo que no cree quien escribe estas líneas) es imposible desconocer que en todas y cada una de las afirmaciones que hacen los funcionarios –desde el Presidente hasta cada uno de sus ministros– hay una cuota grande de cinismo. No se puede negar lo evidente. O, siguiendo la consigna del PRO y sus aliados, “sí se puede”... afirmar que estamos mejor mientras aumentan los pobres y decir que no aumentó el desempleo cuando casi 250 mil personas fueron despedidas o suspendidas de sus trabajos desde que Cambiemos asumió el gobierno. Y esto para citar solo algunos datos que están al alcance de la mano. Se necesita una cuota de cinismo para seguir afirmando, contra toda evidencia, que el país está mejor y que recuperamos la economía mientras nos seguimos endeudando a nivel récord en la historia del país. Salvo que el Presidente y los suyos solo miren a sus más cercanos, es decir, a los grandes empresarios agroindustriales o a los grupos financieros, que no cesan en sus agradecimientos a una política de transferencia de ingresos que los beneficia en desmedro de los asalariados y las personas de bajos recursos.

La otra hipótesis –que no descarta de modo absoluto la primera– es que la alianza gobernante hace lo que hace porque está convencida de que éste es el camino correcto... desde su posición ideológica. Macri repite, usando diversas fórmulas que “estamos en el camino correcto” y el único, asegura que “falta mucho más” y sigue pidiendo “esfuerzo” aún a quienes reclaman por sus salarios devaluados.

¿Miente el presidente Macri? Puede decirse que –como todo dirigente político y como todo gobernante– construye su relato y trata de que sus afirmaciones resulten creíbles. Aun contra toda evidencia. Pero tampoco es ilógico pensar que Macri y los suyos exponen su punto de vista de buena fe, porque esa es su perspectiva ideológica. Parte de esa construcción es que los trabajadores vivieron en la última década en un mundo irreal, ficticio. Como bien lo sostuvo en su momento el actual presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, advirtiendo sobre la gravedad de hacerle “creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”.

Por ese mismo motivo el Presidente sostiene cada vez que puede que “a mí me duelen muchas de estas medidas que he tenido que tomar, pero las he hecho desde la convicción absoluta de que es el camino”.

Macri sabe a quienes favorece y a quienes perjudica con el rumbo adoptado. No ignora que lo que está haciendo es una enorme transferencia de recursos a los sectores más ricos y poderosos de la economía y que ello va en contra de los asalariados y los pobres. Pero está convencido de que esa es la fórmula, que ese es el camino. Y cuando dice que “pobreza cero” es un “horizonte” no le preocupa cuan lejano está el mismo, porque según su mirada solo con ricos más ricos algún día (sin apresuramientos ni urgencias) habrá menos pobres. El tan proclamado y nunca visto “derrame”. Pero antes, mucho antes, estos pobres y grandes sectores de la clase media tendrán que seguir haciendo “esfuerzos” para hacerse acreedores a un “premio” que llegará... en algún momento.

Esa es su convicción, esa es su ideología. Ese es su modelo de sociedad. Y lo que rechaza el Presidente y su equipo, es precisamente “la mentira” que durante años “le hizo creer” a muchos trabajadores y trabajadoras que “su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”. Por eso el Presidente habla ahora de “sinceramiento” y de “transparencia”. Porque según su perspectiva ideológica él encarna la Argentina real, donde los ricos mandan y son cada día más ricos, y los pobres (lejos de sus ilusiones) solo pueden obedecer y aceptar sumisamente su pobreza.

También por eso Macri habla de “palos en la rueda” cuando los maestros reclaman mejores remuneraciones, cuando los obreros industriales pretenden el cese de los despidos o cuando todos y todas los laburantes exigen la recuperación de sus niveles salariales. Es la convicción ideológica del Presidente la que lo mueve también a utilizar todos los recursos de los que dispone –legales e ilegales, legítimos e ilegítimos– para que nada ni nadie pueda torcer su plan. Incluyendo dentro de ese abanico de herramientas el uso indiscriminado de la chequera para quebrar voluntades y doblegar convicciones. Es también una manera de entender la democracia y esa ha sido la “práctica política” de la alianza gobernante desde que asumió. Y para quienes no accedan o persistan en sus demandas también hay lugar para el látigo. Llámense maestros, gremialistas, trabajadores, políticos, gobernadores o intendentes. Todos estos y muchos más pueden quedar incluidos en la categoría de “los que ponen palos en la rueda”. La etapa del látigo parece ser la que estamos iniciando. Dado que, al fin y al cabo, según la ideología de Cambiemos, “sí se puede”... a partir del convencimiento de que los derechos tampoco son para todos y que llegarán, algún día, por derrame... aunque estemos en democracia.

https://www.pagina12.com.ar/25780-derechos-por-derrame

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https://abelfer.wordpress.com/2017/03/15/joaquin-sabina-y-la-grieta-argentina/

Joaquín Sabina y la grieta argentina


Este agudo texto de mi amigo Sebastián Fernández (a.k.a. @rinconet) ha sido publicado en Nueva Ciudad. Y diseminado por whatsapp, también. Así que no sería necesario subirlo. Pero es placentero.

En una reciente entrevista en la que le preguntaron qué pensaba de la política argentina, Joaquín Sabina opinó: “Todos mis amigos han sido muy K. Yo no tanto. Creo que el gobierno de Néstor hizo cosas que estuvieron muy bien, pero al final y con Cristina dividieron al país de modo tal de ‘Estás conmigo o contra mí’. No me gusta”.

El conocido artista suscribe así a una de nuestras más tenaces letanías de cola de verdulería: la grieta que separa a los argentinos. No deja de sorprenderme el enorme poder con el que debería contar un gobierno para lograr separar a un país unido. Aunque es aún más sorprendente en el caso de un país como el nuestro, que nunca lo estuvo; al menos desde que los patriotas se opusieron a los realistas, los unitarios a los federales, los antirrosistas a los rosistas, los liberales a los autonomistas, los radicales a los conservadores, los antiyrigoyenistas a los yrigoyenistas, los antiperonistas a los peronistas, los desarrollistas a los liberales, los trotkistas a los trotkistas, y, últimamente, los antikirchneristas a los kirchneristas.

La Argentina nunca fue un cantón suizo, aunque dudo que los cantones suizos lo sean realmente. En nuestro país la discusión política en general y las ampliaciones de derechos en particular han generado siempre confrontaciones. Por discrepancias políticas, Domingo F. Sarmiento trató a su antiguo amigo Juan Bautista Alberdi en las Ciento y una, de “raquítico, jorobado de la civilización (…) mentecato que no sabe montar a caballo, abate por sus modales (…) mujer por la voz, conejo por el miedo y eunuco por sus aspiraciones políticas”. Años más tarde, en plena batalla por la ley 1420 de educación laica, gratuita y obligatoria, el presidente Julio A. Roca no dudó en expulsar al nuncio apostólico, que operaba abiertamente en contra del proyecto de ley, generando la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Durante la revolución de 1905- es decir, más de 60 años antes de las FAR, Montoneros y el ERP- los radicales de Hipólito Yrigoyen llamaron a tomar las armas contra el gobierno de Manuel Quintana que consideraban ilegítimo, llegando incluso a secuestrar a su vicepresidente y a amenazar con matarlo si el presidente no renunciaba. Exigían algo tan delirante como el sufragio universal.

Las crispadas discusiones entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas fueron un clásico durante los gobiernos radicales, llegando incluso Marcelo T. De Alvear, sucesor de Yrigoyen, a apoyar el golpe de estado en contra de su antiguo mentor. Para el gobierno de facto que los expulsó del poder, los radicales fueron “una horda, un hampa”. Al parecer, la UCR era una organización mafiosa que buscaba separar a los argentinos y, para volverlos a unir, el primer paso consistía en quitarles el derecho del voto.

Luego del radicalismo, la grieta fue adjudicada al peronismo, aún entre quienes apoyaban algunas de sus iniciativas, como Victoria Ocampo, apasionada feminista que sin embargo se opuso al sufragio femenino porque lo impulsaba Juan D. Perón. De la misma forma, el aguinaldo, que hoy todos aplaudimos, desató las críticas furiosas no sólo de la patronal, sino también de la UCR, el Partido Socialista e incluso el Partido Comunista, porque esa iniciativa “perjudicará a los pequeños patronos” (una candidez sólo superada 60 años más tarde por el trotskista MST al marchar junto a la Sociedad Rural contra el gobierno de CFK).

La decisión de Raúl Alfonsín de llevar a juicio el terrorismo de Estado también generó confrontación (hoy lo hemos olvidado, pero el diario La Prensa sostenía que la juventud alfonsinista contaba con los mismos depósitos de armas imaginarios que varias décadas más tarde se le asignarían a La Cámpora y la Tupac). De haber optado por no enjuiciar los crímenes de la Dictadura, como ocurrió en Chile, España o Sudáfrica, Alfonsín se hubiera ahorrado la división entre ciudadanos que tanto preocupa a Sabina. Lo mismo hubiera ocurrido con el kirchnerismo de no haber relanzado los juicios por crímenes ocurridos durante la Dictadura, no haber aumentado las retenciones, no haber eliminado las AFJP o no haber implementado el matrimonio gay, iniciativas que también generaron divisiones. Alfonsín y los Kirchner hubieran gozado así de gobiernos menos confrontativos pero sus representados hubiéramos heredado un peor país.

Uno de los conceptos más hábiles que logró imponer el pensamiento reaccionario es que la confrontación es una forma de gobierno, no el resultado de acciones de gobierno. Nuestra historia ilustra que, al contrario, dicha confrontación no depende de formas rudas o estilos sedosos sino de iniciativas políticas.

Gracias a la famosa grieta, hoy las mujeres pueden votar, nos podemos casar sin ser discriminados por nuestras preferencias sexuales, gozamos de la escuela pública, gratuita y laica, de la jornada de trabajo de 8 horas, de las vacaciones pagas, y de que el matrimonio sea un simple contrato y ya no un sacramento, ideas que hasta no hace mucho parecían disparatadas. Creer en un sistema desprovisto de confrontación por proyectos políticos no sólo es irreal, es sobre todo peligroso: nos hace soñar con la perfección del totalitarismo. Pero sobre todo, nos hace creer que las ampliaciones de derechos sólo deben avanzar sin conflicto, buscando una ilusoria unanimidad ciudadana.

Lo que, al fin de cuentas, equivale a frenarlas.

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